ojos castaños, piel levemente bronceada por el sol, ondas incontrolables en el pelo... tampoco estoy tan mal.
Siempre que me veo en el reflejo de un lago, como hoy, recuerdo que no soy feo, ni muchísimo menos. No haría falta tanto, es decir, mucha gente querría estar conmigo, pero hay algo en la multitud generalizada que me arrebata la pasión del cuerpo.
Debería apresurarme, llevo llegando tarde tres dias seguidos a la universidad. Estoy viviendo en Barcelona gracias a una bolsa, no debería jugármela.
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-Para los que se quieran apuntar al viaje a Galicia, tienen el papel colgado en la puerta. - dijo el profesor de latín, Marcelo, terminando su clase
Marcelo es fuerte, alto, su piel es negra y su pelo también, tiene un corte simple, que no ha variado en los tres meses que llevo conociéndolo. Siempre va elegantemente casual, suele usar ropas leves, con tonos grises, beige, blancos... nada del otro mundo, pero de alguna manera en el todo brilla.
Quizás deba admitir que uno de los motivos de elegir su clase este año sea su belleza extraordinaria.
Él está en la puerta esperando a que todos salgan para por fin cerrar el aula. Yo paso, despidiéndome con la cabeza hasta que él llama mi nombre.
-Lucas- su voz firme me hace erizar la piel.
- ¿sí, profesor?
- ¿no te vas a apuntar? - yo meneo la cabeza. -- ¿por qué? me encantaría verte con nosotros.
yo suspiro, porque incluso yo me doy pena a mí mismo. -No tengo dinero para permitírmelo
El profesor se mantiene en silencio algunos segundos y deja pasar algunos alumnos delante suya. - ¿seguro, Lucas? La facultad lo ha puesto a muy buen precio
setenta euros para un viaje de tres días, está a super buen precio, pero yo no tengo familia a la pedirle el dinero y lo que tengo es lo esencial para vivir.
El profesor interpreta mi silencio. -Quédate un momento después de que salgan todos- yo trago saliva, asiento y vuelvo a entrar en la clase, viendo como salen las ultimas personas.
El profesor entra por fin y cierra la puerta detrás de él, su brazo estira un poco su blusa cada vez que se dobla.
-Lucas- vocaliza sentándose a mi lado de manera casual, con sus brazos apoyados en sus rodillas, con sus piernas algo abiertas, mientras me mira.
me falta el aire.
- ¿Sí, profesor? - él sonríe, con sus dientes que son blancos como perlas y niega levemente con la cabeza.
-Llámame Marcelo, por favor- yo asiento porque es difícil decir nada.
él me analiza, de arriba abajo, yo miro a todos lados, sin saber cómo reaccionar. De pronto él saca de su bolsillo trasero una billetera pequeña de cuero.
-Te voy a hacer un préstamo- dice sacando 70 euros de su cartera y apuntándolos en mi dirección.
-No puedo aceptarlo profesor...
-Marcelo- me corrige. -Por favor, acéptalo Eres uno de mis mejores alumnos.
yo miro a la derecha, no quiero aceptar, pero me vendría muy bien el viaje, para despejarme, para conocer más lugares de España.
-Marcelo- digo y él al escucharlo sonríe. -Te lo voy a devolver "ad portas"- digo, bromeando con un par de palabras en latín.
-"hic et nunc ""carpe diem", estas pasando por un "vía crucis" y es un placer de "per se".