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Como si su trabajo no fuera lo suficientemente aburrido, tedioso y decepcionante, esa noche soñó con él. Se ubicaba en el centro de esa enorme pradera que estuvo recorriendo durante los últimos tres días. En esa oportunidad, Haru no se encontraba con él. A pesar de ello, y de estar solo, en el brazo tenía una sensación cálida como si lo estuviera tocando.

No entendía qué buscaba, aunque lo estaba haciendo. Sus ojos rastreaban el suelo cubierto por maleza. Iban de izquierda a derecha, y de nuevo, y otra vez, y otra, y otra, y otra, y otra, mientras avanzaba a paso lento. De pronto, se detuvo en medio de la nada con la certeza de que había encontrado lo buscado.

No tardó en arrodillarse y tirar de la vegetación. Y cuando quedó la tierra desnuda, sus manos se introdujeron en ella. Sin la ayuda de una pala, logró quitar capas y capas de suelo. Y en el mismo instante que sus dedos toparon con algo duro, un ruido fuerte lo despertó.

Le costó varios segundos orientarse lo suficiente para poder abrir los ojos y comprobar que se encontraba en su cuarto y no en medio de una pradera. Tenía la respiración acelerada y la piel algo sudorosa, a pesar de no haber estado padeciendo una pesadilla.

La puerta de su cuarto se encontraba abierta, Minwoo siempre la dejaba así para que Gallina pudiera volar por la casa si así lo deseaba. Su mascota no se encontraba descansando en el respaldo de su cama. ¿Le habría dado otro ataque de sonambulismo? Hubo un tiempo que apenas lo dejaba dormir por las noches.

Todavía desorientado por el sueño, se colocó de pie. Salió al pasillo y se dirigió al fondo de la casa, donde se ubicaba la oficina que compartía con Haru. Había dos escritorios, uno a cada lado del cuarto, y una enorme estantería que Minwoo estuvo acomodando por horas para que quedara perfecta. Porque si bien no pasaría más que medio año en ese sitio, tenía apego por muchas de sus cosas. Sus réplicas de esqueletos de dinosaurios eran sus objetos de contención emocional. Independiente de cuánto tiempo se moviera a otra ciudad por trabajo, en cada mudanza debía llevarse al menos la mitad de su colección.

Cada uno de sus dinosaurios estaban perfectamente alineados a excepción de uno.

Su triceratop se había caído al suelo.

Y la ventana de la habitación se encontraba abierta.

Y la ventana de la habitación se encontraba abierta

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El gato de SchrödingerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora