Capítulo 25 La decisión de quedarse o partir

54 6 47
                                    


El dragón ceniza, una creación de Megoz y Megara, se elevó en el cielo negro de humo, atentando contra la vida de los habitantes de Advaland. Inició con el derrumbe del castillo al transformarse, luego con las ráfagas de viento que producían sus alas al moverlas, lo que arrasaba con los techos de las casas, y por último, con las llamas violetas que más que quemar, desintegraban todo aquello que tocaba. La muchedumbre corrió desaforada hacia las afueras de las murallas. El monstruo alado era espantoso al igual que mortal. Nadie podía descifrar cuál sería su rumbo, ni siquiera el propio Elías que compartía parte de su naturaleza. Los soldados no dieron abasto para controlar a la gente, unos murieron siendo aplastados o asesinados por grupos de ladrones, en su afán de despojarlos de sus armaduras para venderlas en cuanto salieran. Sabían que Advaland caería, su hambre se multiplicaría en el exterior.

Elías desenvainó la espada para cortar a quienes intentaban atacarlo. Ya sean vagabundos, prostitutas, incluso niños adiestrados para matar, todos eran sus enemigos si se interponían en el camino del deber. Advaland mostró su verdadera cara, la que muestran los humanos cuando se ven acorralados. El egoísmo y el heroísmo se hicieron presentes. Padres sacrificándose para proteger a sus hijos, otros optando por hacer lo opuesto. Carretas repletas de heridos por atender, carretas repletas de barriles de vino y hombres que apenas podían moverse con el peso de tanto alcohol en su sangre.

Llegando a la plaza principal, sede de ejecuciones públicas, Elías se detuvo a ver el terrible escenario. Todo a su alrededor era un completo caos, ya ni siquiera podía distinguir entre las siluetas que se movían entre tanto humo y polvo. Posiblemente habría muchas víctimas que no vería, pero debía hacerlo.

Naila escuchó un rugido conocido. Después sintió el temblor arrojar más rocas sobre ella. Las eludió con agilidad, su cuerpo cargaba con muchas cicatrices, sin embargo desde que Megara descubrió las escamas plateadas en ella, no volvió a sangrar. A pesar de eso, el escaso oxígeno en el ambiente la debilitaba. Se ayudó en lo que quedaba de una pared para mantenerse de pie, mientras el suelo volvía a agrietarse hasta desprenderse, dejándole un único y estrecho camino seguro hacia la sala del trono.

Miró al cielo ennegrecido, no quedaba resguardo alguno para los que continuaban en el reino. Ahora dos dragones batallaban. El plateado sujetó del cuello a su adversario, este conservaba un menor tamaño y su peso no se comparaba con el suyo. Tomarlo fue sencillo, el último dragón con el que luchó lo llevó a alcanzar sus límites, agradeció que Claus fuera diferente.

Era el hermano de la reina quien puso a su rey en el trono para desangrarse, no Raito como pensó con los derrumbes y el calor sofocante de las llamas en el aire. Lo descubrió usando el olfato, tenía impregnado el olor de la magia oscura, era nauseabundo, de la materia orgánica en descomposición, maloliente y rancio. Empirio tenía enemigos por doquier, no obstante que se tratara de Claus fue inesperado. A Megara no le convenía un episodio como ese, por lo tanto, no podía pensar en otra explicación que justificara el porqué del ataque, más que la de haber sido engañada por alguien más astuto que ella.

Voló con Claus fuera de las murallas. El dragón ceniza no tenía brazos, estos se habían fusionado con sus alas, así que no pudo zafarse del agarre. Su confección no lo ayudó, no era apto para el combate. Aunque sus llamas violetas eran distintas, sin un objetivo claro, Elías podía redireccionarlas a su gusto. Lo lanzó al bosque, haciendo que el aterrizaje violento creara un camino de destrucción de árboles. Luego liberó una llamarada azul. El dragón se retorció de dolor, las escamas grises no poseían la misma resistencia que la de los dragones negros, se fueron consumiendo como pétalos de flores respondiendo al fuego. No era un adversario digno, pero eso era lo que a Elías menos le importaba. Había destrozado el castillo, había hecho de la ciudad una pesadilla viviente. Advaland tardaría años en recuperarse.

Black dragon IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora