sí, pero me volteó como tazo

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Katsuki  se consideraba muchas cosas, entre ellas un excelente deportista, un estudiante aplicado, un —no tan buen— hijo, un buen papá, pues su Pomeranian llamado Raki lo confirmaba, entre otras cosas más.

Él sabía que era un buen partido, su bro Kirishima se lo decía muy a menudo. (Pero no homo)

Su novia era bonita, era la definición perfecta del por qué seguir siendo heterosexual. Apreciaba mucho a Ashido, pues mucho antes de ser su novia, fue su amiga. Su primer amiga. Y todos en su grupo de amigos la querían mucho, y él sabía que jamás le perdonarían lo que quería hacer. Lo que tenía que hacer.

No tanto por terminar su relación, sino por el tiempo por el cual le estuvo mintiendo. Ninguno de ellos era estúpido, sumarían dos más dos y llegarían a la respuesta de su tan despreciable y extraña conducta.

Pues mentirle a Mina se sentía peor que continuar fingiendo que la quería de la misma forma que ella a él. Debía de agarrarse lo huevos y hacerse cargo de sus malditos errores. lidiar con las consecuencias.

Pero Izuku se merecía más, se merecía todo de él. No sólo unos estúpidos obsequios que, en realidad, eran de un cortejo que deseaba hacer. No podía hacerlo si seguía con novia, solo estaba confundiendo a Izuku y éso le dolía. Pero no podía parar.

No podía pedirle consejo a ninguno de los estúpidos, esto debía de hacerlo él solito.

Llamó a Ashido después de clases con la mirada pervertida de Sero, con Kirishima mirándolo serio. Él debía de saberlo ya, siempre sabía todo.

Fue claro. «Ya no debemos de salir, Ashido. Me gusta alguien más.»

Le dolió, claro que le dolió ver a su amiga de años, a su novia. A su ex-novia, llorar frente a él. Ver llorar a la niña más feliz que conocía era una puñalada en su orgullo masculino, pues ella lloraba porque él la hizo llorar. Ya no volvería a ir con Sero y Kirishima —Denki no, aún no eran amigos — a madrearse a los pendejos de primaria y secundaria que se creían mucho como para burlarse de ella.

Quiso consolarla, pero sabía que no debía. Así que simplemente la abrazó con fuerza, antes de darse la vuelta e ir a por Kirishima y Sero. Aunque aquello no fue necesario, ambos, con expresiones serias y de ganas de golpearlo a muerte, se acercaron rápidamente a Mina, susurrándole cosas que Katsuki  no escuchó y que tampoco debía de hacerlo.

Cuando salió de las instalaciones fue tan liberador que sintió que un maldito huevo, de esos que Izuku aseguraba salían negros si te los pasabas y tenías malas vibras, le había pasado por todo el cuerpo.

Casi corriendo fue en busca del niño bonito de ojos llenos de galaxias y manos descuidadas —que él cuidaría, el tiempo que Izuku se lo permitiera—.

Al llegar, con un aura tan brillante pero con la misma expresión come mierda de siempre, Izuku se dió cuenta al instante de que algo nuevo tenía que decir su amorío.

Pero lo dejó ser. Primero le habló sobre un nuevo cliente que había ido ya tres veces en la semana, que siempre hablaba de flores blancas, gatos y libros muy interesantes que le contaba en forma de anécdota a Izuku, mismo que se emocionaba tanto como si de una película se tratara.

Un tal Shinso Hitoshi.

Katsuki  lo odió al instante, incluso sin conocerlo.

“Es mayor que nosotros, Kacchan. Va a la universidad y estudia Derecho. Es muy amigable, deberías conocerlo. Seguro te gusta, tienes unas vibras muy bonitas.” Katsuki empezó a hacer pucheros en ése instante. Decidió que aquel era el momento ideal para contar el notición.

“Corté con Mina. Hoy. ”

Izuku parpadeó una, dos, tres veces. Luego, un ruidito salió de entre sus labios húmedos —de tanto masticar los mismos—
“Lo-, ¿Lo siento? Eh, no sé qué se dicen en éstos casos, Kacchan.”

Katsuki  sonrió. Por supuesto que no sabía.

florista || katsudeku Donde viven las historias. Descúbrelo ahora