3:"Bienvenido"

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Unos golpecitos en su hombro lo despiertan de su sueños.



Al abrir los ojos, se encuentra con la ahora familiar cara de Aonung, el cual parece que también se acaba de despertar si su cabello despeinado y el rastro de baba en su mejilla le dice algo.



—Ya salió el sol—Aonung suelta un gran bostezo antes de continuar. —Hora de despertar.



Hawnu estirándose con calma se endereza de su posición, mueve sus piernas verificando su estado, aún están rígidas pero por suerte puede sentir que son menos pesadas qué el día anterior.



Hoy podrá caminar bien por su cuenta.



Apunto de intentarlo ve varios mechones de su cabello frente a su rostro, pasa sus dedos entre sus hebras algo enredadas, por ahora se conformará con colocarlo fuera de su cara.



Lo trenzará más tarde. Hoy tienen un día bastante ocupado.



Suspira, sacando toda la incertidumbre de lo que le espera hoy, es impresionante lo en paz que se encuentra con esa idea a comparación de unas horas atrás.



Le debe una a Aonung, varias de hecho.



Voltea a ver al na'vi azul claro planteándose pedirle algo de ayuda para levantarse cuando nota que se está quedando dormido en su posición arrodillada.



Eso lo hace reír un poco, parece que se desvelaron mucho ayer.



Sin querer molestarlo más de lo que ya lo ha hecho utiliza las paredes del marui como apoyo, Hawnu se levanta un poco demasiado entusiasta apenas estando lo suficiente erguido pierde el equilibrio cayendo con un fuerte golpe en su tapete.



Aonung qué ya estaba cabeceando se levanta de golpe asustado por el sonido, lo observa detenidamente, ahora si bien despierto.



Al verlo no herido y desparramado cómicamente sobre su tapete trata sin éxito de aguantar unas risas.



Hawnu lo fulmina con la mirada, o eso intenta ya qué todo su cabello quedó encima de su rostro.



Siente unas grandes manos colocándose en sus brazos ayudándolo a levantarse.



—Tómalo con calma chico dorado— sin esfuerzo lo levanta colocándolo sobre sus dos pies estabilizando sus piernas temblorosas.



Se queda así un momento acostumbrándose a su propio peso, apoyándose en Aonung hasta que se siente capaz de mantenerse por si mismo.



Levanta la mirada hacia el na'vi frente a él notando una pregunta en sus ojos marinos, en respuesta solo asiente esta vez preparado para no caerse.



Aonung lo suelta con cuidado manteniéndose cerca para atraparlo si era necesario, pero Hawnu se mantiene firme, erguido y recto como solo un guerrero puede serlo.



Cuando ambos se dan cuenta que lo consiguió sonríen como si fuera el mayor logro de sus vidas.



Determinado, Hawnu mueve sus piernas para avanzar, al inicio fue bastante complicado, caminando con la gracia de una cría recién nacida de pa'li.



Aonung se mantuvo cerca de el en todo momento, cuando logró dar las primeras vueltas alrededor de su espacio del marui se relajó, parece que Hawnu ya no se caería.



Eso era bueno porque no quería imaginarlo caminar sobre la arena como un bebé, terminaría tan lleno de arena como si lo hubieran arrastrado las olas.



Parece que se tardan su tiempo en eso, se da cuenta de ello cuando la hermana de Aonung aparece atravesando la tela que separaba su sección.



—Buenos días—la joven sonríe alegre al ver a Hawnu sobre sus propios pies—¡Me alegra que estés caminando bien!



Hawnu se detiene girándose hacia ella haciendo un saludo respetuoso, ella lo corresponde soltando una risita divertida.



—No son necesarias tantas formalidades eh...



—Hawnu, acepte el nombre que me pusieron cuando estaba dormido.



Las mejillas de la niña se oscurecen un tanto avergonzada por ello.



—Bueno, me alegra que te haya gustado, yo soy Tsireya por cierto, no pudimos presentarnos ayer.—Continúa con una sonrisa amable, clara como un lago cristalino.



Le agrada al instante.



—Ya esta el desayuno, ayer por toda la conmoción no pudimos comer seguro que tienes hambre.



La mención de la comida parece activar alguna clase de interruptor en Hawnu por que no puede evitar el gruñido de su estómago.



Sus mejillas se oscurecen cuando ambos niños aguantan sus risas bastante obvias.





***



Si había alguna palabra que pudiera describir esta situación sería claramente: incómoda.



Sentados en círculo alrededor de una variedad de hojas con diferentes comidas se encontraban todos los miembros de la familia del olo'eyktan y en una esquina tratando de pasar desapercibido se encontraba Hawnu.



En sí el creía que era el único que se sentía incómodo, los demás estaban en una agradable conversación, una plática normal de las actividades que harían hoy.



Se sentía... Fuera de lugar. Familiar pero a la vez no, una sensación que lo acompaña en presencia de esta familia.



Familia.



Soltaría un suspiro si no lo fueran a escuchar todos los na'vi presentes.



Aun con ello no negó los alimentos que le fueron dados, estaría loco si lo hiciera estando muerto de hambre además de ser demasiado buenos, varios de ellos se sentían tan novedosos qué lo dejaron maravillado.



Sabía que no había comido platillos similares antes.



—¿Estas preparado para tu presentación?— Tonowari lo saca de sus pensamientos, al verlo nota su genuino interés por su respuesta, los demás miembros de la familia también lo observan con curiosidad.



—Estoy listo—no es mentira, de verdad estaba preparado para salir de una vez del marui.



Ahora teniendo la atención de la familia sobre el, decide que es buen momento para preguntar algo que lo ha estado molestando desde que se sentó junto a ellos.



—No quiero ser descortés, pero, ¿donde voy a quedarme?



Todos los ojos azules parpadean confundidos casi a la vez, como si de repente le hubiera crecido otra extremidad.



—Aquí con nosotros, obviamente.



Puede sentir su cola moviéndose nerviosa tras el, creía, bueno el suponía que lo habían dejado quedarse ahí con ellos en la noche porque era demasiado tarde para llevarlo a cualquier otro sitio.



Literalmente compartió espacio con Aonung, hijo de los líderes del clan y el solo era un forastero.



No sabe que muestra su expresión, debe ser algo preocupante porque provoca qué el olo'eyktan ponga una mano amigable en su hombro.



—¿Hay algún problema?



Hawnu niega rápido con la cabeza.



—No, solo no esperaba... Pensé que me quedaría en otro sitio.



—¿te molesta quedarte con nosotros?—El rostro de Tonowari se arruga ante la idea provocando un creciente pánico en su pecho, lo que menos quería era ofender a la familia que le dio un lugar para quedarse.



—Por favor no me malentiendan—mueve sus manos frenéticamente como intentando detener los malentendidos que pudo provocar.—Estoy muy agradecido, que me dejen quedarme con ustedes es una de las muchas cosas amables qué han hecho por mi.



Se detiene un momento tomando una respiración superficial.



—Solo no quería seguir causándoles molestias—sentía que se aprovechaba del buen corazón de estos na'vi, no cree que se haya ganado todas las comodidades qué le han dado.



—Yo quiero que te quedes aquí—La voz de Aonung resuena en el silencio, la declaración llamando la atención de todas las miradas curiosas de su familia y la sorprendida de Hawnu.



Parece darse cuenta que ha dicho algo extraño, sus mejillas se vuelven más azules por ello.



—¡No! Bueno, si, pero, eh lo que quiero decir es-



—Lo que mi hermano y creo que todos queremos decir— Tsireya coloca una mano en su hombro deteniendo el titubeó de Aonung—Es que no es ninguna molestia qué estés aquí.



—Además—Ronal aporta a la conversación tan de repente qué hace saltar un poco a Hawnu.—Eres un recién llegado, no muchas familias recibirían a un desconocido en su hogar.



"¿Por que ustedes si?", Quiso preguntar.



En lugar de hacerlo, solo asiente aceptando esas palabras siguiendo con su comida.





***





Al mover la gran tela que cubría el marui Hawnu siente el sol calentando su piel con alivio, parece que han pasado años desde la última vez que estuvo bajo el sol.



Su alivio se desvanece tan rápido como empiezan a encontrarse con los primeros Metckayina del pueblo, su columna casi se deshace por la pura presión de las miradas extrañadas de la gente.



No deja que eso lo intimide, o al menos no deja que se note, cuadra sus hombros caminando erguido.



Caminaron por bastantes metros sobre la plataforma que se sentía inestable bajo sus pies, tuvo que vigilar en cada momento sus pasos para evitar caer directo al agua de bajo.



Pensar en el cayendo fue... Incomodo.



Por fin después de lo que se sintió la eternidad bajaron de las plataformas a la arena caliente.



Se dio cuenta casi al instante qué la playa estaba llena de na'vi, todos compartían las mismas características de piel clara y cuerpo ancho, no es que todos fueran iguales, pero se notaba que pertenecían aquí.



Cada uno se apartaba dejando pasar al Olo'eyktan y a la Tsahik qué iban frente a él. Sus miradas seguían deteniéndose en él, en una mezcla de confusión y extrañeza quizás siendo la primera vez para ellos ver a un na'vi como el.



Su mirada bajó un momento a su propio cuerpo que a diferencia de el de ellos era esbelto y de un azul mucho más oscuro, el no iba a hablar de la diferencia de estatura porque si se comparaba con una montaña como era Tonowari saldría perdiendo, estaba seguro que no importa que tanto coma en su vida jamás llegaría a ser tan alto.



Se detienen justo en el centro de la playa haciendo que todos los na'vi los rodeen en un círculo, ahora tenía todas las miradas pegadas a él en todas direcciones, eso no ayudo a sus nervios.



Una mano se posa con naturalidad en su brazo casi haciéndolo soltar un golpe.



De inmediato la identifica como la mano de Aonung, solo lo confirma al voltear encontrando su mirada tranquila y despejada.



Hawnu entiende que solo quiere calmarlo, no tiene ni idea de como notó qué estaba nervioso en primer lugar, aún así lo agradece con una leve sonrisa.



Justo en ese momento el Olo'eyktan habla.





—El mar da y el mar quita— Su voz sin necesidad de gritar llama la atención de todos los presentes, calmada y firme a la vez—Hace ya varios eclipses, a este joven se le fueron arrebatadas muchas cosas, su hogar y sus recuerdos fueron borrados por el mar.



Hawnu se sobresalta cuando siente la enorme mano de Tonowari en su hombro llevándolo frente a él.



—Ahora, el mar le a dado una nueva oportunidad aquí con nuestra gente—puede escuchar los murmullos aumentar sorprendidos por lo que ha dicho su líder.—En este momento el es como un bebé que no sabe sobre nuestras costumbres, guíenlo en nuestros caminos para que pueda ser parte de nosotros.



Al observar a los na'vi a su alrededor Hawnu puede ver muchas cosas, desconfianza, confusión, incluso miedo, pero le alivia no ver un rechazo inminente sobre el.



Tiene oportunidad, el será útil hasta que vengan por el.



Ronal dando un paso a delante enfrenta a su pueblo con firmeza.



—Su nombre es Hawnu— su tono más demandante atrae la atención de todos hacia ella.—La gran madre le ha traído con nosotros, sean pacientes pero firmes con el, estoy segura que será uno de nosotros en poco tiempo.



Con un asentimiento, la mayoría de los na'vi aceptan con dudas pero sin objeciones la presencia del extraño entre ellos.



Continúan hablando pero Hawnu deja de escuchar por la pregunta que revolotea en su mente.



¿Cuando la Tsahik se entero de su nombre?





***



—Bueno, eso no salió nada mal— Habla Aonung a su lado mientras lo guía hacia una dirección desconocida.



—"Nada mal" si, bueno no me desmayé bajo el sol, fue un buen inicio.—pone los ojos en blanco porque llamar a esa reunión un éxito es una exageración.



En el momento exacto que termino ese gran discurso de presentación y la reunión en general la gente se dispersó, cada que se encontraba en su camino a algún Metckayina estos huían de el incluso algunos padres alejaban a los niños curiosos.



No es exactamente la mejor reacción, al menos no fue algo agresivo.



Aonung solo ríe con diversión empujando un poco a Hawnu con su brazo.



—Qué negativo, aprende a relajarte chico dorado.



Apenas iba soltar la pregunta de porque le llamaba con un apodo extraño cuando ya tenía un nombre y uno que el mismo escogió.



Eso no sucedió al ver a Aonung caminar hacia un muelle qué daba directo al mar.



—Bueno empiezan tus lecciones, primero lo primero, bucear. Tengo que ver con que estoy trabajando.





Aonung solo lo llama una vez antes de correr tirándose con gracia hacia el mar, sumergiéndose.



Hawnu va tras el al inicio queriendo no perder tiempo, pero algo lo hace frenarse de golpe.



Sus ojos se posan en las aguas bajo sus pies, tan turbias qué no dejaban ver el fondo ni nada que estuviera moviéndose en su interior, su cuerpo como una reacción natural se erizo ante un inminente peligro.



Tembló, se sintió solo de nuevo, abandonado.



Su corazón se apretó como si una mano lo sujetara con fuerza, retorciéndolo y desgarrándolo sin piedad.



Su respiración se agitó, le costaba respirar cada vez más por cada segundo que pasaba cerca de ahí.



Su mente se lleno de horribles visiones de mares violentos, de caer a una muerte segura, de sentir la muerte tan cerca qué era palpable incluso ahora.



No supo en que momento sus piernas dieron media vuelta y corrieron en dirección contraría, sentía que sus pulmones ardían por la cantidad de aire qué le faltaba.



Ni siquiera noto a Tsireya al pasar a su lado.





***





Aonung se dio cuenta quizás unos 2 minutos después que de hecho Hawnu no lo estaba siguiendo.



Su cabeza se alzó sobre la superficie mirando a todas las direcciones buscando el tono singular del na'vi.



Solo vio a Tsireya acercándose a la orilla del muelle.



—¡Tsireya!—mueve su mano llamando su atención—¿no viste a Hawnu?



Su pequeña hermana lo mira con desaprobación.



—¡Aonung! ¿Qué le hiciste a Hawnu?



Aonung nada rápido hacia el muelle subiéndose a este para quedar frente a su hermana.



—¿por que siempre piensas mal de mi? ¡No he hecho nada!



Tsireya lo mira con desconfianza haciéndole rodar los ojos.



—¡De verdad me ofendes! Solo le dije que íbamos a entrenar y cuando me di cuenta se había ido.



Unos segundos más de miradas Tsireya parece comprobar que no estaba mintiendo con eso.



—Entonces ¿porque salió corriendo así?—su mirada desconcertada se dirige hacia el mar, perdiéndose un poco en sus pensamientos.



Aonung no lo podía creer, ¿salió corriendo? ¿Por qué? ¿Será que realmente no tenía ganas de aprender sus caminos y huyó a la primera oportunidad que tuvo?



No sabía si estaba molesto o decepcionado.



El sonido de un jadeo de sorpresa lo saca de sus pensamientos regresando su mirada a Tsireya.



—Aonung fuimos tan insensibles—sus orejas caen al igual que su rostro como si hubiera cometido un crimen.



—¿insensibles? ¿De que hablas?



Ella le responde con un golpe que apenas y logra encestar en su cabeza por su altura.



Aonung entrecierra los ojos ofendido, eso no le dio ninguna respuesta.



—Hawnu casi muere en el océano— los grandes ojos de Tsireya lo miran intentando que comprenda—Quizás... Ahora le teme.





Aonung se queda en silencio procesando aquel concepto tan extraño, el mar es su vida, tan natural como es conectarse con eywa y respirar, tenerle miedo es algo que no comprende.



Pero también recuerda el terrible estado en el que estaba Hawnu cuando lo encontró esa noche, lo herido y débil qué quedo después de días varado en el océano.



Suelta un suspiro mirando de nuevo a su hermana con seriedad.





—Hay que buscarlo, dividámonos.





Intercambiando solo un asentimiento ambos van a distintas direcciones, Tsireya tomando el camino al pueblo con la idea de que quizás regreso a su marui.



Aonung tomó el camino hacia la playa, si el quisiera un momento a solas lo que menos hubiera hecho sería correr al pueblo, esta consciente de que Hawnu no es el pero la respuesta más sencilla suele ser la correcta.



Apenas estaba unos metros lejos del pueblo cuando varias voces lo llaman desde el mar, gira la cabeza a esa dirección viendo a sus amigos en sus illus.



—¡Hey Aonung! Vamos a seguir a los cazadores, ¿no quieres venir?



El solo regresa el saludo pero niega con la cabeza, aunque era una idea tentadora si debe admitirlo.



—¡En otro momento! Ahora estoy ocupado con algo.



Todos lo miran en desaprobación no acostumbrados  a que les niegue algo, los nervios recorren la espalda de Aonung así que continúa su camino ignorando esas miradas en el.



No se detiene a pensar mucho en ello, por ahora la prioridad es asegurarse qué Hawnu esté bien su padre se lo encargo específicamente a él, después de hallarlo puede buscar a sus amigos y vagar con ellos un rato.



Claro, eso sí encuentra primero al chico de piel oscura porque después de llevar recorrida toda la playa esta comenzando a creer que se metió a la selva tras el pueblo.



Y el solo puede rezarle a eywa qué no sea el caso, la mayoría del lugar es casi inexplorado por ser fácil de extraviarse, también qué esos lados son muy peligrosos gracias a las bestias que habitan en su interior.



Ya estaba dando su tercera vuelta por la playa cuando por el rabillo del ojo logra distinguir un movimiento tras un grueso manglar, apenas perceptible fija su mirada  a ese na'vi.



Si no se hubiera movido nunca lo habría notado. Definitivamente sabe camuflarse.



Sin perder mucho tiempo se acerca al manglar por fin encontrando a Hawnu sentado abrazando sus piernas, parecía que no estaba intentando huir de el lo que es un buen comienzo.



Iba a sentarse a su lado cuando escucha un suave susurro de Hawnu.



—Lo siento, Aonung— alza su mirada consternada alcanzándolo. —Solo dame un segundo, te juro que podemos seguir en un momento yo-



Aonung mueve sus manos rápido deteniendo su palabras que iban demasiado rápido.



—¿Que sucedió?— Toma el lugar a su lado queriendo ser comprensivo, detenerse a escuchar, así como su hermana hacía, incluso Rotxo.



La postura de Hawnu se tensa levemente e incluso en su rostro estoico aparece una arruga de preocupación en su frente, pero lo que más le habla a Aonung sobre cómo se siente es el movimiento errático y nervioso de su cola.



¿El sabrá que su cola es muy expresiva? Es bastante entrañable, la cola de los Metckayina es estática la mayoría del tiempo fuera del agua.



Aonung espera aunque el no puede considerarse una persona muy paciente.



Cuando pasan unos minutos sin respuesta Aonung suelta un suave suspiro.



—Si no me cuentas que sucede no tendré manera de ayudarte.



Se mantiene en su lugar, con la mirada fija en el mar frente a él mueve sus piernas un tanto impaciente tratando de que no se note demasiado.



Los minutos pasan lentamente, Aonung ya se había resignado a no obtener respuesta cuando la suave voz del na'vi a su lado llamó su atención.



—Me asuste... —Hawnu baja su cabeza avergonzado ocultándola entre sus piernas qué aun abrazaba con fuerza pareciendo un ovillo.



Aonung gira mirando con sorpresa a Hawnu, no creía que en verdad Tsireya haya tenido la razón, debe confirmarlo de alguna manera.



—¿Te asusta el mar?—la pregunta obvia sale, queriendo comprender.



Hawnu lo piensa un momento antes de negar con la cabeza.



—No, no es el mar—suspira tembloroso—Creo que me asusta ahogarme, quedarme atrapado en la oscuridad y... Esta vez nunca salir.



Hawnu levanta un poco su rostro recargándolo en sus rodillas, de nuevo parece vulnerable justo como la noche anterior, asustado y confundido.



—No tenemos que meternos al agua— dice con una voz suave que parece solo tener para Hawnu.



Gira su rostro sorprendido hacia Aonung como si acabara de decir algo muy extraño.



—Pero ustedes son gente de agua, ¿como se supone que aprenderé si no puedo entrar?



—Lo que quiero decir—pone su mano en su hombro—Es que no es necesario hoy, tal vez ni siquiera sea necesario en realidad.



El chico lo mira confundido, Aonung sin pensarlo demasiado lo sacude de sus hombros sin fuerza como si intentara despertarlo.



—¡Oye! Qué te-



—Recuerda que es posible que vengan por ti—Eso detiene el regaño del chico abriendo sus ojos impactado casi parece haberlo olvidado por completo.—Tanto como pueden venir hoy, como pueden tardar algunos días, no tiene caso que sobrepases tus límites, no hay prisa.



Sus ojos dorados brillan con tanta intensidad qué casi cree que se quedará ciego.



Entonces el sonríe y eso si lo deja ciego.



—¿En verdad crees que vendrán por mi pronto?—todo el cuerpo de Hawnu parece relajarse, su animo se elevó por completo con solo esa idea.



Debe extrañarlos mucho.



—¡Seguro ya vienen en camino!—Aonung no detiene su sonrisa confiada de siempre queriendo que Hawnu este convencido, aunque ni el mismo esté convencido del todo.—Mientras tanto no vas a holgazanear, ven conmigo.



Se levanta con ya una idea en mente, si no puede entrar en el agua por el momento entonces tendrán que entrenar desde lo elemental.

Eso también podría ayudar de más maneras a Hawnu.


Camina, ahora muy seguro que Hawnu va rápido tras el hasta colocarse a su lado, la brisa salada moviendo su cabello suelto como si no pesara nada.



***



—Concéntrate, estas muy distraído.



Hawnu deja de ver el horizonte fijando su mirada irritada otra vez en Aonung sentado frente a él.



No tiene idea de para este punto cuantas veces Aonung ha corregido su forma de respirar, a tratado de enseñarle la manera correcta desde que se movieron a una superficie rocosa cerca del pueblo hace ya unas horas.



—Respira hondo, desde aquí—El mismo coloca su mano en su propio abdomen mostrando su respiración profunda.



—Eso intento, ¡no estoy acostumbrado!— Cada que Aonung lo corrige (o se burla) siente una sensación amarga en la garganta, le es desconocida esta sensación de que debería saber hacer las cosas, como una obligación qué no está cumpliendo.



Su molestia es interrumpida por la mano de Aonung que se coloca en su abdomen congelándolo en su lugar.



—El agua cambia, fluye y se adapta, nunca permaneciendo igual ni en un mismo lugar—Apartando la mirada de su mano la dirige  hacia el rostro de Aonung, puede apreciar lo demasiado cerca qué se encuentran, su voz exige qué la escuchen, parecido a su madre sin duda.—Ese es nuestro camino.



Ahora muy consciente de su cercanía Hawnu contiene la respiración nervioso de que pueda explotar por la sobrecarga de emociones que se arremolinan en su pecho errático.



Aonung sonríe soltando un bufido divertido.



—Pero para aprenderlo debes calmarte Hawnu, tu corazón va muy rápido.



—Lo siento—alcanza a susurrar bajando sus orejas extrañamente tímido.



Respira profundamente como le dijo Aonung pero el muy consciente peso de su mano lo pone más nervioso.



¿Que se supone que le está sucediendo? Solo lo está tocando para guiarle, no debería ser la gran cosa.



Aun así parece que se le saldrá el corazón del pecho.



Después de varios intentos por fin logra acostumbrarse dejando solo un remanente en forma de calidez en esa área, Aonung lo guía firme en su respiración siempre corrigiendo cuando no lo hace bien, animándolo cada que parece desanimado.



Apenas estaba tomando el ritmo cuando el sonido de una alarma en el pueblo lo alerta.



¿Eran problemas? ¿Un ataque?



Su cuerpo reacciona casi al instante levantándose de su posición listo para pelear dándose cuenta en el momento que de hecho no tiene ningún arma para enfrentar el peligro.



Ya estaba apuntó de gritarle a Aonung qué le prestara un arco cuando por fin lo ve, calmado y fresco, como si no existiera ninguna preocupación en el mundo se levanta.



—Bueno esa es mi señal, me tengo que ir.



Hawnu no puede evitar ladear la cabeza confundido por su falta de preocupación.



Aonung lo observa algo extrañado por su repentino cambio de humor, en eso la alarma vuelve a sonar.



—Ah ya entiendo—Aonung sonríe derrochando altanería—¿Me vas a extrañar? Eso es dulce pero aún tengo que cumplir con mis obligaciones y entrenamiento.



Hawnu rueda los ojos comprendiendo qué se preocupó por nada.



Aonung comienza su camino hacia el pueblo nuevamente despidiéndose de Hawnu con la misma sonrisa que provoca una sensación cálida en su estómago.



—¡Quédate aquí! y ¡Sigue practicando! Cuando vuelva quiero ver un progreso bebe de agua.



Hawnu solo lo observa marcharse casi con el instinto primario de seguirlo, aunque no quiera admitirlo Aonung es el único que se siente familiar en este lugar, qué lo deje solo se siente extraño.



Cuando su espalda desaparece en el pueblo Hawnu regresa su mirada al horizonte intentando replicar el ritmo que antes tenía en su respiración.



En automático su mente se dispersa, perdido entre la tarea repetitiva de su respiración controlada.



"¿Ya vendrán?"



Se preguntaba anhelante, si estaba menos exaltado qué la noche anterior pero aun hay una sensación en su pecho de vacío que no lo deja en ningún momento, estruja su corazón como si le hubieran arrancado su razón para existir.



Siente que todo lo que hacía era por ellos e incluso sin tenerlos en sus recuerdos no se ha desmoronado por ellos, hay una seguridad en su corazón de que lo están buscando.



Eso lo llena de fuerza y esperanza, el puede esperar no lo van a defraudar.



Son su familia después de todo.



Con una sonrisa pacífica continúa practicando, cada vez puede mantener más aire dentro de su cuerpo, como le enseñó Aonung trata de expandirlo hasta que llegue a todos los rincones de si mismo .



Eso lo calma, se mantiene relajado y sereno mientras ve como el sol avanza sobre el cielo adornando la belleza de awa'atlu.



Es una isla hermosa, pero siente que su vista favorita sería una gran extensión de árboles.



La brisa salada se vuelve más fuerte conforme avanza la tarde haciendo que su cabello suelto sea una molestia no dejándolo concentrarse cada que se sobrepone a su cara.



Ya qué no tenía mucho que hacer lleva sus manos a su cabello qué se mueven por si solos comenzando a trenzarlo en automático.



Tan distraído como estaba al regresar su vista al frente casi cae de espaldas a la arena del susto.



Una niña Metckayina estaba sentada frente a él, más sorprendente aun el ni siquiera la escucho cuando llego. ¿No qué tenía buenos sentidos? ¿En verdad estaba tan distraído?



—Wow realmente casi me sacas el corazón del susto—ríe nervioso sujetando su pecho.



La niña se queda en la misma posición, en total silencio con sus grandes ojos verdosos atravesándolo como una flecha.



Un tanto incomodo y viendo que la niña no tenía pensado irse continua con su trabajo en su cabello.



La niña sigue sus movimientos ladeando su cabeza con curiosidad, fija su atención en sus hábiles dedos viendo desde el inicio hasta el final de las trenzas qué iba terminando.



Hawnu finge estar distraído mirando a otro lado esperando cualquier movimiento de la niña.



No tarda mucho en ver por el rabillo del ojo como ella se acerca aprovechando su momento de "distracción" hasta quedar sentada a su lado aun mirándolo directamente.



Rápido gira a su dirección sobresaltando a la pequeña que casi sale corriendo.



Iba a preguntar por sus padres cuando nota que el peinado de la niña que quizás en algún momento fue hermoso y prolijo ahora se veía desordenado, sus trenzas enredadas llenas de arena y algas.



Parece llevar mucho tiempo sin arreglarlo.



—¿Quieres que arregle tu cabello?—dice con una voz especial, suave y cálida deseando que no crea que le hará daño.



Varias expresiones cruzan el rostro de la niña tan rápido que no pudo descifrarlas por completo.



Pasan unos minutos antes de que muy levemente mueva su cabeza más cerca para que tuviera acceso a su cabello.



Con toda la gentileza de su ser Hawnu retira la basura de su cabello desatando poco a poco las trenzas enredadas, es toda una sorpresa para el ver que de hecho parece tener práctica en no tirar de los nudos.



Siente como la rigidez de la niña se desvanece dejando su cuerpo casi flácido recargado en el.



Mientras más avanza en su labor se da cuenta que necesitará un peine, a veces es suficiente con solo los dedos, pero este ya era un caso extremo además de que no suele peinar cabello rizado.



Sin rendirse sigue intentándolo hasta que ve pasar a unas niñas con cestos de alga seca, intentando no provocar desconfianza les pregunta si le podrían prestar un peine.



Las 3 niñas lo escuchan sin huir pero antes de responderle o acercarse ellas ven a todos lados, probablemente buscando la mirada de reproche de sus padres.



Al parecer no la encuentran por que ambas se acercan con entusiasmo a Hawnu.



Sus adorable sonrisas provocan en Hawnu algo parecido a la añoranza, casi siente ver a otros niños sonrientes de piel azul oscuro, corriendo hacia el para jugar.





***





La Tsahik por fin salía de atender a una de las ancianas, ha estado muy enferma últimamente, ella espera que su nuevo remedio la ayude a recuperar fuerzas, no siente que sea su momento de regresar a Eywa todavía.



El remedio la dejo sin plantas, aprovechando decidió caminar a las partes más seguras de la selva, buscando quizás algo nuevo.



Nunca pensó que lo que encontraría sería una tierna escena del recién llegado trenzando el cabello de una de las niñas del pueblo, mientras otras niñas lo peinaban adornándolo con quizás demasiadas conchas.



Aun así la única expresión de su rostro era de alegría mientras platicaban animadamente, enmarcado con el brillante atardecer de fondo dando fin a su primer día.



Un gesto suave se asoma en el rostro de Ronal, no estaba tan convencida al inicio pero ahora viendo el ser de Hawnu puede ver, realmente ver porque la gran madre lo ha bendecido.



Camina de regreso al pueblo, ya tiene suficientes plantas.





***





Aonung cree que en su entrenamiento con su padre sufrió alguna especie de colapso en el mar y se ahogo porque la vista que tiene frente a él solo puede ser algo digno de ver en la entrada a Eywa.



Hawnu esta sentado en el mismo lugar que el lo dejo, ahora su cabello trenzado perfectamente en la parte superior adornado con conchas de distintos colores, flores e incluso algunos pendientes Metckayina, su cabello lacio seguía suelto en la parte de abajo ondeando levemente por la brisa del atardecer.



Es un peinado Metckayina común, parecido al de su hermana Tsireya, pero de alguna manera en Hawnu parece totalmente nuevo.



—¡... Nung! ... ¡Aonung!— el potente grito por fin logra hacer qué Aonung reaccione saliendo de su apreciación para nada extraña.



—¿Que?



—¡Eso quiero saber yo! Desde que llegaste solo me ves con cara de pescado muerto.—Hawnu se levanta de su posición exasperado por todo el rato que le estuvo hablando sin respuesta.



El na'vi más oscuro se acerca sin darse cuenta del efecto qué provoca en el otro chico, Aonung casi cree sentir sus mejillas calentarse.



—¿Mi hermana te peinó así?



—Ah, ¿es esto?— sonríe sereno agitando más el corazón de Aonung—Estuve conviviendo con unas niñas del pueblo, se extrañaron mucho por mi cabello así que hicieron un montón de peinados, aunque debo admitir que exageraron con los adornos—su melodiosa risa se hace presente quemando las últimas neuronas vivas de Aonung.



—Creo que te ves hermoso—las palabras salen de su boca antes de meditarlas, en el momento que se dio cuenta casi se atraganta con su propia lengua.—digo ¡Tu cabello! Creo que se ve hermoso tu cabello.



Lleva sus manos a su rostro queriendo que la arena lo tragara, ¿Porque nunca puede controlar lo que dice?



Sus manos caen al escuchar de nuevo su risa esta vez con un toque más cálido qué antes.



—¡Gracias! Aunque si quitaré unas cosas.



Aonung lo mira, de nuevo enfocado en todos sus detalles se le escapa una sonrisa suave, se alegra que este primer día con su gente no haya sido tan malo, si sucedieron cosas y definitivamente hay mucho que trabajar, pero ver a Hawnu optimista y sonriendo es una buena señal de que las cosas irán bien.



—¡Oh! Casi lo olvido— Aonung busca entre todas las cosas que tiene en su bolsa dejando a Hawnu bastante curioso esperando.



Cuando siente la textura extraña sabe que lo encontró, sacándolo de su bolsa lo alza hasta que queda frente el rostro desconcertado de Hawnu.



—Mi padre lo tenía con él —tomando su mano con apacibilidad coloca la cuerda con diferentes cuencas en la mano de Hawnu—Es lo único que llego contigo, tu cuerda de canciones.



Los ojos dorados casi se salen de sus cuencas mirando su cuerda y a Aonung sin saber que decir.



—Seguro que te ayudará a encontrar tus recuerdos aquí—con su dedo índice señala su corazón.



Los ojos de Hawnu analizan su cuerda, sus dedos viajan entre los pequeños amuletos qué contaban su historia, una qué el no puede recordar.



Pero ahora tiene algo tangible que le demuestra que existe, esa historia está ahí solo falta buscarla.



Con los ojos algo húmedos, Hawnu mira a Aonung queriendo decir muchas cosas, pero a la vez sin hacer falta.



Aonung también algo perdido saca de su bolsa una pequeña perla azul claro, no era nada espectacular a simple vista, pero si prestabas atención podías ver que estaba pulida y con una pequeña abertura en su centro.



Lista para ser agregada en algún lugar, solo si así lo quería.







***





Hawnu se encontraba en el borde de la playa, hacía ya varias horas qué el eclipse había llegado dando paso a la oscuridad y con ella llevándose la posibilidad de la llegada de su familia ese día.





El estaba bien con eso. Piensa mientras con sus hábiles dedos termina de colocar la perla azul en su cuerda de canciones, extendida ahora con algas y plantas secas de awa'atlu.



Pasa sus dedos por las demás cuencas, preguntándose qué significarán, ¿Cuál era la tonada de su canción? ¿Sería tranquila? ¿Movida? No puede saberlo.



Pero en este momento, escuchando las olas chocar en la orilla, los sonidos de las criaturas marinas y  los desconocidos de la selva crean una sinfonía tan pacífica, diferente al sonar de la batalla y el sufrimiento.



Entonces de el sale esa melodía.



"El mar me trajo, lavó mis recuerdos y se los llevo"


"Estoy perdido, pero me han encontrado"


"Me has sacado del dolor y la oscuridad, me has encontrado"


"Oh, gran madre, yo esperaré de pie, trae lo que perdí"


"Qué lleguen a mi, sobre el mar o a través de el"


"esperaré"





***









El llanto del pueblo se escucha en todo el bosque, los animales lo han sentido también ellos mismos manteniéndose ocultos, lo más lejos posible de aquel desgarrador llanto de una madre.





Una madre lloraba desolada, una parte de ella que aún se mantenía en pie por la esperanza fue destrozada en el momento que encontró el ikran sin vida de su hijo, a la deriva abandonado en el mar.





Era una prueba tan tangible, tan real que no pudo seguir negando lo que muchos ya sabían, lo que ella muy en el fondo sabía y temía.



Su hijo estaba muerto.



La gente del cielo lo había asesinado.



Jake solo podía observar al amor de su vida destrozada, no tenía fuerza para intentar consolarla porque el mismo estaba tan destrozado como ella.



En su mente, se repetía sin descanso ese maldito día, la voz aterrorizada de su pequeño hijo y la forma tan horrible en la que se fue.



Ni siquiera podrá estar con Eywa, no podrán enterrarlo en la tierra para regresarlo.



Es tanto que apenas puede soportarlo. Se mantiene en pie solo por la fuerza de su ira, una qué a dejado explotar demasiado sobre quienes no tenían la culpa.





Lo'ak los observa, arrodillado en el suelo por el peso de la noticia, la culpa lo carcome subiendo por su espalda desgarrando su piel.



El recuerdo de su hermano en su ikran sonriendo lo atormenta.



¿Nunca lo volverá a ver?



Su llanto lo ahoga, hundido en el dolor se acurruca en el suelo sin poder respirar.






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Sinceramente no creí tardarme tanto, ya por fin tengo una lista de capítulos hecha e ideas mejor ordenadas así que esperen actualizaciones pronto.

Por cierto, si estas leyendo mis desvaríos muchas gracias, son apreciados los votos!

ESTA canción me inspiró toda la trama porque mi pasión es imaginar edits de Neteyam con música de barbie

(por cierto este capítulo tiene más de 6000 palabras, bien ahí si llegaste hasta el final)

Lo que trae la marea -Aonunete-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora