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El entrenamiento avanzaba mejor de lo que esperaba, el siempre estuvo atento a cada uno de los guerreros que se presentaban a practicar y los cuidaba, incluso no iba a dormir sin antes preguntar por ellos y darles de comer mejor para que se mantengan fuertes. En esos pocos días muchísimos habian mejorado sus técnicas con arcos, y más con las armas fáciles, el siempre sirvió para liderar, aunque parecería alguien con una personalidad tímida cuando tenia que ver con el combate se daba vuelta todo.
Gastaba más de diez horas estando parado y moviendo sus brazos, ejercitándose más de lo normal en una semana.
Pero no todo estaría tranquilo, porque un día se presentó tal joven que conocía a la perfección y aunque su corazón ya no sentía lo mismo al verla este dolía y no lo creía, la daba por muerta; él lo vio con sus propios ojos. No confiaría del todo.
La mujer con trenzas se presentó, ya había crecido por lo que se veía más adulta, más callada y más respetuosa.
― Toruk Makto. ― Dijo, apretando su arco con fuerza.
― ¿Qué haces aquí? ― La miró fijamente, ya no le interesaba, ni le importaba, viviría con su recuerdo, sí, pero para él aquella chica que conoció en un pasado no era más que alguien que abandonó su presente.
― Estoy aquí por ti y porque vine a mejorar. ― La joven chasqueó su lengua, para ella era más que obvio.
― Ponte en posición y no quiero ver lloriqueo ¡¿Escucharon todos?! ― Gritó, mostrando ahora sus colmillos más grandes. Si había algo que odiaba era cuando llegaban llorando a él por creerse incapaces de superarse a si mismos más de lo que ya lo hicieron.
Ni siquiera era una guerrera, era más que obvio que no sabía ni una técnica y solo utilizaba una daga, estaba para volver a encontrarlo y el no era tonto pero tomaba esto como un trabajo serio y se tomó el tiempo para enseñarle todo lo más rápido posible, aún dándole atención a todos. El tiempo pasaba más rápido de lo que pensaba y ya las luces de las lunas aparecían provocando que Toruk Makto mandé todos a casa, la única que quedó fue ella.
― Vete, tienes que descansar. ― De pronto, la formada espalda del alto Omaticaya se encontraba en frente de ella, negó que se fuera, tomando con fuerza su brazo, logrando que el de cabello suelto se girará a verla.
― Pensé que ibas a decirme algo. ― Lo miró directamente a los ojos, buscando una pizca de amor y pasión en estos, no lo había. ― Seguimos juntos ¿verdad? ― Decirle eso provocó una mueca en la cara del chico, quitando el agarre de la mano.
― ¿Estas loca? ¿Estar juntos? ¿Quien te crees que eres para tenerme cuando quieras? ― Ira'i no podía creer que pensara eso, no después de que le haya mentido por años.
― Todavía te amo ¿Tú no a mi? ― Y ahí iba esa cara, esa cara que ahora detestaba porque no iba a caer a sus pies nuevamente como lo hacia cuando estaba enamorado de una rosa marchita.
― No, no lo hago, yo no amo a quienes me mienten descaradamente y fingen su muerte como si nada. Años y años creyendo que ya no estabas aquí y ahora te apareces buscando un amor que ya no existe ¿Me viste la cara de idiota? No estoy para tus juegos de mierda en este momento. ― Esa mirada tan vacía que el joven le dirigió hizo que su corazón se detuviera del terror, la conocía a la perfección.
― Volveremos a ser felices, aquí, con una familia ahora, ya somos grandes para cumplir nuestro futuro deseado, por favor...
― Mi futuro deseado no es contigo, ya no lo es, ¡Prefiero manchar mis manos de sangre otra vez hasta llegar a bañarme en ella pero no volver a ser tu pareja! ― Le mostró sus manos, no se encontraba nada en ellas, tal vez en un pasado solo el líquido rojo de la mujer que amaba.
― Después de todo lo que he hecho por ti ¿Me gritas así? Que bárbaro. ― Miró hacía el piso, ofendida, deseando que aquel hombre rogué por su cariño.
― No hiciste nada por mi, lárgate de mi vista, olvídate de mí y ve por alguien más que si desee amarte como crees que lo mereces. Ya encontré a mi persona, hazlo tú también, porque es más que claro que yo no lo soy ni ahora, ni en un futuro. ― Otra vez la visión de la joven se centró en su espalda, su voz quebrada y falso sollozo no provocaron nada en Ira'i. ― Yo te maté.
Se largó de allí con lo último, podía jurar que nunca se comportaba de esa forma pero se sentía más que traicionado por alguien que fue importante en su pasado. Ahora no era alguien más que una simple Omaticaya, no le prestaba importancia, no iba a siquiera mirarla, para él su alma murió en ese momento y no había nada más que hacer.

* * *

El agua cubría sus piernas, sentía la arena en estas y como los pequeñitos peces pasaban al lado suyo, hablaba con su amiga, quien estuvo siempre desde que llegó a sus tierras.
Un presentimiento, un sentimiento horrible le llegaba al pecho, como si se le estuvieran presionando este con fuerza, pensaba en él, en como estaba y no podía evitar preguntarse qué estaría haciendo en la otra punta del pequeño mundo en el que habitaban, él jamás habló de su hogar, siempre que lo hizo era muy por arriba.
― ¿Tu crees que él este bien, Kiri? ― Miró hacia arriba, mientras sus dedos jugueteaban con su propio cabello.
― Más que bien.
― ¿Como lo aseguras? ― Giró su cabeza para dirigir la mirada hacia la muchacha de cabello corto.
― Esta en nuestro hogar, con nuestra abuela, con su gente de toda la vida, sus guerreros. ― Sonrió, Tsireya por dentro se sintió aliviada, tenía razón pero aún así habia un pensamiento que le comía la cabeza y ella no se lo podía guardar, porque aunque amara a aquel joven, no podía estar segura de que las palabras que este dijera fueran ciertas. Es verdad que ella lo notaba, pero nunca estaría cien por ciento segura, porque ella no podía sentirlo, no todavía.

― ¿Él allí... tiene pretendientes? ― y Kiri estalló de risa al escucharla preguntar aquello.
― Lo dudo, al menos cuando viviamos allí nadie le tocaba ni un pelo. No lo sé ahora que esta cambiado. ― Apretó sus labios, su amiga siempre le fue sincera y lo más seguro es que otros ojos estuvieran apreciando a su hombre. "Mmm" fue lo único que salió de sus labios.
― Pero el solo ve a una chica, su corazón se siente feliz por solo una persona... y esa eres tú. Así que no tienes que preocuparte de nada, dudo que alguien ame más que mi hermano.

Era dulce, ese chico conquisto su corazón apenas se le plantó al frente.
Dulce saber que la amaba, que tal vez estaban destinados, que realmente Eywa los quería juntos.
Calidez, eso sentía estando entre los brazos de su Omaticaya y lo extrañaba más que cualquier otra cosa en su vida.
Y ante sus ojos él era el más frágil, como si fuera capaz de romperse con tan solo un brusco toque, no lo veía como un guerrero, como una maquina de matar, era un Na'vi, y no todos lo comprendían.

Salió de sus pensamientos, cuando escuchó una voz masculina gritando el nombre de ambas, ese tono de emoción provocó una sonrisa en su rostro y quien se dirigía corriendo era Neteyam.
Se paró, acercándose hacía él con Kiri, a quien abrazo con fuerza.
Confundida, solo miraba como lagrimas caían de los ojos amarillentos del chico.
― Ira'i... ― Tsireya abrió sus ojos. ― Le robó el título a papá.
Se cuestionó el título del adulto, y claro, Toruk Makto.
No dijo nada, se alegró muchísimo por dentro y su único impulso fue salir corriendo a su Marui, buscando a sus padres, ni siquiera preguntó de donde sacó la información, como estaba él, solo corrió lo más rápido que pudo mientras sostenía una sonrisa en su rostro y apretaba sus manos.
De todas formas se sentía nerviosa y no sabía por qué, sentía sus ojos mojados y ardientes.
Pisó el Marui.
Miró a sus padres.
Abrió su boca y suspiró.
― Voy a unirme a Ira'i. Voy a unirme a Toruk Makto. ― y lloró para después marcharse de ahí, sin importarle que su madre le gritara que vuelva y su padre no haya emitido ningún tipo de sonido.
Estaba más que decidida y no lo duraría ni un segundo.

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⏰ Última actualización: May 31, 2023 ⏰

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Sweet    /   Tsireya.  ( 𝐀𝐕𝐀𝐓𝐀𝐑 )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora