Destino

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Sus labios se sentían estirados, tratando de contener varios miembros a la vez, su entrada era llenada una y otra vez por los alfas que aún medio del frenesí del celo, se turnaban para anudar sin pelear. Todo su cuerpo era sobreestimulado por besos y mordidas cariñosas.

Sus ojos apenas lograban enfocar inundados en lágrimas de placer.

El alfa rubio dormía abrazado a su cintura, descansando después de llenarlo tantas veces. Era el segundo día, aunque ninguno era consciente de llevar follando más de veinticuatro horas contínuas. 

El alfa bicolor, dormía a un lado de su cabeza, acurrucado. El alfa pelirrojo besaba perezosamente sus pezones, mientras el alfa pelimorado lo tenía aún tomado de ambas piernas para poder cogerlo profundo. Su garganta lastimada por gritar tanto no le permitía más que gemidos tenues demostrando lo mucho que le gusta que el miembro de ese alfa siga estimulando su próstata. De nuevo su entrada se vio estirada al recibir el nudo del alfa que gruñó dejándose caer entre sus piernas. 

Todo exhaustos por atender el celo del omega, durmieron unas horas para seguir al despertar. 

Izuku no era consciente del lugar al que había sido llevado, tampoco de la forma en que sus alfas alejaron al pelinegro que había luchado con sus colmillos por romper el collar en su cuello. Todo sabían muy bien que a ese lugar no iban a conseguir una pareja, simplemente a descargar su líbido, por lo que lo dejaron atrás cuando llevaron al omega perfecto a las habitaciones privadas.

Shinso había entrado pues también estaba cansado de encerrarse durante su celo, su madre lo había convencido de hacer uso del nido. Así, que era su primera vez dentro, pero al sentir el delicioso aroma a mentas con miel, supo que había sido lo correcto. El lindo omega que llegaba cada mes para entrar al nido omega, por fin había decidido entrar al nido mixto.

Katsuki Bakugo, era un alfa que había perdido a su omega en un accidente, hace varios años ya, por lo que también, harto por la soledad había decidido entrar al nido. Sin saber que encontraría al omega perfecto dentro.

Kirishima es simplemente un alfa joven buscando experimentar. Hechizado por el aroma a menta con miel, decidió que ese omega era el único que necesitaría para su celo, por lo que encantado se dejó llevar  a la habitación privada, aún anudado a ese glorioso trasero.

Todoroki es también un alfa solitario que había frecuentado es nido en los últimos cinco años, decidido a no repetir los errores de su padre que había obligado a su madre a enlazarse con él, por ello no tomaba a ningún omega como pareja, a pesar de ser un empresario exitoso. 

Todos coincidieron gracias al destino, donde un omega pecoso y peliverde, se presentó como el omega perfecto. Aún en medio de un nido colectivo mixto donde cualquiera podía tomarlo. Por ello los cuatro al encontrarse sumergidos en el calor y la posesividad de las feromonas compatibles, aún así decidieron compartir.

En el último día, Izuku despertó por la última oleada de calor, indeciso por qué alfa tomar, su omega ronroneó ante la idea de tomarlos a todos de nuevo. Sus feromonas llenaron el lugar de menta y miel, despertando los instintos en los alfas, que casi instantaneamente mostraron una saludable erección que hizo sonreír caprichoso y orgulloso al omega que sin saber, había marcado a cada alfa con su aroma. 

Los cuatro despertraron al sentir como el omega luchaba por lamerlos a todos, uno por uno para despertarlos y ser atendido como se merece. Katsuki sonrió orgulloso al ser el primero en tomarlo. Fuerte y rudo como le gusta a su omega pecoso. Los sonidos lascivos de sus pieles chocando atrajeron al resto de la manada que se esforzó para complacer al omega. 

El omega pecoso podía regodearse de poder recibir a dos alfas a la vez, gimiendo y ronroneando entre los brazos del pelimorado y del pelirrojo a un metro de altura al estar levantado por ellos, cayendo una y otra vez sobre sus vergas erguidas y listas para llenarlo. 

Gritó de placer, al ser bañado por el semen de los alfas rubio y bicolor. Sintiendose lleno cuando ambos alfas lo llenaron con sus nudos.

-Quiero cachorros, alfas, llénenme.

Ambos se tensaron sintiendo como sus testículos se vaciaban al llenar a ese omega lujurioso que claro que querían llenar de cachorros. Una camada entera, pensaron todos al escucharlo. Luego de que bajaran sus nudos, fue el turno del bicolor y el rubio que más que dispuestos volvieron a penetrar al pecoso que gemía delicioso abrazado al cuello del rubio que mordía con fuerza el collar al igual que el alfa bicolor, ambos luchando por marcarlo.

Izuku veía en el techo, su reflejo gracias al enorme espejo que lo cubría por completo. Su rostro sonrojado y sus ojos con las pupilas dilatadas, rodeado por las cabelleras de ambos alfas que lo tomaban al mismo tiempo. A los lados, los alfas pelimorado y pelirrojo masajeando perezosamente su verga para tenerla lista para él. 

Por fin, para su omega, todo era perfecto.

Horas después, Izuku volvió a despertar, en un enredijo de piernas y brazos, de todos sus alfas. Ya libre de la bruma del celo, se dedicó a olfatear la forma tan perfecta en que sus feromonas combinan con los aromas de los cuatro alfas. Sus alfas.

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Meses después, Izuku no puede quejarse de nada. La primera vez que entró al nido mixto, fue también la última, pues desde aquel día, que al despertar ningún alfa dio su brazo a torcer en dejarlo solo, los cuatro, libres del celo comenzaron una discusión sobre quién sería el alfa del pecoso.

Él les dio una solución sencilla, TODOS serían su alfa si se portaban bien. Por ello, orgulloso muestra en su cuello, cuatro marcas de mordida, y cada mañana despierta en el mismo enredijo de piernas y brazos de sus alfas, los cuatro que por el bien de su omega preñado, han sabido comportarse y vivir en armonía.

Descubrir que el bicolor era Todoroki Shoto, el ceo de la empresa más grande de Tokio, solo había sido un plus. Ya que el bicolor fue el encargado de conseguir una casa lo suficientemente grande para que cuatro alfas no tuvieran que pelear por territorio y por supuesto, un dormitorio tan grande donde su maravilloso nido colectivo cupiera.

FIN

FIN

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