Capítulo 1

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Creer en uno mismo

Fue su culpa, completamente. Sabía perfectamente que el cristal no estaba estabilizado pero no le importó y continuó aquella noche persistiendo y persistiendo ante su desesperación por resultados, noches de desvelo y callejones sin salida. Todo lo que quería era una señal de que iba en el camino correcto. Fue una suerte haber sobrevivido a la explosión que su terquedad había creado.

Después fue arrestado y llevado al consejo a primera hora de la mañana para un juicio por el gran crimen de practicar lo arcano. Sumado a otros delitos de experimentación ilegal, uso de equipo ilegal y contrabando de material científico.

Su sentencia fue el destierro. Tenía tan solo un día para abandonar Piltover. Su madre imploró alegando que estaba mal de la cabeza que perdonaran a su hijo con ideas fantasiosas. Nunca en su vida se había sentido tan humillado y traicionado. Su propia madre, quién había sido salvada por la magia lo catalogo como loco. De igual forma no fue escuchada, Heimerdinger no cambió de opinión ante su sentencia.

Derrotado, terminó en su departamento destruido a mitad de la noche sumido en su miseria.

Desde que había presenciado la magia cuando era un niño había sido su mayor sueño poder mostrarle al resto del mundo lo que era capaz de hacer. Quería mejorar las vidas de aquellos necesitados, quería salvar vidas tal y como la magia había hecho para él.

Pero ahora ya no tenía a nadie. Ni a su madre, ni a la casa Kiramman que tanto invirtió en él, ni a su mejor amiga Caitlyn ni a su mentor.

Había dedicado toda su vida a esto. Pensaba que era su misión en la vida, que todo lo que alguna vez había vivido había sido por una razón. Pero todo se había ido al diablo, años de investigación, oro invertido perdido por completo.

Se acercó a la orilla del suelo destruido del departamento, una gran caída que aseguraba una muerte segura. Con el corazón en la mano suspiro dando un paso más cerca del borde.

"No" pensó para sí mismo y retrocedió de golpe cayendo sobre él suelo. El no quería morir, tenía tanto miedo de morir por haber desperdiciado su vida por culpa de unos tontos que tenían miedo de él. Había dado su vida por esto, esto era su vida, su todo.

Tomó un bolso de su departamento destruido y las pocas cosas que tenía. Mientras elegía que llevaría encontró junto a la puerta una gran bolsa de oro con una pequeña nota "Te amo, mamá" Aquéllo hablando su caos interior rápidamente. Tomó entre sus manos el saco de dinero y lo puso en su bolso.

Entendía a su madre, solo quería mantenerlo a salvo aun con sus palabras hirientes. Se lamentó por no poder volver a verla.

Tal vez jamás pudiera recuperar su investigación confiscada, pero podía volver a empezar, todavía tenía tiempo. Llevaría sus inventos donde fueran recibidos, dónde vieran lo que se puede lograr y vean hacía adelante.

Recorrió las calles de Piltover aquélla noche sin nada. Solo él y su corazón.

Ellos fueron claros, fue expulsado de la ciudad de Piltover, Zaun no era la ciudad de Piltover. Era un suburbio casi independiente que vivía a la sombra de aquel imperio en las nubes. El lugar al que iban todos los rechazados por la superficie.

(*)

No era la primera vez que había estado en Zaun, pues aquí fue donde consiguió no solo los materiales para sus experimentos, sino también los cristales Hex, como les había llamado. Había tardado mucho en encontrar a alguien que hiciera el tipo de importación que quería.

Sabía medianamente como mezclarse, pero no dejaba de resaltar. Asi que se mantuvo en las sombras aquella noche, pues lo único que deseaba era un lugar donde dormir.

Por el ProgresoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora