Todo iba de maravilla en la vida de Quackity, o al menos superficialmente era así, estaba saliendo con un hombre que finalmente lo hacía sentir amado, la parte mala y la que trataba de ignorar era la de que ese hombre está casado y además es el papá de uno de sus alumnos, pero en fin, Quackity se hizo el ciego ante ello lo mejor que pudo.
Laboralmente le estaba yendo fántastico, al parecer ya había recibido varias solicitudes de más papás interesados en mandar a sus hijos con él y eso lo ponía más que feliz.
Y ni que hablar de su estado emocional, por fin estaba logrando salir adelante después de la pérdida de su hijo, gracias a Spreen a quien le abrió su corazón semanas atrás.
Lamentablemente Quackity sabía muy bien que lo bueno dura poco.
Pasando el fin de semana, nuevamente se encontraba un día lunes recibiendo a todos los niños nuevos que se integrarían a su kinder. Como siempre les pidió que hicieran una fila para tomarles lista y asignarles un asiento.
—Muy bien, ¿Biden? —habló en voz alta el nombre que tenía marcado de primero en su lista.
Un niño demasiado delgado se presentó en frente de él, no había mucho que destacara en él a diferencia de los demás que parecían derrochar litros de personalidad y eso extrañamente lo hacía destacar, en la perspectiva del pato.
—Es usted muy guapa —dijo el niño de repente, sacándole una sonrisa a Quackity.
—Ay gracias, pasa toma asiento donde gustes —contestó sin intentar corregir el pronombre femenino por el que fue llamado.
—A veer, ¿Tallulah? —el profesor no pudo disimular su rostro de sorpresa, ese nombre le trajó el recuerdo de una persona, una que quisiera no recordar.
—Here, señor —una niña más bajita que los demás levantó la mano hasta atrás de la fila.
Quackity maldijo mentalmente cuando la vió bien, definitivamente no era su mente tratando de hallarle seis patas al gato, la niña era jodidamente idéntica a él.
Era una réplica exacta de aquel idiota, pero en mujer.
...
—Si tengo una hija la llamaré Tallulah —comentó de repente el chico a su lado.
—Está culerísimo, pinche nombre feo —contestó con una mueca el pato, dando su honesta opinión que hizo que el otro pusiera los ojos en blanco.
—¿Por qué me importaría la opinión de alguien que quiere llamar a su hijo Tilin? —se defendió el contrario con una sonrisa burlona.
Quackity se quedó en silencio, ofendido.
—Estoy bromeando, Tilin es buen nombre... —trató de arreglarlo al ver la molestia en su cara.
Quackity sonrió, nuevamente de buenas.
—Para un niño con algún retraso mental —terminó de decir riendo, borrando de inmediato la sonrisa en Quackity.
—Vete a la verga, Wilbur.
...
—¿T-tallulah? Waoo qué bonito nombre —terminó por decir nervioso después de regresar a sí después de aquel mal recuerdo—pasa, toma un asiento.
La niña asintió con timidez y se metió al salón.
Los ojos del pato la siguieron de reojo logrando ver que cargaba con una flauta que sobresalía de su mochila.
"Mierda, son idénticos" pensó Quackity.
Decidió que era mejor centrarse en su tarea de seguir recibiendo a los demás alumnos, con suerte podría tratarse de una simple coincidencia tonta. Con eso en mente, su cuerpo se relajó, más o menos, y continuó mencionando más nombres junto con una sonrisa amable.
—Vamos a iniciar el día de hoy con clase de arte mis niños, mmm... el día de hoy van a dibujar a sus papis y mamis, tienen una hora, ¿ok?
Los niños contestaron con un sí al unísono, Quackity tomó asiento detrás de su escritorio mientras fingía teclear algo en su laptop, la realidad es que no le quitaba el ojo a la concentrada Tallulah, quien pintaba con una sonrisita en su lienzo.
Probablemente el pato la estuvo observando tanto que la niña sintió la mirada y volteó a su dirección pero lo único que vió fue a su maestro tecleando efusivamente sobre la laptop, muy metido en su rollo, así que se encogió de hombros restándole importancia.
Por su parte, Quackity desvió la mirada tan rápido como un milimetro de un mechón de cabello en Tallulah se movió y comenzó a teclear letras al azar en su teclado fingiendo escribir algo.
A decir verdad, los nervios lo estaban matando, sí es que se trataba de la hija de Wilbur, eso quería decir en primera que es un hijo de puta y en segunda que es un pendejo. ¿Por qué mierda lo abandonó por su embarazo si tres años después iba a volver a aparecer y ahora con una hija?
Espera.
—No tiene sentido —susurró para sí, llamando la atención de los niños quienes voltearon a verlo con signos de interrogación—no, no, ustedes continuen mis amores.
Terminó de decir con su característica sonrisa dulce y esa voz acaramelada, los niños le sonrieron y volvieron a lo suyo.
El maestro estaba teniendo un conflicto muy grande dentro de su cabeza. Es imposible que Tallulah sea hija de Wilbur, o al menos biológica, lo más probable es que sea adoptada.
Pero eso sólo hace hervir aún más la sangre en Quackity, ¿eso quiere decir que los abandonó a su probable hijo y a él para poder adoptar a una niña años después?
Eso no tiene puto sentido, pensó.
—¡Biden se está comiendo la pintura! —gritó Leonarda, apuntando al niño quien se estaba chupando los dedos embarrados en una mezcla azul y verde.
—¿¡Qué!? ¡Biden, no! —el profesor corrió rápidamente hacia él, exaltado—la pintura no se come, mi amor, te va hacer doler la pancita.
Gracias a Dios las pinturas no eran tóxicas, aunque igualmente se llevó el susto. Tomó al niño de la mano y lo llevó al baño para que se lavara las manos y se enjuagara la boca.
Después de un pequeño sermón a Biden, dió por finalizada la clase de arte llamando uno por uno de los niños para que le llevaran sus dibujos al escritorio.
Quackity estaba un poco ansioso, pero aún tenía el miedo de no querer enfrentar la verdad, así que decidió dejar a Tallulah de última en lo que trataba de prepararse mentalmente.
—Ramón, ¿puedes traer tu trabajo, corazón?
El mencionado se dirigió al profesor y le enseñó su pintura cuidando que sus compañeros no la vieran.
El pato se sorprendió al ver la figura de Spreen, era un dibujo infantil y de trazos torpes pero aún así cualquier persona podría decir que se trataba de ese oso cien por cien, a su lado se encontraba Fit, el otro papá de Ramón, sonteniéndolo en brazos con una sonrisa.
Quackity no pudo evitar tragar saliva y sentir un pinchazo de amargura en su corazón. A veces de verdad se olvidaba de esa parte de Spreen, donde este ya era un hombre de familia.
Se sintió como la mierda más mala del mundo.
—Waoo, qué bonita familia Ramón, un merecido diez —sintió que cada palabra fue más forzada que la anterior, aún así suprimió esa sensación horrible en su pecho y formó una linda sonrisa para el niño.
Ramón sonrió ampliamente por la felicitación de su maestro y se regresó a su lugar inflando el pecho con orgullo.
Seguidamente fue llamando a los demás niños, y no hubo nada fuera de lo común ya que conocía a los papás de estos, el único que le sorprendió fue el de Biden ya que en su lienzo estaba Roier, el mismo papá de Bobby y no pudo evitar indagar, la respuesta del niño es que dibujó a su tío porque ya no tenía papás; Quackity ya no quiso preguntar más después.
Y finalmente, la cereza del pastel.
—Muy bien, ¿puedes traerme tu dibujo, Talullah?
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Clases Personales | Spreeckity
FanfictionDonde Quackity es maestro de kinder y Spreen intenta sobornarlo para que su hijo apruebe. 🍎Q!Quackity x Q!Spreen 🍎QSMP AU. 🍎Probable contenido +18. 🍎Masoquismo leve. Ninguna imagen es mía, todos los créditos para sus respectivos creadores. 19/04...