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El separarse era algo que Fit llevaba pensando desde hace ya tiempo, lo supo desde un principio, que Spreen no lo amaba y nunca lo haría, que su matrimonio era algo que jamás iba a ser real en el modo en que le hubiera gustado que fuera. No es como si tuviera sentimientos reales por Spreen, desde el principio hasta el día de hoy, nunca existieron.

Sin embargo, después de haber compartido su día a día durante años con alguien no pudo evitar desarrollar aunque sea algún tipo de cariño, no romántico, simplemente cariño. Además estaba el hecho de que tuvieron un hijo, por presión de sus padres, claro, pero aún así Ramón existía gracias a ellos, gracias a Spreen. Amaba a su hijo más que nada en el mundo, todo el amor que nunca sintió por el argentino si que pudo sentirlo por ese pequeño niño.

Qué ironía que ese mismo niño que amaba más que a nadie sería la razón de su divorcio. No era su culpa exactamente, simplemente era lo que había a su alrededor.

Para ser precisos, el kinder al que asistía y siendo aún más exactos, su profesor.

Aquel que siempre lo recibía con una sonrisa amable al recoger a su hijo. Ese mismo era el que se cogía a su esposo a sus espaldas.

Maldijo un montón de veces a Spreen, quien ni siquiera tuvo el interés en intentar de ocultar bien su infidelidad. Dejando su laptop encendida sobre el escritorio de su habitación compartida. Y Fit lo jura, no era su intención enterarse, simplemente iba a ver la hora antes de apagarla pero sus ojos se movieron más veloces y terminaron por leer un extraño correo.

El asunto era "Clases personales", por un momento la intriga lo invadió creyendo que se trataba de Ramón volviendo a repetir el año, conocía el correo de su maestro, pues a veces le llegaban avisos sobre la escuela de su parte.

La sorpresa fue demasiado grande, logrando que se atragantara con su propia saliva después de darle click y leer de lo que en verdad se trataba.

Sea por donde lo viera, era una explícita invitación a tener sexo.

El shock lo dejó paralizado por unos segundos que parecieron eternos, pensó en muchas cosas, rogó mentalmente que esto fuera un mal sueño. Pero lamentablemente no lo era, se sintió triste, no porque Spreen le hubiera sido infiel sino por Ramón, ¿cómo podría explicarle algo así a su hijo? de ninguna manera, tampoco es como si el hecho de tener a sus papás separados no le fuera a afectar tan repentinamente.

Fit se encontraba encerrado, fingir demencia no era una opción pues su orgullo no se lo permitía, tampoco quería tener esa incómoda conversación con Spreen donde le confirmara todo.

Estuvo pensando un buen rato hasta que por fin tomó la decisión que creía más correcta, llamó a su abogado de confianza para comenzar a tramitar los papeles del divorcio.

Después de una breve llamada y que todo quedara momentáneamente solucionado fue que tomó las llaves de su auto, dispuesto a ir a recoger a Ramón de la escuela, ya casi era su hora de salida.

No tardó en estacionarse y encaminarse hacia el salón, como siempre Ramón lo esperaba ya listo con su mochila colgada y un dibujo en sus manos.

—¡Mira papi, los dibujé a ti y a papá Spreen! —la animada voz de su hijo lo recibió, sacudiendo la hoja de papel colorida en sus pequeñas manos, una sonrisa de felicidad inocente adornando su carita.

Fit le dió un rápido vistazo por respeto a su hijo, la realidad es que ahora no quería saber nada de Spreen. Aún así forzó un halago para el dibujo que apenas y había visto, cosa que hizo sonreír más al niño.

—Vamos a casa.

—Deja me despido del profe, ¡byee profe Quackity! —de verdad parecía que las cosas se estaban luciendo para Fit, la segunda persona de la cual no quería saber nada ahora le sonreía a su hijo y a él, mientras agitaba una de sus manos en despedida.

Fue inevitable para Fit no llamarlo hipócrita en su mente.

Con un suspiro, fue que salió con Ramón de la mano, no queriendo gastar más pensamientos en estas personas.

Quackity estaba en su propio lío mental que ni siquiera le dió importancia a la mala mirada que le dió el otro papá de Ramón. Después del día de ayer en el que Wilbur lo atrapó besando a Spreen, no podía dejar de repetir la escena en su mente.

Todo pasó tan rápido, Wilbur pasando de felicidad a sorpresa y finalmente llegar a la tristeza para luego retirarse sin decir nada más, era algo que no dejaba de repasar en su cabeza. Wilbur jamás había sido tan expresivo, ¿por qué tuvo que verse tan dolido? Definitivamente Quackity tuvo que sentirse un poco mal, a pesar de todo, seguía siendo humano y sentir empatía era parte de.

Por un momento quiso ir detrás de Wilbur y quién sabe, tratar de que quitara esa expresión de dolor de su cara que genuinamente estaba molestando a Quackity.

Además, también estaba Spreen, con un interrogante volando en cada poro de su cuerpo, exigiendo con la mirada una explicación, porque si, Quackity lo conocía tan bien ya que el argentino ni siquiera necesitaba decirle con palabras lo que sentía.

Así que no sólo estaba la intriga por saber qué mierda fue lo que sea que le iba a decir Wilbur y sus cambios de humor raros; sino que también le debía explicaciones a Spreen pues parecía estar a nada de malinterpretar las cosas.

Aprovechó que ya había finalizado su jornada para mandarle un mensaje a Spreen, invitándolo a su casa más temprano de lo usual. Ya no había niños en el aula, Tallulah no fue ese día, de cierto modo lo esperaba pero también hubiera estado bien aclarar las cosas de una buena vez con Wilbur.

Tenía que hacerle saber que ya había alguien más en su vida, aunque al principio estaba reacio a darle una pizca de importancia al británico, después de haber visto lo de ayer creyó que estaría bien decirle como eran las cosas ahora.

Para evitar hacerle perder el tiempo, o algún malentendido con Spreen. Quería evitarse ese tipo de cosas.

Por primera vez en su vida volvía a sentirse feliz y no dejaría que ningún tercero viniera y se lo arruinara así sin más.

Su celular vibró en su mano, Spreen respondió a su mensaje, más seco que nunca. Quackity maldijo, tenía que darse prisa a hablar con él.

Caminó hasta su casa y una vez dentro se fue directo a ducharse con agua fría para calmar el dolor de cabeza punzante que había llegado de repente.

Ya limpio y con ropa cómoda se dedicó a esperar al argentino mientras descansaba en su sillón, con su laptop en las piernas revisaba algunos documentos. No supo cuánto tiempo estuvo así, no fue hasta que el sonido del timbre lo hizo levantarse.

Vió la hora antes de ir a la puerta y se percató de que Spreen había llegado antes de la hora citada. Su corazón se sintió aliviado, por fin podría aclarar sus dudas y seguir con su vida.

Pero al momento de abrir la puerta no solo no se encontró con la persona que tanto esperaba, sino que también un ramo de rosas rojas captó su atención.

—¿Wilbur?

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⏰ Última actualización: Feb 24 ⏰

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