—Hobi, es sólo una simple reunión entre amigos —dijo Jimin—. No un asunto raro. Di que puedes venir. ¿Por favor?
Jung Hoseok rodó los ojos y se frotó el puente de la nariz. No quería ir a una de las fiestas en el patio de atrás de su hermano. Las tres últimas a las que había ido, Jimin había tratado de enredarlo con una cita a ciegas. No quería pasar por eso otra vez.
—¿Nada de asuntos raros? —Preguntó Hoseok—. ¿No me tenderás una trampa con alguien?
—Te lo juro.
—Bien. —Hoseok dejó escapar un suspiro. Podía imaginar a su hermano pequeño con dos dedos hacia arriba, como un boy scout. Nunca fue un boy scout—. ¿A qué hora debería estar ahí y qué debo llevar?
—Genial —dijo Jimin—. El sábado quince. Ven alrededor de las tres. Y puedes traer una ensalada.
—¿Ensalada? —¿En serio? ¿Una ensalada? Hoseok era un hombre de carne y patatas. No comía alimentos de conejo.
—¿Qué tipo de ensalada? —Como si tuviera idea.
Jimin se rió. —Ve a la sección de productos en el mercado. Hay ensaladas mixtas preparadas, hay todo en ellas hasta los tomates. No tienes que añadir nada. Ni siquiera necesitas recipiente. Vienen en contenedores de plástico herméticos.
—¿No me digas?
—Si te digo, hermano. —Jimin se echó a reír otra vez. —La industria alimentaria se ha vuelto muy progresista.
—Cállate —Hoseok no cocinaba y Jimin lo sabía. Era regularmente el primer nombre de la lista en un garito local de comida rápida y tenía el lugar de entrega de pizzas en marcación rápida.
—Va a ser realmente bueno verte, Hobi.
—Sí, ha sido un tiempo —coincidió Hoseok—. El trabajo me ha mantenido bastante ocupado.
—¿Todo lo demás te mantiene ocupado?
—Jimin —dijo Hoseok, con clara advertencia en su voz.
—Sólo preguntaba, hermano; simplemente preguntaba.
Jimin hizo una pausa y Hoseok se preparó para las siguientes palabras de su hermano. Jimin siempre le daba la misma vieja canción y baile, cada vez que hablaban.
—Me preocupo por ti, Hobi. Pasas mucho tiempo revoloteando de una relación a otra.
—No revoloteo, Jimin —argumentó Hoseok. No lo hacía, no realmente. Sólo que no había encontrado al hombre adecuado todavía. Y no tenía mucho tiempo para trabajar en una relación, tampoco. Era un oficial de policía. Trabajaba muchas horas. Esa es mi excusa y me apego a ella.
—Puede que no revolotees, pero no tomas a ninguno de esos chicos con los que te citas en serio.
—Jimin.