Por fin es noche buena, y estuve esperando esta noche todo el año.
Después de decorar toda la cabaña, Victoria insistió en que vistieramos pijamas navideños a juego.
Pijamas algo finos para el frío que está haciendo, fuera está nevando, tanto que es peligroso sacar el coche.
Estamos encerrados.
Aún así no me quejo, Victoria está haciendo chocolate caliente, y sobre la mesa hay cerezas, un pastel de fresa con nata, marshmallows y otras cuantas chucherías más.
Yo intento encender la chimenea por segunda vez, aún más empeñado en que arda.
Un pequeña llama se enciende y enseguida se apaga.
Vuelvo a poner una pastilla de fuego, otra pequeña rama empieza a arder.
Y otra vez se apaga.
Victoria se arrodilla frente a la chimenea a mi lado, la mira y me mira.
- ¿Lo intento?- pregunta vacilandome
- Yo puedo- respondo orgulloso, encendiendo otra rama, con esperanza de que está se prenda fuego.
Se enrojece y se apaga por fin.
Victoria se ríe y pasa su mano por mi cabeza quitándome el gorro de navidad que llevo.
-Dame esto- dice cogiendo de mis manos las pinzas para mover los troncos calientes.
Ella enciende una pastilla, como yo lo hice.
La pone bajo un trozo pequeño de madera, exactamente como yo estaba haciendo antes.
Y cuando empieza a quemar, lo mueve para debajo del tronco más grande.
Y mágicamente la chimenea empieza a arder.
No puede ser, el mundo está en mi contra.
Ella empieza a reírse, cada vez más alto mientras yo la miro seriamente
-Lo peor- dice entre risas -es que no tenía ni idea de lo que estaba haciendo- termina de decir riéndose a carcajadas.
Yo me río, olvidandome de la frustración que sentía.
Así da gusto estar encerrado.
La habitación poco a poco va calentándose, por lo que yo miro por la ventana para ver cómo cae la nieve, como la entrada de la casa va tapando las pegadas que habíamos dejado al entrar.Al mirar otra vez hacia el lado, Victoria ya no está. La busco por la habitación para encontrarla tumbada en el sofá jugueteando con el mando de la televisión. Yo me levanto y con pasos lentos me acerco a ella, sentándome a su lado a la vez que cojo mi taza de chocolate.
- ¿Que vamos a ver?- pregunto tocándole la pierna con cariño.
- Lo que sea- responde con voz melosa estirando su mano para dejarme el mando.
- ¿lo que sea?- cuestiono su indiferencia
- Es que yo quería hacer algo fuera- admite mirando por la ventana
- ¿Algo?- sigo acariciando su pierna mientras intento averiguar que quiere.
Ella tapa su cara con la manta roja
-Quiero hacer un ángel de nieve- admite vergonzosa.
Yo me río de su idea y niego divertidamente la cabeza
-¿Qué digo? Yo sí quiero, puedo.- dice segura de si misma mientras se levanta y da pasos largos hasta la puerta, lista para abrirla.
Está loca.
-No vas a hacer un ángel de nieve ahora- le advierto
Ella me mira desafiante y abre la puerta
Yo camino hasta ella y rápidamente le agarro de la muñeca
-Voy a hacerlo- avisa
- Que no llevas ropa para eso- digo ya sintiendo el frío del exterior
Ella se suelta y corre hacia el campo dejando la nieve caer sobre su cabeza y cuerpo
Victoria chilla -¡Mis pantuflas!- yo corro tras ella y sin pensarlo demasiado la levanto en el aire. -Me he mojado las pantuflas- explica como si no me hubiera enterado.
-Te dije que no tendrías que haber venido- menciono intentando llevarla a dentro de nuevo.
-Pero si ya estamos aquí...- susurra antes de intentar escaparse, debatiéndose en mis brazos inútilmente.
-Que soy más fuerte que tu- reitero mientras el frío penetra mi pijama
- ¡Si yo quiero, puedo!- grita antes de tirarse al suelo conmigo.
Yo caigo primero, amortizando la caída de Victoria sobre mi pecho.
Ella me mira por unos segundos para asegurarse de que estoy bien y enseguida rueda por el suelo como un rollito.
Yo me levanto lo más rápido posible y la observo dejar de rodar para hacer el bendito ángel de nieve.
-¡YEY!- Celebra al levantarse completamente mareada.
Mi morena camina hacia mi algo tambaleante hasta que yo extiendo mi brazo como apoyo para por fin llevarla hacia dentro otra vez.
En casa hace calorcito, en la tele hay una película que se ha puesto automáticamente y cuando cierro la puerta siento de golpe la incomodidad de llevar pantuflas mojadas y el pijama empapado. Miro a Victoria para ver cómo ella está aún más mojada y temblorosa.
Me quito las pantuflas y camino por el piso de madera mientras que me quito el suéter de lana que llevaba.
- Tomo pésimas decisiones- admite mientras se quita el pijama entero, con una sonrisa en la cara - pero no me arrepiento de nada- finaliza.
Yo pensaba responder a su frase pero se me olvidó lo que iba a decir al distraerme por su piel.
Ella se da la vuelta, en dirección al baño, usando solamente su braga y sujetador a juego. Yo la miro, y como la miro. Soy incapaz de apartar la mirada de sus piernas largas o de su espalda definida.
Estoy tan inmerso en su imagen que cuando su cuerpo desaparece de mi campo de visión todo se siente como un castigo.
Ella no tarda mucho en volver con una toalla enrollada en su pelo y otra en sus manos.
-Quitate eso, que estás empapado- dice refiriéndose a mi pantalón de pijama.
Yo me lo quito, obedeciendo su orden sin meditarlo mucho.
Ella se acerca a mí para coger mi ropa mojada y darme la toalla
Y al extender su mano noto en su cara una sonrisa pícara.
-¿Qué miras?- pregunto en un tono burlón.
- Aparte de empapado estás empalmado campeón- bromea pasando su mano de manera rápida por mi boxer.
Oh.
Sí que lo estoy.
Tal vez mientras mis ojos estaban concentrados en ella, mis células sanguíneas estaban concentradas en mi amiguito de ahí abajo.
Mi cara se enrojece y yo rodeo mi cintura con la toalla, aprovechando para quitarme también el boxer algo húmedo y dándoselo.
Ella vuelve a darse la vuelta, llevándose la ropa con ella.
Aún sin taparse.
Tal vez sea mi imaginación fértil, pero sus movimientos son más lentos, sus caderas se balancean más de un lado a otro, Victoria está dando pasos más lentos desde luego.
Yo intento concentrarme en otra cosa, por lo que me siento en el sofá aún con la toalla en mi cintura. No siento frío, la chimenea funciona bien así que me concentro en ver la película navideña que está puesta.
Aprovecho para coger una cereza, y al morderla noto el dulzor que solo una fruta en su época tendría, disfruto ese primer mordisco y dejo el hueso en un platillo que había separado en la mesa.
Victoria vuelve al salón, usando un jersey fino, sin nada más debajo, nada. Se ha quitado el sujetador, seguramente le molestaría. No se ha puesto ningún pantalón, lo que me extraña porque es una persona muy friolera.
Ella se sienta a mi lado y sin decirme nada me da un beso suave en los labios. Yo cojo una cereza y se la llevo a la boca
-ummm- murmulla del gusto
-Estan muy buenas- ella asiente con la cabeza, concordando conmigo.
-Dentro de dos horas será navidad- nota mientras coge una fresa.
Yo asiento intentando no mirarla directamente, porque la mirada se me baja automáticamente.
Yo siento que mi erección crece en lugar de disminuir.
J*der.
La miro de reojo y está sonriendo mientras juega con sus piernas y termina de devorar otra fresa.
Sabe perfectamente lo que está haciendo.
-tengo frio- se queja mientras toca mi pierna con su pie.
-Deberias haberte cubierto más- le regaño, haciéndola enfadar, no era eso lo que quería oír.
Ella se voltea en el sofá, quedando bocabajo, sin nada sobre ella, nada que tape su culo más que la fina tela de su ropa interior.
-Pero no te enfades- digo sin resistir mirarla por fin, mientras paso mi mano por su espalda.
-No, no.- dramatiza sus emociones.
Yo me debruzo sobre ella, aún sabiendo que el contacto es extremo, que ella siente todo de mi y que yo cada vez siento más con tocar su piel.
La toalla se ha despedido, pero todavía no se me ve nada.
Todavía.
Ella sonríe aunque se esfuerce por no hacerlo, y en un momento se da la vuelta, estando cara a cara conmigo otra vez.
- Hola guapo- susurra
- Hola preciosa- respondo con la voz áspera.
Entonces ella me besa, como si su vida dependiera de ello.
Su lengua toca la mia y la rodea. Ella gira su cabeza de un lado a otro, aferrándose a mi cuello mientras yo subo mi mano por debajo de su jersey, alcanzando sus pezones y jugando con ellos.
Ella gime en mi boca y pasa una de sus manos hasta mi espalda, agarrándola con cuidado.
Siento como me palpita la intimidad.
Yo aparto la toalla del camino y me presento completamente desnudo ante ella, quien se muerde el labio antes de besarme el cuello.
Yo uso mis dos manos para quitarle la ropa interior de manera rápida mientras ella abre sus piernas para que yo me encaje dentro de ella.
Yo introduzco mi miembro en su interior, y siento lo caliente que está, lo mojada que está.
Ella agarra mi hombro con una mano y lo aprieta fuertemente al sentir como entro dentro de ella.
-Daniel- gime mi nombre deseosa por mi.
Yo vuelvo a salirme, de manera torturosa, y con lentitud paso la cabeza de mi pene en su clítoris, haciéndola temblar levemente.
Entonces volví a estocar dentro de ella, haciéndola gemir de nuevo.
Sus piernas envolvieron mi cuerpo de la manera más cómoda posible y yo seguí haciendo movimientos de vaivén con mi cadera.
Cada poco tiempo ella arrañaba una parte de mi espalda.
-Controlate- le ordeno
-No puedo- lamenta volviéndolo hacer.
Yo agarro ambas de sus manos sobre su cabeza y ahí las mantengo.
- ¿Y ahora qué?- pregunto sarcásticamente con la respiración acelerada.
-Ahwn- intenta vocear. -Eres cruel- me acusa mientras que yo entro y salgo de ella.
-Si quieres paro- digo deteniendome de golpe
-¡NO!- vocea con fuerza. -No pares- pide con su mirada más vulnerable.
Yo vuelvo a meterle con fuerza, moviéndome más rápido.
Su mirada perdida en la mia mientras que sus manos seguían estrujando las mias a cada movimiento que hacía. La excitación crecía dentro de mi.
Victoria intenta no gemir más, intentando mantener los labios sellados, callando lo que era música para mis oídos.
Yo la beso, haciéndola soltar todo lo que sostenía. Uno tras otro.
Ella rodea los ojos y tratamudea algunas palabras como "si, justo así"
Aunque fuera hagan grados bajo cero, siento como si estuviera ardiendo, sus piernas aprietan mi cintura con fuerza y eso solo me hace acelerar mis movimientos.
-Damelo todo- exige con voz firme antes de gemir fuerte de nuevo.
-¿Qué quieres?- pregunto aún sabiendo la respuesta
- Lléname de leche- suplica haciéndome soltar sus manos para poder massagear otra vez sus senos, ahora de forma más agresiva, más necesitada.
Yo me muevo con agilidad, haciéndola arquear la espalda una y otra vez.
Empezando a aguantarse otra vez los gemidos hasta que estalla de manera chillona
-P*rra- vocifera en portugués. -Mmm Ayy- se queja porque yo tadavia no me detengo.
Me queda poco, siento surgir de mí las últimas fuerzas que me quedan.
Y mientras ella arraña otra vez mi espalda, siento salir de mí todo lo que tenía para sacar.
Voy deteniendome poco a poco mientras veo salir de ella mi semen recién echado.
Paso mi mano y acaricio su clítoris por última vez haciéndola volver a arquear la espalda.
Con un par de respiraciones sin sintonía nos tumbamos juntos, ella con la cabeza apoyada en mi pecho y yo pasando mi mano por su pelo casi seco otra vez.
- Daniel- me llama
- ¿Sí?- la miro
- ya no tengo frio- dice y sonríe otra vez sacándome una risa boba.
- Es que yo lo soluciono todo- dejo que mi ego hable antes de darle un beso en la cabeza.