Mis alfas.

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*Capítulo especial, leer bajo su propio riesgo*

Todo se mueve tan rápido que no logra resgistrar cómo llegó hasta el centro, atrapado entre al menos cinco alfas.

Las feromonas le hicieron ver colores, en medio de la bruma. Amarillo, rojo, blanco, morado... todos como un torbellino difuso. Su cuerpo quema, todo es como un remolino de aromas agradables, su omega se encuentra tirado panza arriba listo para lo que venga, mientras él no termina de darse cuenta que está en medio de tantos alfas completamente interesados en su aroma.

Los labios cálidos y húmedos de un alfa rubio le hacen reaccionar, su boca se ve invadida del sabor de las feromonas que lo atrayeron a ese lugar. Mandarina y canela, una mezcla cítrica y picante que le hace gemir en medio del beso. 

Ha besado y tocado a los omegas del otro nido, pero nada se compara con sentir la diferencia de tamaño entre omegas y alfas, se siente totalmente protegido entre esos fuertes brazos. El rubio de ojos rubí parece tan perdido en sus instintos como él, eso no impide que no puedan verse y reconocerse por un breve instante como omega y alfa 100% compatibles. Pero no solo se encuentra con él, otro alfa de cabello rojo lo atrae con sus feromonas, así que por un instante sus ojos verdes dejan de hacer contacto directo con los rubíes para buscar la fuente de ese aroma a frutos rojos que también le hace estremecer. Lo ve, es un alfa grande, no tan musculoso como Mirio, de la tienda de conveniencia, pero sí rivaliza con el alfa rubio que le muerde con fuerza un pezón para que regrese a verlo solo a él.

Todo es confuso, pero agradable, siente como esos dos alfas lo olfatean por completo, atraídos a su centro, donde su lubricante mancha los cojines.

Lenguas húmedas y cálidas se encargan de limpiarlo y llenarlo de marcas entre los muslos. Sus gemidos necesitados hacen estragos en los otros alfas que se habían quedado alejados, intimidados por los dos que ya le prestaban atención.

Es una regla, aunque sean alfas y estén en medio de su celo, el control de sus instintos para evitar peleas es un requisito para ingresar al nido colectivo. Por lo que no le asusta que más alfas se acerquen.

Su omega se regodea por las atenciones, nunca había ronroneado tan fuerte, pero incluso su lado racional se encuentra hecho papilla al sentir los besos del alfa que había conocido en la recepción desde su primeraz vez en el nido, mientras los otros alfas siguen lamiendo y succionando su miembro y entrada. Incluso un alfa de cabello de dos colores se frota en una de sus piernas. Es un enredo, donde apenas es consciente del lugar en que se encuentra cada parte de su cuerpo. 

Un alfa albino gruñe en su cuello al notar el collar negro que cubre su glándula principal, los demás gruñen en respuesta al sentirse de alguna manera molestos por la misma situación. Izuku gimotea pidiendo que no se detengan, está tan cerca de un primer orgasmo que simplemente no le interesa lo que opinen esos alfas, sobre el collar. Al estar en el inicio de su celo, Izuku aún está seguro de no querer una marca ni cachorros. 

Valiente como nunca, atrapó al alfa rubio con sus piernas, acercándolo a su centro, ninguno habla, pero el rubio entiende que lo quiere dentro. 

Dios, nunca pensó que el miembro real de un alfa sería tan grande comparado con sus juguetes. El alfa pelirrojo ayuda besando su vientre y ronroneando sobre él para calmarlo.

Izuku no tiene tiempo de gemir cuando el miembro del alfa bicolor se hunde en su boca, gustoso lo lame y besa sintiendo con claridad el sabor del alfa; madera y sándalo, delicioso.

Sus manos pronto son ocupadas, sienteo como esas vergas calientes se frotan entres su dedos. El alfa rubio comienza a moverse arrancándole el aire de los pulmones y haciéndolo ver estrellitas. Todo es calor y placer. Sus feromonas salen sin control, haciendo que sus alfas sean parte de su frenesí. Las estocadas profundas y rápidas le revuelven todo su interior. No sabe como para con el pene de un alfa en su cara mientras este le succiona su pequeño pene omega. Sus manos siguen ocupadas mientras ambos alfas hacen lo que quieren con su cuerpo.

Las horas pasan, ya ha tenido el nudo del alfa rubio metido en su entrada, manteniéndolos unidos mientras él sigue atendiendo a los otros que también buscan una primera liberación. 

El esperma caliente cae sobre su cuerpo, nunca había sentido algo así, los alfas satisfechos lo vieron mientras con sus dedos recogía todo para llevárselo a la boca. Una deliciosa mezcla de escencias.

Todo comenzó cuando de nuevo fue consciente de su calor. Reaccionó cuando  el alfa pelirrojo lo tomó de las caderas para subirlo a su regazo. Nunca ha montado a un alfa, pero es una sensación de poder que le encantó. Sus caderas rebotando sobre esa enorme verga mientras otro alfa de pie le deja su miembro a la altura perfecta para lamerlo y ahogarse con él. Todo es tan caliente que no puede pensar, solo sabe que su entrada está siendo estirada hasta el borde. Sus ojos cristalizados por las lágrimas dejan de enfocar, el alfa pelimorado se ha unido al alfa pelirrojo que lo embiste desde abajo, ambos lo penetran tan profundo. Grita, gime, aruña, no sabe a quien, pero se sostiene del alfa que no deja de embestir su boca, todo su cuerpo está sensible. No ha dejado de masajear dos miembros, uno en cada mano, mientras su entrada es doblemente penetrada, su boca ha estado ocupada con uno o dos alfas que llegan para compartir. 

Ver a dos alfas besándose y ayudándose a acabar lo lleva al segundo orgasmo de la noche, la primera de tres que pasará en medio del frenesí. El alfa pelimorado sale anudando en su propia mano, mientras el nudo del alfa pelirrojo lo llena profundo.

Ambos alfas de pie, se vienen en su boca, llenándolo de su escencia que gustoso traga de nuevo. Los brazos del alfa rubio lo toman por la cintura. Todo a su alrededor es confuso mientras siente que es llevado, en brazos, es consciente de que aún tiene un nudo en su entrada, pero al parecer, tanto el alfa como él son llevados por sus compañeros. Pronto la sinfonía de gemidos y chapoteos de los demás alfas y omegas queda atrás. A su al rededor aquel escenario de cojines infinitos y cuerpos enredados desaparece. 

Izuku es llevado a una habitación para parejas... con cuatro alfas diferentes que han decidido compartir al omega perfecto.

Nido ColectivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora