²│𝐒𝐮𝐩𝐞𝐫𝐚𝐝𝐨.

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─ Sana, ¿Qué haces aquí?

Ella se acercó lentamente, su ceño estaba fruncido y era evidente que estaba preocupada.

Ya sé por donde va esto, la verdad no me sorprende mucho, estoy segura de que ella quiere una explicación.

─Tenemos que hablar. ─dijo cuando ya estaba frente a mí.

─ Ya lo sé. Entremos al departamento.

Abrí la puerta y me quedé ahí esperando a que ella entrara primero, y así lo hizo, con la mayor naturalidad caminó hasta el sofá frente al televisor y se sentó. Parecía bastante cómoda y no porque frecuentara mi departamento, sino porque había bastante confianza entre las dos. Me senté en el sillón pequeño que estaba al lado suyo.

─No creí que llegarías hasta tal grado. ─ dijo Sana comenzando la conversación.

─ Al parecer ya viste las noticias.

─Sí, las vi esta tarde. Todo el mundo está hablando de esto y a...

─Espera. Antes de que sigas hablando qui...

─ ¡No, espérame tú! Dijiste que ya lo habías superado.

─ ¡Y así fue, ya lo hice! Pero tengo que deci...

─¡Me estás mintiendo!

— ¡Claro que no! Pero si me dejaras ha...

─ ¡¿Entonces por qué te afecta tanto mi compromiso?!

─ Es que yo estoy... ¡Espera! ¿Te comprometiste?

─¡Tú lo sabes muy bien, no trates de fingir!

─¡No lo sabía! Si tan solo me dejaras hablar y explicarte que mi supuesta depresión no es más que un tonto rumor y que en estos días lo único que he tenido es una espantosa gripe. Desde hace tiempo te dije que ya lo había superado y es verdad, es mas, no sabía de tu compromiso, y no tengo motivo alguno para deprimirme, debiste preguntarme primero si era verdad antes de llegar con toda la arrogancia del mundo y comenzar a gritarme en mi casa. Y aún si estuviera deprimida ¿por qué precisamente tienes que ser tú el factor de mi depresión? Hay muchas cosas más, no todo gira alrededor de ti, y si todavía tuviera sentimientos por ti, tampoco tendrías motivo para actuar así ¡porque serían mis sentimientos! y viviste muy cómoda conmigo todavía cuando los sabías.

Después de todo lo que le dije tomé una gran bocanada de aire que necesitaban mis pulmones.

Sana estaba sorprendida y completamente estupefacta. Le habían sorprendido mis palabras y tono de voz, pero la verdad estaba muy cansada y ella me había hecho enfadar.

─Lo siento. ─ susurró Sana.

─ Yo también lo siento. No debí hablarte así, es solo que no me dejas hablar y contarte la verdad.

Ambas nos quedamos calladas y evitamos a toda costa el contacto visual.

─¿Así que te vas a casar?

Sí, por fin nos decidimos a dar el gran paso.

─ Felicidades.

En otra circunstancia me levantaría y la abrazaría, pero justo en este momento eso parecía incorrecto. Ambas nos mantuvimos calladas casi cinco minutos que más bien parecieron horas.

─Ahora me siento como una tonta. ─dijo Sana cubriendo con sus manos su rostro.

─ No te preocupes, es normal que pensaras eso.

─Lo siento, es que estaba preocupada de que tal vez fueras a cometer una locura.

─Oye, mi vida no es tan patética.

Un bostezo se escapó de mi boca poniendo en evidencia mi cansancio.

─ Parece que llegué en mal momento. Será mejor que me vaya.

─ No te preocupes, te puedes quedar.

─No creo que esa sea una opción. ─Se puso de pie y caminó hasta la puerta y yo iba tras de ella. Abrió la puerta y se quedó inmóvil, se dio la vuelta y se detuvo otra vez.

─Quiero enmendar mi error, ¡vendré todos los días a cuidarte!

─¡¿Qué?!

─ ¡Como lo oyes, vendré a cuidarte hasta que estés completamente sana!

─No es necesario.

─ Vamos Tzu, estás enferma y no tienes a nadie.

─ Vaya, parece que hoy te empeñas en insultarme.

─Lo siento, no quería que sonara así

─ Solo fue una broma, sé que no fue así

─Entonces nos vemos mañana.

─ Sí, como quieras.

Ella salió del departamento y caminó hasta el elevador y nos dijimos adiós con un pequeño gesto de manos.

Entré a mi departamento y cerré la puerta, volví a mis planes de dormir y me fui directamente a mi cama, pero otra vez a pesar de mi cansancio estaba tras de mí una noche de insomnio.

¡Por favor Sana, no te cases! ─ 𝐒𝐀𝐓𝐙𝐔 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora