piso 17 (sin corregir)

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Cuando alguien piensa en una modelo alta, rubia, con ojazos azules y unos atributos que... Mejor ni comentarlos, es imposible no figurarsela desnuda (o para los más evangélicos, semi-desnuda)
Es complicado no pensar en lo bien que se sentiría deslizar tu mano sobre su piel perfectamente bronceada, bajarla de sus tacones y hacer con ella esa fantasía que te guardas solo para ti.

Por azar, yo no me lo tengo que figurar, Eva y yo tenemos un historial complicado con relación al sexo.
Claramente nadie lo sospecha, ya que, además de que Eva sea públicamente "heterosexual", en todo caso de estar con una mujer, jamás estaría con alguien como yo.
No me malinterpreten, no tengo ningún problema de autoestima, sé lo que valgo y se los efectos que causo, principalmente cuando escucho como todas acaban gimiendo mi nombre y pidiendo por un "replay". Aún así, yo soy una mujer completamente común, no soy muy alta, ni muy baja, no tengo mucho culo ni pocas tetas, estoy simplemente en la media. Claro exceptuando algunos de mis tatuajes, que aunque pocos, me cubren todo el brazo. Pero eso no viene a cuento.

Lo que sí que importa es que Eva y yo habíamos decidido dejar nuestros encuentros casuales de lado y centrarnos meramente al ámbito profesional, ya que ella diversas veces hacia campañas de modelaje para mi empresa.
Todo parece perfecto, hasta que la realidad te da un golpe duro y despiertas.

Son las cinco de la mañana, un horario completamente anormal para que alguien esté en el rascacielos de su empresa, excepto para mi. Al principio lo evitaba, principalmente por mi salud, pero estoy tan metida en el trabajo que fue imposible no coger el hábito de dormir aquí.
En lo que estoy bajando hasta el piso uno para saludar a Julio, el segurata que se encarga de abrir las puertas, me encuentro de repente con, adivinen quién, Eva Motachiv.
Como no, se me había olvidado que hoy tendríamos una reunión con algunas modelos y otras empresas para hacer una campaña de verano.
Pero J*der Motachiv, la reunión es dentro de dos horas. ¿Qué haces aquí?

Hubiera preguntado si ella no hubiera pasado la mano frente a mí rostro buscando conciencia en mi mente muerta

- ¿Hola? ¿Liz?
Impecable, como siempre. Su pelo parece que ilumina más que mis lámparas. Su mano pasa frente a mis ojos y están hidratadas, con las uñas hechas, siempre lleva las uñas hechas pero hoy, especialmente combinan con su ropa, su vestido naranja, el color del verano, así como el de un atardecer.
- Hola Eva, buenos días- digo tratando de ser formal
Me gustaría decir mucho más, de hecho, me encantaría decir cómo me arrepiento de haberle dicho de acabar con nuestras relaciones carnales. No me importaría explicarle en detalle lo que me gustaría hacerle bajo ese vestido y no me importaría tampoco en preguntarle ¿Qué c*Jones haces aquí ahora?

- ¿Sabes si José ya ha llegado?- pregunta tranquila mientras camina hacia al ascensor, con una seguridad que me hace seguirla de imediato.

- José siempre llega a las seis, ya lo sabes.

José, léase, su ex-marido, la persona con más poderes en esta empresa, después de mi.
Habían rumores de que se estaban volviendo a ver pero pfff ¿quién se creería eso?
Yo, yo lo haría y me hierve la sangre.
No por celos pero porque Eva después de venirse solía soltar lengua, y ese hombre no la trataba nada bien.
Y tal vez algo de celos.

- Si no te importa voy a subir a su escritorio y lo espero ahí- dijo mientras entraba en el ascensor
En el último segundo yo entro con ella, haciéndola brincar hacia un lado.
Estamos en el ascensor de socios, es más pequeño pero mucho más bonito y cómodo. Ella no debería subir por aquí, pero es Eva Motachiv, ella sabe que se puede subir donde quiera y sobre quien quiera, nadie sano se quejaría jamás.

- Creo que está cerrado- digo mientras le doy al botón 17 en el ascensor, José tiene su escritorio ahí.

- Tengo la llave- dice sacándola de su bolso de mano
- Vaya- dejo escapar de mis labios
- ¿Qué?- pregunta, volviéndola a guardar
- Eran ciertos los rumores-
Ella se ríe, y amenaza a responder pero en lo que abre la boca sentimos como el ascensor se para.
¿Qué? Sólo estamos por el piso 5.
La puerta no se abre.
El ascensor cae un metro para abajo y ambas nos agarramos en dónde podemos para no caernos.
Una luz roja se enciende y las luces del ascensor se apagan, quedando solamente la luz de emergencias que es un ámbar oscuro, que casi no ilumina.
- J*der, me voy a morir- Exclama Eva algo en shock. Ella es de esas personas que casi nunca se alteran por nada, que no gritan, que siempre parecen tranquilas.
- Tranquilízate- digo sacando el móvil.
Sin señal. Cómo no.
Le doy al botón de emergencias.
Nadie va a contestar y lo sé, supuestamente nadie debería entrar hasta mínimo a las seis. Así que no hay nadie en nuestra sale de control.
El único que nos podría ayudar es Julio, que está en la puerta de la salida.
- Genial, estamos atrapadas.- digo pasando mi mano por mi sien.
Eva suspira, moviéndose con cuidado y sentándose en el suelo.
- ¿Esto no se va a caer no?

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