Zed

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No sabía cuánto tiempo llevaba despierta, pero dada la situación en la que se encontraba parecía que iba a seguir así mucho tiempo.

Gwendolyn echó un rápido vistazo a la habitación, o por lo menos a lo que podía observar desde su posición. Estaba tumbada en la cama de su novio, con él abrazándola mientras dormía profundamente. Aquello no tenía nada de extraño, nada de nada. Sin embargo, se había despertado un poco antes de lo habitual al sentirse... ¿Observada? Por lo que, al abrir los ojos, se encontró a ese enorme perro azulado que Kevin había adoptado el día anterior sobre la cama a escasa distancia de ella mirándola fijamente. La observaba de manera atenta con la boca abierta y con la lengua sacada.

No era que ella tuviese nada en contra de los perros, ni de los perros alienígenas. Solo que... Solo que nunca había tenido oportunidad de tener una mascota así. Su madre siempre se había negado a tener un animal de compañía por mucho que su hermano y ella se lo pidiesen. Además, ella siempre se consideró más fanática de los gatos que de los perros.

El problema en cuestión era que estaba despierta, con ese perro a una distancia bastante cercana y estaba maniatada por los brazos de Kevin. Había visto al animal bastante encariñado con el osmosiano, pero ella no había interactuado aun con el alien en absoluto. Y ahí estaba, cruzando miradas con aquel perro de mirada rojiza mientras se preguntaba qué hacer.

No era miedo, sino más bien... respeto. O bueno, quizás si estaba un poco temerosa en hacer algo que al animal no le pareciese bien y se lanzase sobre ella. Giró lentamente su rostro para mirar a Kevin, quien roncaba y babeaba sobre la almohada a un palmo de distancia.

-Kevin...- le llamó en voz baja para intentar despertarlo.

Sus ojos verdes volvieron al animal quien cerró la boca y giró su cabeza intentando entender lo que hacía. En una situación normal, le hubiese dado un codazo para despertarlo o incluso le hubiese sacudido, pero claro, en una situación normal ese perro no estaría allí. Y tampoco quería golpear a Kevin por si aquel ser se lanzaba a defenderlo.

Se intentó mover lentamente, intentando librarse del agarre de su novio quien parecía no estar dispuesto a soltarla. Soltó un suspiro un tanto frustrada. Dejó caer pesadamente su cabeza en la almohada y fijó su mirada en el techo.

Ahogó un grito cuando notó que la cabeza de aquel enorme perro se apoyaba en su pecho y acercaba aún más sus fauces a su cara.

-Kevin Ethan Levin, te acordarás de esta.- pensó para sí al notar como su estrés subía de manera exponencial.

En su cabeza, toda aquella situación era culpa de su queridísimo novio. ¿Quién en su sano juicio metía en su casa un alien que antes había sido mascota del enemigo? Recordó de manera fugaz cuando su primo se encontró aquel cráter con el omnitrix y pensó que era buena idea acercarse. ¿Es que esos dos no tenían una voz en su cabeza que le decía que era mala idea? Y lo peor de todo, es que ella siempre acababa envuelta en todas sus locuras.

Como si fuese un milagro, el chico se movió para dejar de abrazarla y darle la espalda. Vale, ahora no estaba atada por los brazos de su novio, pero claro, tenía a ese perro prácticamente sobre ella, mirándola con curiosidad.

Si no hacía nada, aquella situación se alargaría hasta que el osmosiano se despertase de manera natural. Que considerando sus horarios de sueño eso podía significar varias horas. Movió su pierna para darle una patada, la cual fue respondida con un ligero quejido mientras seguía dormido. Probó con una segunda más fuerte, esta vez logrando despertarle.

-Gwen... Deja de patearme...- farfulló con su típica voz ronca de recién despertar.

-Kevin, ayúdame.

"I'll follow you anywhere"- GwevinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora