Yoongi abrió la puerta principal y entró en la casa que compartía con Jimin. Cerró la puerta y se detuvo en la entrada, olfateando el aire. No podía oler nada cocinándose, lo cual era inusual teniendo en cuenta que Jimin tenía la cena en la mesa casi todas las noches en el momento que llegaba a casa.
Tampoco había canto, música o ruido. El corazón de Yoongi tartamudeó al imaginar por qué no estaba. El laboratorio de informática forense seguía desenredando el portátil de Jimin por lo que no estaban seguros todavía de qué evidencia en contra de Daesung podrían tener. Daesung todavía andaba suelto.
—¿Jimin? ¿Cariño? —Llamó Yoongi—. ¿Dónde estás?
—Aquí atrás. —Yoongi apretó la mano contra su pecho mientras el corazón comenzó a latir de forma normal con el sonido de la voz de Jimin. Dejó caer su bolso en el piso y las llaves en el pequeño cuenco de cristal en el aparador y luego caminó hacia la parte trasera de la casa.
Yoongi hizo una pausa, mirando hacia el suelo con desconcierto. Un pequeño sendero de pétalos de rosas rojas al principio del pasillo y lo llevó hacia la puerta del dormitorio. Cada pocos metros había una brillante y coloreada caja, envuelta para regalo.
Yoongi recogió la primera caja y quitó la tapa. Una gran botella de lubricante estaba colocada en su interior. Yoongi sonrió. Así que, eso era lo que Jimin estaba haciendo. Caminó los pasos siguientes a la segunda caja.
Ésta no era tan pesada como la primera. Yoongi frunció el ceño cuando retiró la parte superior de la caja y encontró dos trozos de papel doblados. Los desplegó y sonrió al ver los resultados de sus pruebas. Era de suponer que no necesitaban los condones después de todo, lo que hizo a Yoongi estar muy interesado en lo que podría haber en la tercera y última caja.
La anticipación de Yoongi lo estaba matando. Rápidamente se adelantó y agarró la tercera caja y levantó la tapa. Yoongi casi se tragó la lengua mientras separaba el brillante papel de seda azul.
La caja estaba llena de imágenes eróticas de Jimin en varios estados de desnudez. Una fotografía mostraba a Jimin vestido de punta en blanco en un esmoquin y sombrero en la parte superior. La siguiente foto retrataba a Jimin con la chaqueta del traje fuera, la camisa desabrochada y la corbata colgando alrededor de su cuello.
Las imágenes después hicieron gemir a Yoongi y a su polla saltar. Una mostraba a Jimin con sólo un par de pantalones negros y tirantes, otra tenía a Jimin en nada más que una camisa blanca, con botones, y una tercera mostraba a Jimin con sólo un lazo negro alrededor de su cuello. Un gruñido bajo se abrió camino hasta la garganta de Yoongi.
—¡Oh, dulce infierno! —exclamó Yoongi cuando vio la foto siguiente. Esta, decididamente, no era para la visión pública. De hecho, por lo que a Yoongi concernía, nadie la vería, excepto tal vez él cuando necesitara masturbarse.