Sweet / Tsireya. ( 𝐀𝐕𝐀𝐓𝐀𝐑 )

08

Su hermano tomaba su mano a la vez que ayudaba a que el mayor pudiera respirar mejor, podía sentir el pesar de su pecho, y como si no pudiera llenar perfectamente sus pulmones.
Cerraba sus ojos con tranquilidad apretando a su hermano menor con fuerza como si nunca se quisiera soltar de él, de hecho no quería; Al otro día debía irse, separarse de la familia por un tiempo. Pensaba que quizás una visita a su abuela no le vendría nada mal después de todo, además la extrañaba con todo su ser y esperaba que ella también.

Varios pasos se escuchaban cerca de su marui, claramente eran sus hermanos.
De sorpresa, sin escucharla antes, Tuk se lanzó encima suyo y no pudo evitar reir mientras la abrazaba.
― ¡Mira hermano! ― Le mostró un lindo collar, los nudos estaban perfectamente hechos y se notaba que era una piedra difícil de conseguir la que estaba en medio; era un color hermoso, exactamente igual al color de ojos de Tsireya.

― Lo hizo tu novia. ― Dijo Kiri y luego recibió un codazo de Neteyam.

― Lo suponía, no es tan difícil de descifrar, sus manos no son tan útiles. Tuk es la que mejor accesorios crea. ― Sonrió levemente y despeinó el cabello de su hermanita. ― Saldré a caminar un poco, no me molesten. ― Se levantó de allí y se retiró, no sin antes tener un recordatorio de su mellizo sobre la noche.

La fría brisa golpeaba su piel, la arena se pegaba a sus pies cada vez que el se mojaba, su triste canto se escuchaba junto a la bella melodía del agua. Acariciaba su nuevo collar en su cuello, recordando a la joven, recordando sus lindos momentos juntos y que mañana, partiría otra vez a su hogar para después no saber nunca más sobre su vida, olvidar su rostro y olvidarla a ella.
Su soledad fue interrumpida, él estaba ahí en la oscuridad, solo podía notar un poco su cuerpo por la bioluminicencia y sabía a la perfección de quien se trataba. No iba a enojarse otra vez, no respondería a su violencia y evitaría ser asesinado, si es que lo intentaba otra vez.

― Sabes amigo, yo también tenía cinco dedos como tú. ― Levantó su mano para mostrarla. ― y este cuerpo no me pertenece. ― Tragó saliva al escucharlo, entendía a lo que se refería, no se encontraba asustado pero era muy grave. Tocó su cuello, apretando los botones para comunicarse con su padre disimuladamente.

― ¿A qué te refieres Neyaw? ― Fingió confusión aunque ya se estaba preparando para luchar otra vez.

― Que tu y yo somos casi parecidos. ― El contrario con rapidez sacó su daga, la dirigió a su brazo, tratando de clavarla en su hombro pero el Omaticaya supo defenderse de buena manera. ― ¡Ya deberías estar muerto! comenzaré contigo porque eres el más débil de tus hermanos. ―

― Eres humano. ― Gruñó, mostrando sus largos colmillos mientras se mantenía en defensiva.
Ambos estaban de la misma forma, esperando a que ataque él otro.

― ¿Acaso no me recuerdas? Soy tu peor pesadilla, Ira'i. No me hagas volver a provocarte otra cicatriz. ― Sintió las ganas de vomitar, el único que podría saber sobre aquello era él mismo que lo provocó.
Su ira se apoderaba de su cuerpo, ahora entendía todo, el debería haber muerto en lugar de su acompañante, a él es a quien querían para seguir con su familia y ahora era peor por tener las manos manchadas con sangre humana.

― Voy a volver a matarte las veces que vivas.

* * *

Neytiri y Jake corrían junto a sus hijos en busca de Ira'i, habían escuchado toda la conversación gracias a los comunicadores, estaban confundidos y a la misma vez preocupados, si había uno, tal vez habían muchos más.

Kiri y Tuk se dirigieron al Marui de los jefes en busca de ayuda, estos estaban en un momento tranquilo hasta que la chica habló agitada.
― Mi hermano. Ira'i.. él esta peleando con un humano en cuerpo na'vi y creemos que tal vez, puedan encontrarse más, por favor, necesitamos ayuda. ― Ambos adultos se miraron enseguida, parándose y buscando sus armas inmediatamente, quien fue la más rápida fue Tsireya, quien tomó una cuchilla para salir en busca de su amado junto a su familia, quienes dieron la órdenes a los más cercanos de avisarles a todos que los humanos llegaron.