CAPÍTULO 3: ES UN SECRETO NUESTRO

745 32 1
                                    

Ya se oía el canto de los pajaritos anunciando un nuevo día en el Reino Champiñón, y los rayos del sol penetraron en el caserón dónde los hermanos se refugiaron de la tormenta. Ambos se despertaron al unísono y se desperezaron.

L: “Buenos días Mario.”

M: “Buenos días Luigi. ¿Cómo has dormido?”

L: “Muy bien, ¿y tú?”

M: “Igual. Creo que ya podemos vestirnos, nuestras ropas han estado hay tendidas toda la noche.” Antes de que Luigi se pusiese de pie Mario le agarró del hombro. “Luigi, con respecto a lo que jugamos anoche, esto que no se entere nadie, ¿de acuerdo?”

L: “Pero, ¿por qué no?” El pobre Luigi no sabía que lo que hicieron no estaba bien visto que lo hicieran dos hermanos de la misma sangre.

M: Se lo explicó y Luigi lo entendió. “Prométeme que no se lo dirás a nadie.”

L: “¿Pero eso significa que no podremos volver a hacerlo? A mí me ha gustado, ¿a ti no?”

M: “Claro que podemos. Solo te pido que no se lo digas a nadie, ni siquiera a nuestros conocidos. No quieras saber en qué líos podríamos meternos. Perderíamos nuestra reputación como héroes y el respeto de todo el reino.” 

L: “Solo si me prometes que volveremos a hacerlo.”

M: “Eso no se pide bro. Es más, quiero enseñarte más formas de jugar.”

L: “Entonces vale, no se lo diré a nadie. ¡Espera! ¿¡Hay más!?”

Los hermanos se vistieron y salieron de la cabaña. Compraron unas botellas de leche fría con cacao y unas napolitanas para desayunar, y para su sorpresa, al llegar a casa, los del taller dónde dejaron su aparato de aire acondicionado estaban en la puerta. Resulta que lo consiguieron reparar con antelación y los estaban llamando a la puerta pero no contestaban. La suerte les había vuelto a Mario y Luigi. 

Wario y Waluigi se acercaron a la residencia de los hermanos a comprobar si la estaban pasando mal por no tener aire acondicionado. Ambos se quedaron pasmados al verles en bañador comiendo sandía fresquita y con el aire acondicionado puesto.

W: “¿¡PERO QUÉ!?”

WL: “¿¡CÓMO ES POSIBLE!?”

Mario y Luigi se percataron de su presencia.

M: “Hola Wario.”

L: “Hola Waluigi.”

M: “Hace muy buena tarde hoy, ¿no?” Los rivales de los hermanos no daban crédito a lo que pasaba. Wario creía que Mario y Luigi estarían enfadados con ellos por destrozarles su aparato de aire acondicionado, pero fue al contrario. “¿Queréis sandía? Está fresquita.”

WL: “¡Esa sandía os la podéis meter por dónde vosotros sabéis!” Wario y él se fueron corriendo del lugar.

W: “¿Pero qué les pasa a esos dos?”

WL: “Ni idea.”

L: Mario y Luigi estaban asomados a la ventana del salón de su casa observando como Wario y Waluigi corrían. “¿Es qué hemos hecho algo mal?”

M: “No creo.” Ambos hermanos en parte sabían que sus rivales estaban asombrados de que su trabajo de fastidiarles no saliera bien. “Oye Luigi, debemos actuar con normalidad cuando estemos con los demás. Ya volveremos a jugar pronto.”

L: “Oki Doki bro.” Luigi sabía que tendría la paciencia suficiente hasta que Mario y él volviesen a su juego privado, por eso no le molestó que su hermano diese luz verde cuando tenga que volver a pasar. “Pero, ¿tú sabrás cuándo es el momento?, ¿me avisarías?”

M: “Claro que sí, lo haré.”

Un par de semanas después, los hermanos fueron invitados por Peach y Daisy al castillo de la primera. Al parecer querían darles una gran noticia. En el patio del castillo se encontraban los cuatro tomando té helado.

P: “Gracias por acceder a nuestra invitación chicos, sois muy amables.”

M: “Por vosotras lo que quieras.”

D: “Os notamos bastante felices Luigi. ¿Hay algún motivo en especial?”

L: En su mente Luigi no paraba de recordar las caricias, los masajes y las masturbaciones que ambos hermanos se dieron el uno al otro. “Simplemente disfrutamos de la vida.”

M: “Bueno chicas. ¿Y qué queríais contarnos?” Creían que les dirían que rompieron con esos dos príncipes y que volverían a estar solteras. Pero no fue así.

P y D: “¡NOS CASAMOS!”

M y L: “¿¡QUÉÉÉÉÉÉÉ!?” Menuda puñalada por parte de las princesas. Ambos hermanos se quedaron petrificados y con el corazón roto por la noticia.

D: ¿No os hace ilusión?”

M: “S-sí, p-pero…”

L: “¡Pero si tan solo lleváis con ellos dos unas semanas!”

D: “En verdad…. Peach díselo tu anda.”

P: “Mejor. Llevamos saliendo desde hace cinco años.”

Cuando Mario y Luigi pensaban que la suerte les había vuelto va y les dan dos puñaladas de parte de las que creían que serían sus almas gemelas. No fue fácil para ninguno de los dos simular que estaban bien, no hasta regresar a casa. Pero a pesar de todo lo ocurrido por la tarde el hecho de que viviesen juntos les hizo entender que no necesitaban de la compañía de una dama en sus vidas. Si estaban juntos todo saldría bien, y así fue.

M: Llamó a la puerta de la habitación de Luigi. “Luigi, ¿puedo entrar?”

L: “Si, entra.”

M: Se sentó a los pies de la cama de Luigi. “¿Cómo te encuentras?”

L: “Va a sonar raro, pero ya no me afecta en lo absoluto que Peach y Daisy se vayan a casar.”

M: “Woah, me sorprende. Pero para ser sincero, yo tampoco estoy afectado.”

L: “¿Sabes por qué ya no me afecta?” Mario negó con la cabeza. “Porque te tengo a ti.”

M: Le dio en la ternura. “Oh bro, eres un ángel.” Luigi se sonrojó ante aquel cumplido. “¿Quieres que te enseñe otra manera de jugar?”

L: Recordaba que Mario le dijo que en su juego privado habían otras formas, y después de dos semanas desde lo que  hicieron en la cabaña esa inseguridad volvió a recorrer a Luigi. “E-está bien Mario. Pero no dolerá, ¿verdad?”

M: “¿Te dolió la primera vez que jugamos?”

L: “N-no.”

M: “Entonces no hay nada que temer. Venga, desnudémonos.”

Y aquí termina este tercer capítulo.

En el próximo habrá otro mini lemon bien rico 🌚 no os preocupéis.

Nos vemos 💕

Juegos privados entre hermanos (Mario x Luigi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora