Elda.
Existen dos reinos que se han venido enfrentando a lo largo de la historia del hombre.El nombre del primero es Cielo, y el segundo, Infierno.
Bien y mal.
Luz y tinieblas.
Uno quiere salvarte y el otro destruirte.
El Rey del primero se sacrificó para salvar tu vida y el gobernante del segundo, desea consumirla.
Con esto, también vienen algunas verdades:
Tu alma es valiosa.
Tu espíritu, eterno.
Y tu carne, débil.
Y comprendo si todo esto no parece tener sentido para ti, porque en un momento tampoco lo tuvo para mí. La única manera en la cual el telón se abrirá ante sus ojos, es entregándole tu corazón al Rey: tu Creador y así mismo Salvador. Solo en Él serás capaz de liberarte del engaño del maligno, quien gobierna el mundo y todo lo que en el hay.
Aunque su dominio tiene límite. Ya que, el mismo que te creó, lo creó a él. La diferencia es que él se corrompió a tal punto de aborrecer la luz. Se asentó en su propio reino de penumbras, rodeado de todo lo vil y perverso que puedas llegar a imaginar, y aún un poco más. Lucifer. Ese fue su nombre un día. Sin embargo; al igual que su ser, su nombre también se corrompió, por lo que ahora se le conoce como Satanás, que significa: el Acusador. O el Adversario.
Al ser elegida para formar parte de la Guardia Blanca- el ejército de luz que el Señor dispuso en la tierra para guiar a otros a la verdad-, me ví envuelta en varias batallas contra él y sus huestes infernales.
Me convertí en una guerrera de Jehová.
Aunque lo admito, el proceso no fue fácil, porque una vez que decides vivir para el primer Reino, te constituyese enemigo a muerte del segundo. Una vez entras aquí, estarás en una guerra constante hasta que tus días en la tierra lleguen a su fin. La travesía podrá ser ardua y querrás rendirte por momentos, pero déjame decirte algo.
Jesús lo vale.
Habrán pruebas. Tendrás adversarios más grandes y fuertes que tú. Habrá dolor. Lágrimas. Cansancio. Oh, claro que lo habrá. Porque en toda guerra se sufre y en esta no será la excepción, cariño. Pero algo sí es seguro: no estamos solos en ella. Uno más grande y poderoso pelea a nuestro lado como gigante: Espíritu Santo es su nombre.
Así que, tú sufres penalidades como buen soldado de Jesucristo. Porque créeme, hijo mío, habrá valido cada segundo.
🗡️
A C L A R A C I O N E S
La guerra espiritual es real. Y esta es una historia ficticia sobre ella.
Espero de corazón que te quedes.
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Bueno, sin más... Bienvenidos.