[ D I A 2 ] PINTANDO

659 49 43
                                    

— ... ¿y puedo salir a dar un paseo corto por el pueblo?— preguntó México, recargándose sobre el marco de la ventana, jugueteando con la tela de las cortinas entre sus dedos.

Nein [No]—contestó Third Reich con toda serenidad sin despegar la vista del lienzo, concentrado en cada capa de pintura acrílica que iba aplicando. El acrílico no era precisamente su pintura favorita, prefería las acuarelas o el oleo, pero sin duda, era el más práctico para viaje, ya que solo se necesitaba agua para trabajarlos y se secaban rápido.

— ... ¿o ir a la tiendita de enfrente por unas papitas?— de nuevo interrumpió el mexicano.

Nein [No]— la misma respuesta y el mismo tono monótono. Third Reich lavó su pincel en un frasco de agua para cambiar de color.

Ambos estaban en el estudio que el Nacional-Socialista había improvisado en aquel Hotel en la provincia de Bad Godesberg. Ahí la Gestapo había encerrado al Country Norteamericano junto a los cuarenta y tres miembros de la Embajada Mexicana que operaban en Marsella, después de celebrar esa magna fiesta mexicana en la que, en honor a la verdad, se la pasó increíble el alemán.

Lastima que todo era una farsa para distraerlo y que los verdaderos planes del mexicano, era abrir un nuevo refugio clandestino para sacar más gente y llevarlas a sus tierras, sobre todo españoles y judíos. Third Reich lo supo desde un inicio y aprovechó la misma trampa para atraparlo. Llevaban ahí dos días.

— ... ¿y salir al patio?

Nein [No]

— ... ¿Al lobby?

Nein [No]

— ¿A la azotea?

¡NEIN!

— ¡¿Entonces a donde si puedo ir?!

— ¡A ningún lado! México entiende, en el único lugar donde puedes estar es en tu habitación, aquí en mi estudio, o el las zonas comunitarias del Hotel. ¡NADA MÁS!— el pobre alemán ya se estaba desesperando.

— Si me ibas a secuestrar, hubieras previsto algo con que entretenerme... o preparado algo de ropa, como mínimo— refunfuñó el latino.

El reclamo de México causó gracia al de esvástica. Efectivamente, no proveyó algo para que el hiperactivo mexicano pudiera ocuparse; pero la falta de prendas de vestir fue totalmente intencional para su propio deleite personal. Pero no fue tan cruel, le dejó unas pantuflas y una bata de baño. Tampoco quería que cogiera un refriado.

— No he pedido ningún rescate por ti y tu gente, por lo que, técnicamente; esto no es un secuestro.— contestó Third Reich volviendo su atención al paisaje que quería plasmar en su pintura.

—¡Oh! Si esto no es un secuestro, ¿entonces que es?— preguntó México siguiendo con sarcasmo.

— Unas vacaciones obligatorias bajo mi estricta vigilancia— Third le mandó una amable y diplomática sonrisa.

El mexicano no pudo evitar reír. Fue una buena respuesta.

— ¡Pffffff! Podrás decirle como prefieras, pero esto es un infierno para mí. Mientras tu te entretienes muy bien, metido entre tus lienzos y pinceles, pasándola a toda madre. ¡Yo tengo nada que hacer! No tengo ropa, ni siquiera zapatos. ¡Dios, llevo dos días solo vegetando! ¡Estoy aburrido!

— México, apenas llevas dos días aquí y ya estas perdiendo la cabeza, no puedo creer que tengas tan poca paciencia.

— Trata de decir eso despegando tu nariz de la pintura, por favor. ¿No has escuchado el dicho: "El ocio es la madre de todos los males"? Tu tienes en que ocupar tu mente, en cambio yo solo puedo ver el entapizado de las paredes o a las personas por la ventana... y eso a veces.

EL JILGUERO DEL BOSQUE    T H I R D M E X    W E E K    2 0 2 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora