1. Hestter

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Me despierto de madrugada con los movimientos del bote al viajar por la superficie del mar, noto que las redes  se hunden mínimamente y despierto a mi abuelo.

_¡abuelo!...¡abuelo!, las redes ya tienen peces

_oh..._se levanta poco a poco_venga vamos a subirlas al bote que se nos escapan_subimos las redes poco a poco y le Sonreí a mi abuelo mientras él observaba a los montones de peces que había en el bote con felicidad, hoy era uno de esos pocos días en los que la pesca era buena y habían suficientes para vender y comer_el día empieza bien, gracias a ti

_no digas eso abuelo...

_¡es verdad!, no sé qué haría sin ti. Te levantas temprano y miras las redes, te encargas del huerto, cocinas, lavas, me acompañas a pescar y luego lo haces todo tu... Eres una bendición

_gracias abuelo, venga tenemos que ir al mercado, el pescado no se vende solo.

Las costas del reino de Ávidos estaban siempre llenas de botes, cada una con una señal del propietario para no haber confusiones. Dejamos el bote al lado de los montones de botes que habían y nos dirigimos al puerto, donde se encontraba el gran mercado.
Una vez llegamos, montamos el puesto y me dirigí hacia nuestra vieja casa donde teníamos el huerto de frutas y hortalizas, era pequeño pero aportaba algo a nuestra economía y no es para presumir pero siempre las mantenía en buen estado.
Volví al mercado con una gran cantidad de verduras y hortalizas, formar un puesto en una zona desde la que puedo ver a mi abuelo y esperar a los clientes.

Pasan varias horas y poco a poco me van comprando las verduras y alguna que otra fruta, observo a mi abuelo desde mi puesto y puedo verle vendiendo los pescados que estaban a punto de terminar, por supuesto habíamos apartado los que eran para la cena de hoy, me refería a los que eran para vender. De un momento a otro aparece un hombre vestido con una camisa marón, unos pantalones grises y un largo abrigo negro. Tenía el pelo marrón, una barba del mismo color y unos ojos negros.

_buenos días, ¿qué puedo ofrecerle señor?

_¿señor?...

_entonces ¿cómo debería referirme a usted

_porfavor no me hable de usded señorita, me hace sentir viejo. Habitualmente suelen llamarme capitán

_¡¿de un barco?!_pregunté emocionada_lo siento, disculpa mis modales

_no pasa nada, y sí soy capitán de un barco

_entonces... ¿qué puedo ofrecerle?, capitán

_me llevaré todas las frutas y verduras que tengas

_bien_las puse todas en sacos que después le entregé_aquí tienes

_¿cuánto te debo?

_son treinta monedas de oro

_entonces te daré cuarenta monedas

_no...no puedo aceptarlo

_¿porqué?, es un regalo por haberme tratado tan bien

_no podría aceptarlo sin darle algo a cambio

_entonces deme ese lindo colgante

_no tiene ningún valor moneterio pero para mi es el más grande tesoro, era de mi madre

_lo siento,

_no pasa nada, puedo darle mi broche_ le enseñé un broche en forma de rosa roja que siempre llevaba puesto

_lo acepto gustoso y espero verla otra vez, para poder devolverla el broche

_tal vez, el mundo es un pañuelo

_y espero que esa vez pueda acompañarme a viajar por el mundo en mi barco

_...

_noté el brillo en sus ojos al mencionar mi barco.

_tal vez le acompañe.

_tal vez..._susurró.

El capitán se fue con las bolsas en sus manos, entonces escuché un ruido en el puesto de mi abuelo, me giré para ver qué era y pude ver a dos guardias  gritándole a mi abuelo. Después de ver esto no podía quedarme quieta por lo que me acerqué corriendo.

_¡¿qué es lo que pasa?!_grité

_nada mi niña, tranquila...vuelve al puesto

_¡claro que pasa algo!, sino los guardias del rey no estarían aquí

_no nos envía el rey_dijo uno

_¿y quién les envía entonces_pregunté

_el Archiduque de voltrox nos envía

_¿para qué?

_para llevar ante él a la señorita llamada Hestter

_soy yo

_no...mi niña

_déjalo abuelo no tengo nada que temer, no he hecho nada malo

_escepto nacer_susurró un guardia

_¿qué dijo?

_andando_dijo el otro agarrándome bruscamente del brazo.

_¡suelteme!_grité_se andar por mis propios pies

_pues camine.

Dejé a mi abuelo en el puesto y me subí con los guardias al carruaje que me llevaría al palacio del Archiduque.
Por el camino no dejaba de preguntarme para qué me quería ver el archiduque, ni siquiera le conocía, no sabía quién era y no tenía idea de qué quería de mí.

Al llegar al muro que separaba el territorio de fuera del castillo del archiduque me quedé con la boca abierta, las rejas eran de oro y el muro era muy alto y era de mármol, pero nada se compara a lo que ví por dentro. Los jardines llenos de rosas apartados por colores, primero rosas rojas; después amarillas; siguiendo las azules y por último las blancas. También habían varios árboles de cerezos, manzanos, y otros. En cada esquina había un guardia vigilando por si había algún intruso. El castillo no era para menos, estaba pintado de blanco y tenía varias torres que terminabas en hermosos tejados pintados de azul, por las paredes habían varios adornos pintados en oro, y la puerta principal tenía dos pilares, uno a cada lado sujetando la parte del tejado que brindaba sombra a la entrada principal, donde estaba parado un mayordomo. A lo lejos se veía un edificio, no tan glamuroso como el castillo pero muy bonito.
Llegamos a la entrada del castillo, el carruaje se detuvo y los guardias me dieron la mano para ayudarme a bajar del carruaje pero la rechacé y bajé sola lanzándoles una mirada de maldad.

_buenos días señorita...

HestterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora