Capítulo 8

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Hola hola a todos!!

Espero se encuentren muy bien! Les traigo actu de este fic, espero les guste.

Iba a actualizar Cursed by the night, pero cuando menos lo pensé estaba escribiendo la conty de este fic y aquí la tienen jajaja xD

Muchísimas gracias a todos por sus bonitos comentarios y votos hacia este fic, el cuál ya ha rebasado las 20 k visitas. ¡Todo es gracias a ustedes!

He visto mensajitos y comentarios de cuando actualizo y demás, no lo hago muy seguido ahora por problemitas de salud y también por mi trabajo. Sean pacientes por favor! Espero poder hacerlo más seguido, pido disculpas!

Les traigo como dije la conty de este fic, pongo aquí para aclarar algo: en esta historia, la batalla ocho del Ragnarok fue Sakata Kintoki vs Beel, esa fue canon y no la real que fue de Nikola Tesla vs Beel. Al menos en este fic 

Fans del Kintoki x Beel, este es su cap.

Está el capitulo algo largo, diría yo ahahhaa disfruten mucho!

A leer!!

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—Mocoso, ¿estás bien? ¿Aun sigues con la cruda?-el niño dorado japonés veía con duda a Eros que estaba frente a él a bordo del oso y parecía estar en otra onda-Bueno, hasta yo sigo aun con efectos: ese mezcal de los dioses si que estaba fuerte jeje. Qué bueno que me dieron un barril y Lubu me dio un barril de hidromiel para curarme esta maldita resaca.

Aunque ese en realidad no era el verdadero motivo por el cual Eros estaba en ese estado pensativo. En realidad, lo que lo tenía así era precisamente Sakata Kintoki. ¡Era la primera vez que un humano le pedía ayuda! ¡¿Sería para conquistar a un Einherjar?! ¡¿A un dios?!

Pronto Eros salió de sus cavilaciones para darse cuenta que se estaban internando en lo más profundo del bosque, donde una pequeña cabaña rústica muy bonita se asomaba. El pequeño cupido se extrañó, puesto que sabía la localización de todas las viviendas de los Einherjars y esta no era la de Sakata Kintoki: este vivía en las montañas, muy cerca del área de su ahora tío Simo Häyhä. El niño dorado se detuvo en la entrada de la cabaña y dejó a su oso echarse debajo de un bonito árbol de flores, mientras este llevaba a Eros como niño regañado hasta que llegaron a la puerta. Instantes después, esta fue abierta y reveló a unos personajes muy peculiares.

—¡Bienvenidos!

Eros recordaba a esa diosa rubia de alas en la cabeza, así como al trío de ángeles que estaban trayendo cosas como bocadillos y bebidas en la pequeña sala que estaba en el interior. Eros abrió los ojos como platos cuando notó que había dos presencias más en la sala.

—¡Abuelitos!

Sin tiempo que perder, Eros se fue volando hacia los brazos de Hades y Qin, quienes se encontraban bebiendo algo de té. El azabache rio mientras que Hades suspiraba con una sonrisa resignada a que Eros terminara su saludo de restregarse en sus pechos.

—Nunca vas a cambiar, mocoso.

—¡Abuelito Poseidón!

De la sorpresa, Eros se giró encontrándose al rubio no muy lejos de ellos en compañía de Sasaki y un par de caballitos marinos en burbujas. En un arrebato de valentía, o mejor dicho estupidez, Eros se lanzó hacia los brazos de Poseidón para restregar su cara en los firmes pectorales del rubio. Este, enfurecido por lo que hacía su nieto, quiso arremeter contra el pequeño, pero Sasaki se lo quitó del camino resguardándolo entre sus brazos.

El stand del dios del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora