³│𝐍𝐮𝐞𝐬𝐭𝐫𝐨 𝐏𝐚𝐬𝐚𝐝𝐨.

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𝐃𝐨𝐬 𝐚𝐧̃𝐨𝐬 𝐚𝐭𝐫𝐚́𝐬 :

Era un día como cualquiera para todas nosotras.

Cumplir con nuestra agenda, descansar, comer lo necesario; había hecho esto por años. Nos acaban de comunicar que dentro de pronto sacaríamos otro álbum y como era de esperarse teníamos que aprender nuevas coreografías y nuevas canciones, amo lo que hago y creo que las demás también.

Después de un exhaustivo día de trabajo regresamos a nuestro departamento, aunque las demás tuvieran sus propios hogares hoy prefirieron quedarse. Casi todas estaban ya acostadas e incluso algunas ya dormían, las únicas que quedábamos de pie éramos Nayeon, Mina y yo, que decidimos comer algo antes de dormir.

No hablábamos mucho y no porque no quisiéramos, sino porque creo que lo poco que nos queda de energía es la que necesitamos para masticar.

─Chicas, hasta mañana ─me levanté de la mesa y las dejé a las dos solas ─Apaguen todas las luces antes de acostarse.

Ellas solo movieron sus cabezas de arriba a abajo en señal de que me habían escuchado.

Hoy tendría que dormir con Sana, las demás estaban ocupando las habitaciones, así que no había suficientes habitaciones.

Entré al cuarto tratando de hacer el menor ruido para no despertarla, porque si la despertaba, o no estaba dormida, eso significaban problemas para mí.

Me quedé parada frente a la puerta esperando a que mi vista se acostumbrara a la oscuridad de aquí dentro. Luego de que pude ver mejor busqué a Sana, la encontré ya acostada en su cama, por fin respiré al ver que ya estaba dormida.

Me puse mi pijama, me quité el maquillaje, lavé mis dientes y me arrojé a mi cama. Me cubrí con las mantas y esperé a que mi cuerpo se encargara de lo demás. Cuando sentí que mis párpados comenzaban a cerrarse, sentí un movimiento en mi cama que no era de mi cuerpo, inmediatamente el sueño se fue y un escalofrió me recorrió el cuerpo.

No, por favor, hoy no.

Cerré fuertemente mis ojos y mis manos se aferraron a mi frazada.

Pero mis intentos fueron inútiles. Ella con facilidad descubrió mi cuerpo, y se sentó sobre mi vientre, yo apreté más mis ojos, como si esto fuera ayudarme en algo.

─Tzuyu, parece que estas asustada ─dijo como un ronroneo, para después colocar su nariz cerca de mi cuello y dejó que su respiración acariciara mi piel.

─No lo estoy ─contesté con mi cuerpo completamente rígido, ella presionó más su caderas contra mí, lentamente se deslizó hasta que su parte íntima entró en contacto con la mía.

¡Mierda!

Esta mujer me mata, estoy a nada de agarrarla de las caderas, darle la vuelta hasta que yo quede sobre ella, arrancarle la ropa y tomarla como mía, recorrerle cada parte de su cuerpo con besos y caricias, hacerla gozar hasta que llegue al orgasmo y grite mi nombre.

Madre mía, el tan solo pensarlo y tenerla tan cerca me hace desearla más.

Este es el juego de todas las noches, ella se mete a mi cuarto, luego a mi cama y finalmente comienza a insinuarme cosas bastante malas. Para ella este es un juego y para mí una tortura, era el gato y el ratón, y yo era el ratón.

Si tan solo pudiera tocarla sin el más mínimo remordimiento.

Pero eso nunca va a pasar, ya lo intenté una vez y ella se apartó de inmediato, me puso muy en claro las reglas del juego y sin querer yo acepté, pero de estos juegos jamás se sale, tan lo menos no sin ensuciarse.

¡Por favor Sana, no te cases! ─ 𝐒𝐀𝐓𝐙𝐔 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora