Ese día llovía a cantaros y tronaban los truenos, el clima se había puesto violento como si fuera un aviso de lo que se les avecinaba.
Debajo de un árbol Wrath observaba el nuevo gran escenario ante él, una montaña rocosa cuya cima estaba en penumbras. Según las indicaciones de su aliada, su objetivo yacía estático en el punto más alto.
Había pasado un tiempo en que ese viaje inició, tiempo en que las heridas del Centaleón se habría recuperado considerablemente desde su enfrentamiento.
Blanca calculaba que en uno o dos días más, la bestia se recuperaría al completo, y sus siguientes objetivos sería regresar a tomar nuevamente los territorios que había marcado, los cuales eras los del clan de la araña y la aldea de los Goblin.
Su gente no estaba en condiciones para otro asalto, y por lo que sabe, tampoco la de Blanca, así que ambos llegaron a la misma conclusión, no debían dejar que ese monstruo llegara a sus familias.
De modo que, incluso si el clima y el terreno no eran favorables, ambos estaban decididos a enfrentarse una última vez contra el monstruo.
Una pequeña palmada en su brazo lo despierta, el joven gira para encontrar a la dama de blanco que lo acompañaba ofreciéndole unos frutos que había encontrado.
Wrath sonríe en agradecimiento por el gesto pero aun así negándose a comer, debido a que el apetito no lo acompañaba en ese momento.
Blanca se posicionó de pie a su lado, comiendo los frutos en su habitual silencio. Incluso con su gesto tranquilo como siempre, la verdad es que la Aracne no ha parado de comer en ese día.
Cada que gira a verla tiene algo en su boca, un trozo de carne, pescado o en este caso unas pequeñas moras, comía con el gesto perdido hacia el frente.
Y lo entendía, estaba preocupada, aunque estaban de acuerdo en que no había otra opción para proteger a sus clanes, la situación actual era desfavorable, la lluvia caía cantaros, había un acantilado al lado de la montaña y no sabían que tan recuperado estaba su enemigo, es como si la suerte se burlara de ellos o tal vez el centaleon era más astuto de lo que pensaban.
El oni suspiró, y con naturalidad posó su mano en el hombro ajeno dándole un suave apretón. La Aracne no se mostró incómoda pero si dirigió su atención hacia él.
No dicen ni una palabra, pero se respira un aire de confianza entre ellos, cualquier cosa que pudieran decir solo estaría sobrando para todo lo que ya sabían.
Blanca toca suavemente el brazo de Wrath, como un gesto de ánimo y confianza. Él le devuelve la mirada, sin decir nada, pero con los ojos llenos de determinación y respeto hacia su compañera.
Había estado ansiosa durante todo ese día lluvioso, devorando todo cuanto fuese comestible, la sola idea de fallar no solo retorcía sus entrañas, ya que no solo perdería su orgullo y faltaría a sus hermanas, sino que la misma Ariel podría matarla de la decepción, no de forma física, solo la vería con esos ojos opacos de desilusión que dolía más que mil puñetazos en el estómago.
Si bien sus hermanas no la echarían, Blanca probablemente elegiría morir antes de darles la cara en derrota, era demasiado para ella.
Pero ese encantador gesto silencioso de su compañero logró tranquilizarla, era un susurro de aliento que no necesito de palabras molestas o una conversación cursi pero que era más que suficiente para calentar su interior, haciendo que soltara los frutos que le quedaban, porque al fin se sentía llena.
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Centaleón
Fantasy¿Qué tan rápido puede cambiar tu destino? Blanca, una matriarca suplente de arañas, y Wrath, el líder de un clan de goblins, nunca imaginaron que se unirían para luchar contra un enemigo común. En la cima de una montaña en medio de una tormenta fero...