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¿Sabías que...?

«En el Triásico las tierras formaban un único supercontinente llamado Pangea, que se caracterizaba por tener un clima caluroso y seco. Como dato curioso, se conoce el movimiento de las placas gracias al descubrimiento de fósiles de kentrosaurus en dos partes lejanas de nuestro planeta. Los dinosaurios más antiguos datan de aquel periodo, el más conocido es el plateosaurus que fue descubierto en Alemania en 1837. Era un herbívoro cuyos dientes presentaban bordes aserrados como los actuales lagartos herbívoros. Su mandíbula no contaba con movimientos laterales, por lo que debía tragarse la vegetación por completo. Eso quiere decir que para hacer la digestión debió haber rugido, gruñido y eructado furiosamente.»

Cada vez que se aburría, Minwoo tenía la necesidad de conversar sobre algún tema que le fascinaba. El problema era que solo sabía un poco de física y un montonal de datos que superaban los millones de años de antigüedad. Era una suerte que su amigo Song Haru lo quisiera tanto porque, a pesar de haber oído sus historias en al menos diez oportunidades, siempre reaccionaba como si fuera la primera vez que se las contaba. El mundo necesitaba más personas como Haru, la gente merecía buenos amigos como él.

Sin embargo, la razón por la que pensaba en la prehistoria, no solo se debía a que se aburría. Llevaban tres —interminables y aburridos— días en aquel trabajo monótono. Tal como lo exigía la normativa ambiental, la distancia máxima entre las transectas de prospección debía ser de 25 metros. Como el parque eólico estaría constituido por 128 aerogeneradores, una subestación transformadora y una línea de alta tensión, además de caminos internos y de acceso, dicha área de prospección se traducía en 189 ha a explorar. Es decir, llevaban tres días totales, desde el alba al anochecer, únicamente caminando uno al lado del otro donde hablar era la única entretención que tenían. Y eso no aplicaba solo en esa ocasión, su trabajo siempre era así. Y si bien Minwoo tenía alrededor de 230 millones de años en conocimientos, los hallazgos eran más bien limitados, por lo que su tema de conversación —los dinosaurios— era también restringido. Sumado a ello que Haru y él vivían y trabajaban juntos, era obvio que sus pláticas tendían a ser cíclicas.

Por fortuna, no era algo que alguna vez su amigo se hubiera quejado. Y Minwoo esperaba que eso nunca ocurriera, no sabía si podría socializar con alguien sin mencionar al menos una vez algo referente a los dinosaurios.

Con un suspiro, Minwoo continuó contemplando el llano suelo infértil. ¿Por qué nadie en la universidad le advirtió que su trabajo soñado iba a implicar solo caminar, observar y hacer eternos y aburridos informes que no iban a nada? Por fortuna, ya estaban finalizando el último día de recorrido, de lo contrario estaba cerca de caer en la locura.

—¿Algo relevante? —quiso saber Haru cuando Minwoo lanzó al piso su regla de madera y sacó una fotografía en perspectiva. Ya había realizado un total de ocho puntos de observación, todos ellos con un potencial paleontológico bajo.

—Sin registros de componente paleontológica —confesó decepcionado. La vida, muchas veces, no era como se retrataba en las películas. Haru había ingresado a arqueología soñando con hallar momias y Minwoo queriendo desenterrar dinosaurios. No les estaba yendo como lo fantasearon—. ¿Y tú?

Hace unas horas su amigo había encontrado una herradura y un par de rocas. Y por mucho que Minwoo le hubiera acompañado en indeterminadas campañas de rastreo, él simplemente era incapaz de diferenciar una piedra recubierta de tierra con un fragmento cerámico.

—Es un sector que posee un alto grado de sensibilidad arqueológica —resumió Haru.

Lo que quería decir que iba a tener que iniciar la tramitación con el Consejo de Monumentos Nacionales para que le autorizase a realizar un sondeo arqueológico. Ese era otro trabajo que ninguno de los dos pensó que tendrían cuando ingresaron a sus respectivas carreras. Minwoo todavía tenía nuevo y bien guardado el set de herramientas que su madre le había regalado el día de su titulación.

El gato de SchrödingerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora