VI.PAUL LAHOTE.

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Lynx Black.

Después de un rato agradable con la manada me di cuenta de que estaba anocheciendo, por lo que decidí que ya era hora de ir a casa. Tal y como lo dijo Paul hace unas horas, me trajo en su moto hasta la casa de Bella para buscar mi moto, lugar donde nos encontrábamos justo ahora.

-Gracias por traerme hasta acá, Paul.-Le sonreí.-Ya desde aquí puedo volver a casa.

-No es problema, linda. Si no te molesta me gustaría asegurarme que llegues sana y salva a tu casa.

Sé que lo decía por la pelirroja, y aunque me puedo defender sola perfectamente, me gusta su compañía, aunque tengamos horas de conocernos. Supongo que es su instinto de proteger humanos.

-Está bien.-Dije para subirme en mi moto mientras el me imita y tuve una idea.-¿Una carrera?-Encendí el motor.

-No creo que quieras perder, dulzura.-Una sonrisa burlona se fijó en su labios.

Lo que él no sabe es que no siempre juego limpio.

-¡El último en llegar es un Troll!-Grite arrancando antes que él.

-¡Hey, eso es trampa!-Grito divertido arrancando detrás de mí.

Pocos minutos después empezó a llover, por lo que anduvimos con cuidado pero aún manteniendo la carrera y llegamos a mi casa resultando en un empate. Guardamos las motos en la cochera, y le invité a pasar ya que no iba a permitir que se fuera con el clima que hacía.

—Es muy linda tu casa.—Dijo viendo las fotografías, las cuales por suerte tuve tiempo de hechizar para que no se movieran. Se detuvo en una y frunció el ceño.—¿Conoces a Cullen?— Me acerqué a ver a quién se refería, aunque no conocí a nadie con ese nombre.

—¿Cullen? No, él se llamaba Cedric Digory.—Dije al ver que se refería al hufflepuff.—Murió hace unos años, era de unos cursos másque yo.

—¿Segura? Se parece a alguien de aquí.—Dijo viendo más de cerca la foto.

—Sí, segurísima.— Dije caminando a la cocina.—¿Quieres algo de comer?

[...]

—Y dime... ¿Cómo va tu estadía en Forks?—Preguntó Paul.

Luego de terminar la comida y de comer, él se había ofrecido a lavar los platos y eso estabamos haciendo mientras que el lavaba, yo los secaba.

—Es un lugar muy lindo, el bosque me recuerda al que rodeaba al internado.

—¿Por qué estabas en un internado? Si puedo preguntar.—dijo pasándome el último plato.

—No era tan malo como se escucha, es un lugar muy hermoso ubicado en unos terrenos de Escocia.—Dije dejando el plato y haciéndole una seña para sentarnos en la isla de la cocina.—Es un castillo muy grande y a veces aterrador si no sabes por donde ir. Toda mi familia ha asistido, o al menos la que he conocido, es algo así como una tradición el asistir allí. Ingresamos con once años luego de recibir la carta de aceptación, hacemos un gran viaje en tren para llegar hasta el castillo y al llegar por primera vez somos seleccionados en diferentes casas de acuerdo a nuestras personalidades.

—¿Casas?

—Sí, son cuatro casas. Gryffindor es la casa de los valientes y con coraje, Hufflepuff es de los leales y solidarios, Ravenclaw es en donde están los inteligentes, y Slytherin la de los ambiciosos y astutos, ahí estaba yo.

—Suena genial, preciosa. —Dijo con una sonrisa coqueta.—¿Y nunca veías a tu familia?

—Bueno, no es que tuviera mucha cuando empecé. Mi abuela murió cuando tenía nueve años, fui criada por el mayordomo— Mentí, mas o menos, ya que si había sido Kreacher quien me había criado.—Después entré al internado e hice amigos, desde entonces me quedaba en la casa de los gemelos en verano y navidad, que es cuando nos dejaban salir.—Dije recordando mis vacaciones en la Madriguera.—Era muy genial estar ahí, creo nunca haber visto una familia más feliz que ellos. Ellos me hicieron parte de su familia sin importar lo que decían de mi padre o la casa a la que pertenecía.

—¿Por qué habría problema por ello? Digo, no creo que una casa los defina ¿O si?—dijo confundido.

—Todas las casas siempre han tenido conflicto con la casa a donde pertenecí, decían que ahí siempre han estado personas malas, y en parte es verdad, pero no todos somos malos.—Dije encogiéndome de hombros.—Ellos no me juzgaron por una casa, al principio sí, pero luego me conocieron, los Weasley son mi familia, no imaginaría un mundo sin ellos.

Y es que los Weasley me había acogido como una de ellos, sin importarles que era una boca más que alimentar. Yo no conocía más vida que las torturas de mi abuela, hasta que ellos me aceptaron y descubrí lo que es el amor y calor de una verdadera familia.

—Se nota que los quieres mucho, y estoy seguro de que ellos a ti.—Dijo tomando mi mano.

—Lo hago, son lo único que me queda.—Sonreí.—Pero ya hablamos mucho de mí, cuéntame de ti.

—Bueno, resulta que tenemos historias algo parecidas. Mi madre murió cuando yo era un niño, mi padre era un alcoholico y maltratador, siempre teníamos que cuidarnos de él cuando llegaba a casa. Todo mejoró cuando entré a la manada, ellos son mi familia, mis hermanos.—Dijo mirando nuestras manos aún unidas.—Nunca me han dejado solo, de hecho, nadie de la reserva lo ha hecho. Luego de la muerte de mi madre no supe más de mi padre, quedé solo sin dinero ni comida, las personas siempre me apoyaron con un plato de comida o lo que podían hasta que cumplí la mayoría de edad y pude trabajar. Trabajo en un taller junto con Sam y espero algún día tener el mío propio.—Dijo con orgullo.

—Lo siento mucho, Paul. Te admiro, saliste adelante sin detenerte a mirar atrás y ¿Sabes qué? Claro que tendrás tu propio taller, estoy segura de eso.

La lluvia no había cesado por lo que le dije a Paul que se podía quedar a dormir y el aceptó, así que con su ayuda preparé uno de las habitaciones de invitados que estaba frente a la mía. Le di un cepillo de dientes nuevo que tenía de repuesto y algunas toallas por si deseaba bañarse.

Después de darle las buenas noches ingresé a mi habitación, me duché y al salir me vestí con una camiseta que había pertenecido a mi padre en algún momento y me dirigí a la cama. Tomé mi varita y luego de poner un muffliato llamé a Kreacher quien luego de un segundo apareció.

—¿Me llamó, ama?—dijo el elfo haciendo una reverencia.

—Buenas noches, Kreacher. Lamento llamarte a esta hora, pero necesito que permanezcas en Grimmauld Place hasta que te llame ¿Si?

—Claro que si, ama. Kreacher está para servirle.—respondió con voz chillona.

—Bien, puedes retirarte.—Le dije y luego desapareció con un chasquido.

Quité el hechizo y me acosté para intentar dormir sin darme cuenta de cuando lo logré. Por suerte, no tuve pesadillas esa noche.

Midnight Star | Paul Lahote (Harry Potter x Crepúsculo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora