"El enemigo de mi enemigo..."

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Los goblins alzaron tiendas de campañas en el bosque, las bajas dolían en sus corazones y las pérdidas de sus hogares resonaban, pero debían ser fuertes para seguir adelante.

Las fogatas brillaban en la oscuridad de la noche, y en grupo se consolaban los unos de los otros, no obstante, había una pareja que se alejaba de ellos.

El gran líder Wrath pidió que lo dejarán a solas con su acompañante, los goblins no se negaron, pero no ocultaban su gran curiosidad por la delicada dama de blanco con la que vino.

Wrath bien se sentía inquieto por la presencia de la joven, como quería mostrarse de confianza quiso tener gestos con ella.

Le ofreció tratar sus heridas con ungüentos especiales, pero ella misma se curó con encantamientos, se presentó ante ella pero en respuesta recibió silencio sepulcral, lo cual trae el principal problema aquí, ella no decía absolutamente nada.

Lo siguió en silencio cuando le pidió que escuchara su trato, pero no han podido hablar absolutamente nada.

Pero hubo algo que si hizo efecto, la comida.

Tan pronto le preguntó si tenía apetito, su faceta se iluminó, entonces por fin descubrió algo de ella, es una comedora compulsiva.

Los goblin traían y traían platillos sin cesar, y ella los devoraba y devoraba con gusto. El oni no podía negar que esto le asombraba, es decir ¿Dónde pone todo eso? Luce tan delgada...

—Come hasta estar satisfecha, nos aseguramos siempre de tener abastos de comida—Le dijo, ella asintió en respuesta teniendo un poco de pescado en la boca.

Wrath no puede evitar esbozar una sonrisa ante lo ridículo de la escena, antes la chica lucía tan exhausta que parecía a punto de desmayarse, pero ahora era como si regresara a la vida.

"Ella es curiosa" pensó para sus adentros.

No obstante, por mucho que quisiera disfrutar el momento, su mirada se desvía hacia donde está su gente, los rostros de preocupación y dolencia que sufrían sus seres queridos le dolían en su ser, y eran un recordatorio de porque trajo una extraña a sus aposentos en primer lugar.

Por eso, se decidió a enfrentarla de frente.

—¿Eres una Aracne?—Dijo por fin, Blanca sin abrir sus ojos alza su gesto hacia él, cabe resaltar que aun masticaba comida.

No es que no supiera por que la llevó a ese sitio en primer lugar, de hecho, esperaba por completo que él soltara lo que ambos pensaron en ese momento.

"Una alianza contra el centaleón", Blanca no tenía otra intención para seguir a ese Oni.

Trabajar en equipo no era exactamente lo suyo, y si fuera posible que ella pudiera derrotar a ese monstruo sola lo haría sin dudar.

Blanca era un alma solitaria, prefería estar a su viento sin que nadie la moleste y hacer las cosas a su manera, pero la situación la superaba por mucho.

El centaleón destruyó gran parte de la madriguera, mató a sus hermanas y se atrevió a burlarse de su persona, el reto era por demás personal para ella, simplemente no tendría cara para ver a Ariel si deja que algo así la supere.

Pero aún así era consciente de que por sí misma no podría acabarlo, no logró hacerle un ataque certero hasta la tregua con Wrath, quién parecía tener las mismas ganas de ella de derrotarlo.

El plan era idóneo, pero había un gran obstáculo de por medio, era una verdad irrefutable del cual era consciente todo el clan de los arácnidos y la misma matriarca Ariel.

CentaleónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora