Capítulo 3: Conociendo a Bill Kaulitz
Bill salió al medio día del supermercado, con la promesa de tomar el turno de cierre y completar su horario de trabajo. El jefe nunca había recibido quejas sobre el empleado de dulce sonrisa, así que no puso reparos en concederle este permiso.
El pelinegro se sentó frente al escritorio del psiquiatra que le haría preguntas para asegurarse de que estuviera psicológicamente apto para cuidar a la pequeña Aline. Fue honesto y trató de contestar de forma realista.
Al terminar, el médico le dio un apretón de manos y abrió la puerta para dejarle marchar. Afuera, el abogado Trumper lo esperaba con una amplia sonrisa.
—Señor Trumper, llega justo a tiempo —dijo el médico.
—Buenas tardes —saludó Bill con un leve rubor en las mejillas. Tom le tendió la mano y sonrió.
—¿Podría esperar un momento, señor Kaulitz? —Pidió Tom con calma. Bill asintió y procedió a sentarse en la silla junto a la puerta.
A los pocos minutos, Tom salió de la oficina con una gran sonrisa—. Bien, ya está todo listo.
—¿Qué cosa exactamente? —Preguntó el pelinegro alzando una ceja.
—El informe que ha dado el psiquiatra sobre usted —respondió—, y ha sido favorable —agregó una amplia sonrisa—. Luego redactará un informe escrito que usaremos en la corte.
Bill se sonrojó más al ver esa bella sonrisa y bajó la mirada—. Oh.
—Apuesto a que no has almorzado —afirmó y el menor negó con la cabeza—. Te invito a comer —dijo como si nada.
—No es necesario que se moleste —dijo, avergonzado.
—Vamos, Bill, pediste que te tuteara, haz lo mismo conmigo, ¿está bien?
El pelinegro sintió miles de cosas en su vientre y asintió—. Está bien, Tom.
—Compraremos comida china para llevar y nos iremos a tu casa.
—¿Qué? ¿A mi casa? —Se sintió un poco avergonzado, su casa era pequeña, seguramente no del estilo del abogado.
—Sí, me gustaría ver el lugar donde estará Aline cuando se vaya contigo.
—Oh... —Bill sonó decepcionado. Él pensaba que de verdad Tom quería pasar tiempo con él, pero al parecer solo era cuestión de trabajo.
Bill se subió incómodo al elegante coche del abogado y se mantuvo en silencio hasta que llegaron al restaurant. Entonces Tom se volteó hacia él con la mirada seria y preguntó— ¿No me dirás que no te gusta la comida china?
El pelinegro no pudo evitar sonreír—. No es eso. Me encanta.
—Oh, entonces, ¿qué sucede? No has dicho nada y me di cuenta que una de tus características es que te encanta hablar.
Bill se sonrojó furiosamente y se cubrió la cara con ambas manos—. ¿Piensas que soy un hablador?
Tom soltó una risa melodiosa y masculina. A Bill le encantó escucharla—. No, claro que no, Bill. No eres un hablador, solo te gusta compartir tus pensamientos.
—Oh, por Dios, sí crees que soy un hablador. Que vergüenza.
Tom nuevamente soltó una risita. Y se aclaró la garganta cuando el ruido del intercomunicador le invitó a pedir su orden.
Aguardaron cerca de diez minutos y salieron con los paquetes humeantes, con rumbo a casa de Bill.
Al llegar, Tom cargó las bolsas y siguió al pelinegro que abrió la puerta y lo dejó pasar. El abogado dio una mirada analítica, tratando de disimular lo más posible, sabía que el chico se sentía incómodo con su inspección, pero no tenía nada que temer, en realidad.

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Real Heroes (Tokio Hotel, Twc)
FanfictionResumen: Un bebé llega inesperadamente a Bill, alterando todo, pero a la vez llenado su vida de amor y ternura. Sin embargo, para conservar legalmente a la niña, necesitará más que solo buenas intenciones. ¿Podrá Tom, su abogado, ayudarlo en esta ta...