Es extraño pensar que un lugar tan bonito y tan cuidado estuviera tan desierto en una tarde tan soleada como esta.
El césped verde recién cortado y las flores de los árboles floreciendo más bellas que nunca. No podríamos haber encontrado un lugar mejor para echar la tarde.
En menos de cinco minutos ya estaba puesta la manta sobre el suelo y habían algunas cartas de Uno en mis manos.
Voy a perder.
-me he cansado- digo dejando mis cartas al lado para no tener que seguir jugando
-te he vuelto a ganar- celebra Daniel dándome sus cartas
-no, simplemente ya no quiero jugar- miento.
El abre una lata de Coca-Cola que tras tomar un sorbo, deja a su lado, mientras que yo busco la manera de colgarme de una de las ramas gruesas del árbol que teníamos encima
-Te vas a caer- me regaña mientras yo insisto en sentarme en el árbol
-que no- digo orgullosa antes de colgarme boca abajo como una araña. -ves, soy Spiderman- digo mientras lo veo reírse del revés.
De rodillas, da algunos pasos hasta que su rostro encuentra el mío, para plasmarme un beso suave en los labios.
Yo se lo devuelvo y sonrío cuando se aparta.
Poco a poco mi vestido que por milagro todavía no se había rendido a la gravedad empieza a deslizarse sobre mi pierna, dejándome poco a poco con esa sensación de desnudez
-¡Ayuda!- pido intentado levantarme yo sola.
-Ah, ¿no que podías tú sola?- vacila Daniel con su mirada fija a la mia
- me voy a quedar sin oxígeno en el cerebro por tu culpa- lo acuso mientras intento alcanzarlo con mis brazos.
Mi vestido sigue bajando.
-Todo siempre es culpa de los hombres- lamenta tomando otro sorbo de su lata, tranquilamente, a la vez que cambia la música que suena en el altavoz.
- Porfavor- me rindo finalmente a los buenos modales.
Ahora si, el se levanta y justo a tiempo de que se me cayera el vestido, me ayuda a bajarme del árbol.
No fue gracioso. No. Lo. Pienso. Repetir.
Y cuando mi respiración ya está más calmada y yo asumo que no me voy a morir, miro a Daniel que está desinflándose mientras me mira
-no tiene gracia- afirmo cabreada
-te tendrías que haber visto la cara- yo le doy un empujón leve y me vuelvo a sentar, todavía pensando en cómo se me podría haber ocurrido.Daniel se sienta frente a mí y me saca tema de conversación, algo tonto y provocativo seguro. Porque segundos después nos estamos besando otra vez, yo paso mi mano por su cuello y él acerca un poco más su cuerpo al mio.
Poco a poco los besos rápidos se convierten en un solo beso lento, y Daniel muerde mi labio con cuidado, haciendo que se me pongan los pelos de punta, y derrepente detiene el beso, se acerca a mí oído y con la voz algo ronca susurra "Te quiero, Victoria"
Yo lo beso, dos o tres veces antes de decirle que yo también lo quiero, pero mi voz ya está perdida entre su respiración y la mia que poco a poco van pesando más.
Los besos se aceleran y su mano baja con cuidado desde mi cintura hasta mi muslo.
Yo siento como la excitación va creciendo por mi cuerpo, y entre nuestros besos ya más apasionados dejo escapar algún que otro gemido, que solo lo anima a subir su mano.
Yo me recuesto un poco más para que el haga lo mismo y así pueda sentir su cuerpo contra el mio.
Mis brazos flaquean cuando el besa mi cuello y con su dedos toca mi intimidad.
De manera lenta y torturosa su boca vuelve a la mia, mientras que su mano sigue jugando con la costura de mi ropa interior.
Eufórica lo separo de mi, pero solo el tiempo suficiente para que se quite la camiseta, porque enseguida sus dedos deslizan dentro de mí con facilidad. Yo suspiro evitando hacer demasiado ruido pero cuando sus dedos empiezan a manosearme soy incapaz de aguantar los gemidos y murmullos dentro de mi.
Mi mano baja hasta su pantalón, que parecía que iba a estallar. Con agilidad le abro el zíper y toco sin discreción su erección creciente.
-Te quiero dentro de mi- digo provocándolo aún más.
No tardó nada en levantarse para coger un condón de su cartera. Yo le terminé de bajar el pantalón y su última barrera hasta mi, volví a tirar de él para ponerle con cuidado el condón, acariciando su miembro, besándolo y volviéndolo a tocar.
Daniel se recuesta sobre el árbol y yo dejo que mi vestido sea lo único que cubra nuestra desnudez, me subo sobre el y despacio voy dejándolo entrar en mi.
Cuando lo siento por la mitad, echo mi cabeza para atrás, dejándolo sujetar mi cintura. Impaciente, él mueve su cintura, terminando de entrar en mi y haciendome chillar sin querer.
Yo vuelvo a mirarlo, y muevo mis caderas en un movimiento de vaivén lento. Me vuelvo a inclinar para besarlo y dejo que sus manos guíen la velocidad del movimiento.
Ya no escucho ninguna música, se ha perdido entre nuestros gemidos y barullos.
Mi piel choca contra la suya una y otra vez, cada vez más rápido.
Cada vez más fuerte.
Sus manos aprietan sobre mis caderas y yo vuelvo a saltar sobre él, sintiendo como me llena a cada movimiento.
Y entonces empiezo a moverme más rápido, una de las manos de Daniel sube hasta mi pelo y tira suavemente de el, mientras sigue movimiento con precisión su cadera.
Sé que no voy a aguantar mucho más sobre él.
Sé que en cualquier momento está onda de calor va a invadir todo mi cuerpo.
Y sé que a él también.
El agarra mi culo y lo aprieta como si fuera un cojín, me vuelve a guiar porque mis piernas ya empiezan a temblar.
Y pocos segundos después siento como estoy lista para explotar, ya no puedo más, mis gemidos son altos y escandalosos, mientras que el niega con la cabeza.
Haciéndome chocar más fuerte contra el, tocando aún más fondo dentro de mi.
Unas lágrimas se forman en mis ojos por aguantar por tanto tiempo el orgasmo, hasta que por fin siento que él se viene del todo. Permitiéndome por fin desprenderme de toda la tensión.
Mi abdomen tiembla, así como mis piernas y manos.
Las lagrimas caen por fin de mis ojos y sus manos se aflojan otra vez sobre mi cintura.
Yo intento volver a regular mi respiración, mientras él seca con cuidado mi rostro, algo culpable mientras lo hace
-Te quiero- soy yo la que lo dice esta vez
Y él me besa.
Lo que queda ya es historia