-18-

3 1 0
                                    

A lo largo de los días me pregunté porque es que nunca veía a Alexander junto a su familia. Tenía entendido que debía trabajar, ¿pero acaso no se cansaba de escribir día y noche? Salía de su escondite para comer y dormir, lo cual hacía no muy seguido. Era habitual oír sus pasos de camino a la cama a altas horas de la noche para luego volverle a localizarle a tempranas horas de la mañana en su despacho. Una noche, decidí salir al pasillo para intentar interceptarle, a ver si conseguía sacar algo de información que aclarase mis infinitas dudas, pero al único que me encontré fue a Philip.

 - ¿Qué haces despierta a estas horas? Es demasiado tarde. - dijo en un susurro

- Sabes que podría preguntarte exactamente lo mismo.

Me miró con sus ojos hinchados y me preguntó si podíamos pasar al jardín a refrescarnos un rato. Volvió a tener un mal sueño el cual le impidió dormir por varias horas. Me ofreció una chaqueta suya que, como todas sus prendas, me quedaba varias tayas más grande, y nos sentamos uno al lado del otro en un columpio que había en el patio trasero de la casa.

 - ¿Quieres contarme algo para alivianarte o prefieres simplemente que nos quedemos en silencio? 

 - ¿No te importa que le lo cuente? - negué con la cabeza - No me juzgues por favor...

 - ¿Quién soy yo para hacer algo así? La extraña aquí soy yo.

 - Ha sido una mezcla entre dos problemas míos. Supongo que mi madre te habrá dicho que tengo problemas para expresarme, aunque tampoco es difícil darse cuenta. El otro problema incluye a mi padre.

Empezó a contármelo en un tono bajo, medio opaco, seguramente ocasionado por haber estado llorando hace poco. Quizás podría encontrar alguna respuesta a mis dudas sobre su padre y de paso aprender más sobre sus propios problemas. 

 - Desde que tengo memoria, me ha encantado escribir poemas y ahora que ya tengo una edad, me he percatado que simplemente no puedo expresar mis sentimientos de otra forma que no sea un verso, lo cual dificulta mucho las cosas. Puede ser difícil de entender, soy consciente de ello. Lo que ocurre es que cuando intento decir lo que siento las palabras se quedan atascadas a mi garganta y por más que intento hacer que salgan ellas se resisten, en cambio, si quiero plasmarlas escritas, fluyen por mis manos y cuando vuelvo a la realidad, la tinta ya ha invadido el papel. 

 - Pero Philip, ¿no te estás expresando ahora mismo? Quizás no es exactamente lo que quieras decir, si no a quién se lo dices, ¿o quizás será cómo lo dices?

 - No lo sé _____, las palabras hacen lo que ellas quieren, ellas tienen control sobre mí y salen a la luz a su placer. - su voz se empezaba a quebrar de nuevo y su respiración aumentaba. 

 - Tranquilo, ya trabajaremos sobre eso. Ahora respira. ¿Mejor?

 - Sí, gracias. Lo otro... Mi padre, ¿sabes? Mi padre es un hombre increíble. Vino aquí siendo muy joven desde el caribe, de mi edad aproximadamente. Cuando tenía diez años, mi abuelo abandonó a mi abuela y a mi padre. Tras un par de años ambos estaban al borde de la muerte, mi padre se recuperó pero mi abuela no sobrevivió. Fue acogido por un primo que se suicidó al poco tiempo, dejando a mi padre en solitud de nuevo. Se puso a leer todo lo que pudo para cultivar su inteligencia mientras traficaba con caña de azúcar y ron. En 1776 conoció al que fue su mejor amigo y quien es su actual enemigo, Aaron Burr, padre de aquella chica que nos encontramos en la tienda de vestidos.

 - ¡Lo conozco! - grité y tapé mi boca con las manos - Fue a la primera persona que conocí cuando llegué.

 - ¿Enserio? Y te dijo algo de mi padre, naturalmente. 

 - " El bastardo, inmigrante y más arrogante del universo"

 - Obviamente. Aunque parezca increíble, una vez fueron buenos amigos, mi padre incluso le aconsejó sobre el amor. Y fue gracias a él que conoció a John. Tiempo después, conoció a Washington, supongo que lo conoces, es un hombre muy importante, murió hace poco, que Dios lo mantenga en su gloria. Luego, conoció a mi madre en un vals, la cual cayó a sus pies de inmediato. Hubo un tal Charles Lee que menospreciaba constantemente a Washington, y John, en el duelo que hizo contra él, pudo morir; y lo hizo solamente para calmar a mi padre. A causa de eso, mandaron a mi padre de vuelta a casa, y se enteró de que mi madre estaba embrazada de mí. Explotó la batalla de Yorktown, la cual nos ayudó a conseguir nuestra independencia y al poco tiempo, nací yo.

 - No me quiero imaginar a un Philip de niño, ¿te imaginas la ternura que me daría eso?

 - No te hagas muchas ilusiones, de niño era un desastre.

 - Haz como que no he dicho nada. 

 - A partir de este momento que te contaré, todo va para abajo. John murió, mi padre fue elegido para la convención constitucional y propuso su propia forma de gobierno, lo cual impactó a todos tras hablar por casi seis horas. - vio que mi ojos se abrieron de forma anormal - Sí, seis horas. Tuvo una pequeña discusión con Burr esa misma noche. Más tarde decidió unirse con un par de hombres para escribir los "papeles federales", unos ensayos para defender la nueva constitución. Planeaban escribir veinticinco ensayos divididos entre ellos tres. Al final mi padre escribió de más obteniendo en total ochenta y cinco; en tan solo seis meses. Finalmente fue escogido para dirigir el departamento de tesoros. En 1789 conoció a Thomas Jefferson, con el cual siempre está en conflicto, y con el cual se peleó por establecer el banco nacional.

 - Realmente es un prodigio, sería imposible para una persona normal llegar a tanto siendo tan poco en un principio. 

 - Bueno... Todo lo bueno tiene su parte mala. - dijo con lágrimas brotando de sus ojos. 

 - Philip, por favor, no llores. 

Pasé mi brazo al rededor de su espalda para brindarle un abrazo. Sus brazos pasaron al rededor de mi cuello para dejarme atrapada entre ellos y su pecho. Su pelo caía sobre mi cara y me hacía cosquillas, pero por más que quisiera reír no podía, él estaba llorando sobre mí contándome las preocupaciones que no le dejaban dormir.

 - Él hirió a mi madre, demasiado. ¿No te has percatado que apenas intercambian palabras? 

 - No es difícil darse cuenta. 

 - Cuando mi madre y mi tía fueron de viaje a ver a mi abuelo, él la engañó con María Reynolds, mujer de un hombre que lo chantajeó para sacarle dinero a cambio del silencio. Al final no sirvió de nada ya que hubo un reportero que notó los intercambios de dinero y mi padre habló solo. Todos se enteraron de lo que hizo dejándonos a todos en ridículo. 

 - Por eso tu madre le mira así. 

 - Sus miradas tan poco son muy discretas, aún está resentida. Y él... siento que no está tan arrepentido como debería. En el colegio me llegaron a molestar por eso. A veces nosotros, los humanos, herimos a los demás sin siquiera darnos cuenta. 

Y ahí me di cuenta, qué tal mal estaban todos. Alexander se hizo a si mismo desde la nada, Eliza estaba tocada por amor y él, implicado en ambos problemas.

 - Siento haberte atormentado con todo esto, - me cortó antes de que pudiera hablar - ¿quieres volver dentro? Tu piel está fría. 

Subimos discretos a los cuartos y me pidió si podía tumbarse un momento conmigo, y así fue como, aún llorando, se durmió a mi lado.

[editado]

Always on my mindDonde viven las historias. Descúbrelo ahora