Capítulo 11 | Liam

589 62 4
                                    


Hilary Russo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Hilary Russo

La cálida brisa de diciembre acaricia suavemente las coloridas decoraciones que adornan el hermoso jardín del restaurante Garnier, creando un ambiente festivo y acogedor que invita a la celebración. Los manteles alegres cubren las mesas, repletas de centros decorativos rebosantes de globos de colores y juguetes, todos perfectamente dispuestos para realzar la ocasión especial de Oliver. La música alegre y animada llena el aire, acompañando las sonrisas y las risas de los invitados que van llegando con regalos envueltos con esmero.

Oliver, como todo cumpleañero orgulloso y emocionado por su día, se mueve enérgicamente de un lado a otro con un sombrero de fiesta torcido sobre su cabeza. Sus ojos brillan con una anticipación contagiosa mientras saluda a cada nuevo invitado que arriba con un entusiasta abrazo y un alegre "¡Bienvenido a mi fiesta!". La pura alegría y emoción irradian de cada uno de sus gestos y movimientos.

Observo a mi hijo jugar con sus primos y me siento profundamente orgullosa de todo lo que hemos logrado construir en nuestras vidas, de poder brindarle todo lo que mi pequeño necesita. Si pudiera retroceder en el tiempo y hablar con esa joven de veinte años que se sentía abrumada por el embarazo, o a la Hilary de hace cinco años que dudaba de ser suficiente, hoy, mirando a mi alrededor, me doy cuenta de que lo soy. Soy capaz de proporcionarle a Oliver el amor, la seguridad y el apoyo que se merece.

La abuela y el abuelo de Oliver están sentados en una de las mesas cercanas al área de juegos, sonriendo con cariño mientras observan a su nieto disfrutar de su día especial. Los primos de mi hijo, igualmente llenos de energía y entusiasmo, se unen a él en divertidos juegos de carreras y risas contagiosas que llenan el ambiente. El tentador aroma de la deliciosa comida del restaurante Garnier flota en el aire, desde los exquisitos platillos hasta los irresistibles postres dispuestos en una elaborada mesa. Los niños se deleitan con las actividades y juegos organizados, como la pintura facial y los emocionantes juegos de pelota, mientras los adultos disfrutan de animadas conversaciones y la compañía de sus seres queridos.

Treinta minutos después, los meseros llegan con la comida que había solicitado, una deliciosa lasaña a la boloñesa. El vapor se eleva desde los platos, mezclándose con el aroma del pan recién horneado y la salsa de tomate especiada, creando una sinfonía de olores que despiertan el apetito de todos los presentes. La lasaña, cubierta con una generosa capa de queso fundido y dorado, promete ser un deleite para el paladar.

Unas horas más tarde, llega el momento tan esperado de cantar el cumpleaños, así que le pido a mi hermana mayor, Luisa, que vaya a avisarle al encargado que traigan el pastel. El pastel que pedí es de tres pisos y el diseño son autos de carrera, pues es lo que más le gusta a Oliver en estos momentos. Aún no lo he visto, así que solo espero que hayan logrado plasmar el diseño que tenía en mente. Es entonces cuando escucho el sonido de un carrito siendo arrastrado y las voces de unas personas que comienzan a entonar el cumpleaños, lo que capta de inmediato mi atención. Con una gran sonrisa, me giro junto a Oli para ver quiénes entran con su pastel.

Lirios de mil coloresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora