11:CAMBIOS PT1

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Hawnu y Aonung no tardaron mucho tiempo para descubrir el alcance de sus nuevas prohibiciones.



En el momento Hawnu no tuvo tantas quejas al respecto, no cuando se enteró que los besos eran algo que se guardaba para finalizar exitosamente los cortejos, por esa razón los metckayina lo consideraban algo muy importante.



Al ser consciente de eso Hawnu se murió de vergüenza, había asumido que era algo normal, que en términos más coloquiales eran una especie de novios, y saber que al parecer estaban en un punto intermedio cualquier queja que tuviera murió en su garganta.


Tal vez por eso Aonung tampoco insistió demasiado, después del shock inicial trataron de ser maduros y aceptar que por el momento era mejor así.


Más que nada porque tampoco querían dar más mala imagen de la que ya habían dado con solo un día y una noche en cortejo.


Pero su determinación duró un día más o menos, porque a la mañana siguiente al encontrarse después de una noche separados se saludaron con un beso de buenos días, en el centro del marui, frente a todos.


La cara de los presentes fue un poema, Tsireya cubriendo su sonrisa llena de ternura tras el dorso de su mano contemplando la pareja que hacían su mejor amigo y su hermano, Tonowari se había quedado en piedra tirando su desayuno en el piso y Ronal se había enfurecido a tal grado que les prohibió estar juntos en el desayuno, mandando a Aonung a desayunar con la familia de Rotxo.



La Tsahik no lo dejó pasar, le repitió el mismo discurso de porqué debía ser de esa forma, pero parecía que a ninguno le entraba en la cabeza.


Aunque él debe admitir que no ponían de su parte, la realidad es que Ronal también estaba siendo un poco (demasiado) asfixiante, lo comprueba al escuchar los nada discretos sonidos de pies desorientados caminando por la selva, no era Ronal, pero está seguro de que quien sea que fuera fue mandado por ella para asegurarse de que ninguno hiciera nada.


Solo se habían apartado para continuar con el ritual, Aonung le había comentado que quería seguir y darle un obsequio, incluso Hawnu había traído uno suyo para dárselo al metckayina, ahora con alguien por ahí era bastante extraño.


—¿Tu quien crees que sea esta vez? —escucha decir a Aonung con exasperación, su cabeza recargada en el tronco tras él y sus brazos cruzados sobre su pecho.


—Por los pasos yo diría que es Kilvan, parece que aún no nos encuentra, pero seguro no tardará tanto—le responde con sinceridad haciendo una mueca incómodo, llevaban 2 días tratando de darse este bendito obsequio, pero simplemente que todos estén encima de ellos lo ha vuelto imposible, ni siquiera tiene idea de cómo se regó tan rápido la información—Aún podemos ir con Tsamsiyu, seguro que allá no nos siguen.


—Olvídalo, qué sea aquí no es nada que un curioso no pueda ver—Aonung agita su cabeza de un lado a otro quizás tratando de quitarse la sensación incomoda de encima, después de un momento vuelve a mirarlo sonriendo alegremente—Me dijiste que mi hermana te platicó sobre esto y sé que puede ser un tanto confuso, los regalos son bastante importantes en este proceso… — el metckayina toma la bolsa que siempre traía sujeta a su taparrabo, buscaba algo dentro de ella pero antes de poder sacarlo Hawnu lo detiene tomando sus manos.


Aonung levanta la mirada hacia el confundido.


—Yo también tengo algo para ti—No puede evitar la sensación de nervios y emoción que se mezclaba en su voz, no tenía idea de si era un buen obsequio o no, aun así, lentamente lo sacó de su bolsa mostrándolo al metckayina qué al reconocerlo se quedó petrificado.

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⏰ Última actualización: Jul 18 ⏰

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Lo que trae la marea -Aonunete-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora