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Después de otra discusión con sus padres, la joven decidió escaparse de su hogar y todos la buscaban por la aldea, incluso fuera del arrecife. Ronal y Tonowari estaban desesperados y su prometido gritaba su nombre por cualquier rincón.
Vió a Aonung subiendo a su Ilu y el muchacho tomó su muñeca para detenerlo, la expresión en su rostro mostraba confusión― ¿Qué es esto, Aonung? ― El pueblo estaba yendo hacia todos lados e Ira'i todavía no sabía el motivo de esto.
El contrario tragó saliva, dejando salir las palabras de su boca con miedo a la reacción de su ajeno.
Ira'i frunció su ceño, no podía creer que no la hayan encontrado todavía, le dió una palmada a en el hombro al Metkayina y salió corriendo de allí; en su desesperación llamó a su Ilu, pero se detuvo a pensar un poco ¿A donde iría Tsireya para estar sola? Claramente, en el bosque detrás de la aldea.

― ¡Tsireya! Soy Ira'i, por favor si estas aquí... ― Ya se adentró demasiado al lugar, sus pasos eran silenciosos y solo dejaba escuchar su voz. Oyó hojas sacudirse por encima suyo, al no saber de que se trataba sacó su arco, por las dudas de que algo peligroso estuviera allí. Sus orejas bien atentas y su posición a la defensiva se tranquilizaron al escuchar la voz de la joven pidiendo ayuda para ser bajada del árbol donde subió.
El joven suspiró, su corazón estaba mejor al oírla a ella; Miró hacía arriba a la vez que sonreía para su contraria, no dudó en ayudarla a bajar; por suerte el Omaticaya era un especialista en treparse en cualquier lugar y en bajar también.

Tomó su cintura para ayudarla a bajar de la piedra en donde se encontraba parada y al momento de alzarla la joven decidió rodear las caderas del chico con sus piernas, abrazándolo con fuerza y sosteniéndose con sus brazos al rededor de su cuello mientras escondía su rostro en el hombro ajeno, y su largo cabello lacio le provocaba cosquillas.

― No quiero hacerlo. ― Lagrimas se deslizaban por la piel de la chica, se aferraba más y más a su adversario que no se creía capaz de soltarlo nunca, o al menos eso era lo que quería.

― No va a pasar. ― Peinó los cabellos que se fueron para todos lados y dejó que se soltará de su cuerpo; tomó su mano y acarició el dorso de esta, en las mejillas de Tsireya se notaba el leve sonrojo por la acción del más alto. ― Eres valiente, no pienses lo contrario, es una forma de protesta aunque es peligroso. Puedes lastimarte. ― Buscó su mirada, pero solo la dirigía al suelo ya que estaba nerviosa al tenerlo tan cerca de su rostro.

― Quiero quedarme aquí, contigo. ― Y finalmente, sus orbes se conectaron, él amaba su brillo y ella amaba el mundo detrás de ellos.
No se encontraba nada mejor para ambos que los recuerdos atesorados juntos.
Muchas veces Ira'i se cuestionaba que era lo que impedía que de el primer paso ¿Por qué era tan tímido para ese tipo de situaciones? Le hubiera encantado ser igual de frontal como en las peleas o discusiones.

Su corazón danzaba de la felicidad por haberla escuchado y las comisuras de sus labios se elevaban por su culpa, aunque pensó en que cuando vuelvan tenían que separarse otra vez.
Por otra parte, Tsireya esperaba que se quedarán un tiempo más juntos, aunque sea la última vez que pise ese lugar, la última vez que sus pies tocarían la húmeda tierra y el verde sea el predominante de su vista. No quería que el joven sienta latir su corazón con fuerza, le daba vergüenza; no él, si no que no habérselo dicho antes. ― ¿Podemos quedarnos aquí un rato más? ― Pidió mientras apoyaba una mano en su pecho y el ajeno solamente asentía a la vez que cortaba la flor de la planta cerca de ellos, y ponía esta detrás de la oreja de la chica; le quedaba precioso.

― Si es lo que deseas. ― Soltó una risilla y comenzaron su tarde juntos.
Ira'i le enseñó su arco y como usar este, era la primera vez que dejaba que alguien más lo usará puesto a que el objeto era uno de los más preciados para él.
Las risas no faltaron y tampoco la tensión entre ambos, a veces quedaban a centímetros y el silencio hablaba pero ninguno se animaba aunque les tentaba.

Llamaba a su amigo de vuelo, el más confiable para él, el único que lo ayudo en situaciones complicadas cuando creía que no tenía a nadie además de su familia; Kank, su Ikran.
Se conectó a este con sumo cuidado y acarició su cabeza, miró a Tsireya y sonrió levemente.

― Estas loco si crees que me subiré.

No me tomes de loco, Tsireya. ― Agarró su mano para acercarla hacia el Ikran y apoyarla en la piel del animal. ― Solo no lo mires a los ojos, vamos. ― Se montó al Ikran y extendió su brazo para tomar su muñeca y ayudarla a subir, ella posicionó sus manos en su cintura y lo agarró con fuerza antes de que comenzarán vuelo. No iba a confesar que le daba miedo estar en el aire pero su fuerte agarre y como se pegaba al cuerpo del más alto la delataban.
No hizo nada más que ir en línea recta y dar unos giros con su Ikran, sabía que estar arriba no era para cualquiera y menos para una Metkayina que no tenía idea de lo que era.

Su corazón latía a mil y más teniendo al chico del bosque entre sus brazos, apoyó su cabeza en su espalda y dejó que el aire golpeé en su cara. Respiró profundo y sintió como el contrario acariciaba su mano con cariño, o al menos pensaba que era de esa forma.

Tristemente, ya era hora de volver, todavía no era de noche pero era lo correcto. Suspiró, bajado a la joven de su Ikran con mucho cuidado, todos los na'vi miraron la escena y comenzaron a llamar a los jefes de la aldea.
Tsireya notaba su tristeza y no iba a dejar que los separaran otra vez, iba a plantarse a sus padres y terminar con todo, o eso pensaba. Agarró su mano y sin vergüenza fue capaz de entrelazar sus dedos con los del ajeno; eran tan grandes a comparación de los suyos pero de todas formas encajaban a la perfección y por algún motivo su piel era suave a comparación de las demás.

El joven de cabello ondulado se presentó ante ellos, sus ojos azules fulminaron al Omaticaya. Era más alto que el e incluso un poco más trabajado pero al azul oscuro no le intimidaba para nada su presencia, es más, lo veía débil y presumido por solo ser el hijo de un jefe, aunque solo era su pensamiento.

― Sus manos. ― Intentó quitar el agarre de ambos jovenes pero no lo logró, Tsireya se resguardo detrás de Ira'i y este escondió sus manos con rapidez atrás de su espalda. ― Solo eres un Na'vi de la selva, no tienes importancia aquí, vete. ― Estaba a punto de contestarle hasta que la figura de Tonowari apareció y fue hacia su hija junto a su esposa; abrazando a la jovén. Aonung hizo lo mismo, pero antes le dio una palmada al más alto.
El Omaticaya rio ante ello y giró a ver a la familia que se alegraba por la aparición de su hija; Los ojos de ronal y el chico se encontraron, por primera vez notó agradecimiento de su parte al notar que cerraba sus ojos lentamente y asentía con la cabeza.

Suspiró, sabiendo a la perfección que en realidad era por ese momento y fue con su familia, su madre lo esperaba con los brazos abiertos.

Todavía la mirada del hombre ajeno podía
sentirse clavada en su nuca, como si se
estuviera hundiendo poco a poco.

Sweet    /   Tsireya.  ( 𝐀𝐕𝐀𝐓𝐀𝐑 )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora