Una chica con escasos recuerdos de su pasado y que apenas conoce su propio nombre. Deberá vérselas por sí misma, para resolver los enigmas que encierra su propia identidad y el poder que posee para viajar a través de distintas dimensiones.
Sinbiha...
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Navegar en un transatlántico de inicios del siglo XX, no era ni por asomo lo que me imaginaba al pedir aquel deseo. De cualquier forma fue un milagro que el portal se abriera dentro de la embarcación y no en medio del agua.
—¿Estás segura que podrás abrir el portal cómo antes? —preguntó Zean por décima vez mientras subíamos hasta la cubierta del barco.
Era cada vez más molesto, pero no podía reclamarle, después de todo él logró sin problemas obtener agua, comida y ropa acorde a la época en la que llegamos; aun así no me quedaría quieta sabiendo cuantos accidentes marítimos solían haber por aquella época en los diferentes universos que visité. Sonará egoísta, pero si debíamos escapar quería estar segura de poder usar un bote salvavidas antes que nadie.
—Debo hacerlo, porque a menos que sepas sobre navegación náutica, no podremos salir de este mundo —respondí una última vez para seguir caminando delante de él.
A Zean le costó un tiempo entender que por el simple hecho de haber aparecido en una embarcación en constantemente movimiento era imposible, aunque nos quedáramos en el mismo lugar en donde se abrió el portal, volver a abrirlo con la misma regla de otros viajes, cuando la ubicación era inerte y mínimamente accesible por tierra.
Debido al movimiento del barco, sería imposible retroceder en nuestros pasos para ubicar el mismo lugar en el que se abrió el portal. Además estaba segura de que si podía influir en mi llegada a las dimensiones, como lo había hecho pensando en un lugar lleno de agua, también podría abrir el portal en cualquier otro lugar como lo hice en el desierto, desde ese momento debía romper las reglas que conocía sobre mis viajes.
Aunque, incluso si decía eso con seguridad el terror todavía se mantenía en una parte de mí, oculta por el acelerado palpitar de mi corazón en medio de la ansiedad e incertidumbre por lo que pasaría si mis suposiciones no fueran correctas. Quizá estaba siendo arrogante al creer tener el control y pronto sería castigada por mis acciones tan impulsivas, era desagradable, pero el hecho de recibir castigos por malas decisiones era un pensamiento que tuve desde el principio, aun cuando mi conciencia estaba vacía luego de perder mis recuerdos. Lo que hice para sobrevivir, entre robar ropa, comida y medicamentos, aunque puse la excusa de hacerlo por mi propia sobrevivencia; no dejaban de ser actos cuestionables desde otros puntos de vista. Pero no soy igual al resto que tienen familiares y amigos a quienes pueden acudir para ser ayudados cuando lo necesiten, yo siempre estuve sola, sino me preocupaba por mí misma nadie más lo haría o al menos así era la mayor parte del tiempo.
Ahora tenía a Zean, que más que un amigo era un subordinado que últimamente se pasaba de listo y antes de él hubo alguien a quien no debo recordar porque creo que no merezco ni siquiera rememorar nuestro pasado. De cualquier modo, mi más grande objetivo era sobrevivir y descubrir mi verdadera identidad, no tenía tiempo para seguir reprochando mis propias acciones.
—Conseguí esto de la clase alta y creí que serían cómodos, no un completo fastidio —se quejó de las ropas extravagantes que traía encima.
—Mientras nadie los reconozca y nos acuse de ladrones, no me incómoda en lo más mínimo —replique sabiendo que omití ponerme varios de los incómodos accesorios que tenían los vestidos.