Mantener la fe

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LLAMES LO QUE LLAMES UN "PODER SUPERIOR", INDEPENDIENTEMENTE DEL TIPO DE CREDO O PRÁCTICA QUE TE INSPIRE, ESTAMOS CONECTADOS POR NUESTRA FE

La fe es algo único para cada persona, pero promueve una conexión entre el mundo que nos rodea y el universo. La fe no es exactamente lo mismo que la religiosidad, aunque utilicemos estas palabras como sinónimos. Aunque no tengas una práctica o afiliación intensa a ninguna religión, puedes ser una persona de fe. La fe es creencia y esa creencia puede ser en Dios, o en la bondad del universo o incluso en uno mismo. Es una base sólida sobre la que apoyarse cuando las cosas se ponen difíciles.

MI FE ME DIO ALGO EN LO QUE CREER CUANDO NO CREÍA EN MÍ MISMO

Lo que aprendo los domingos por la mañana me inspira en todo lo que hago. Mi fe me inspira a creer en mí misma cuando las inseguridades crecen en mi interior. Cuando rezo, recuerdo la fuerza de mi familia y nuestras convicciones compartidas y lo mucho que me quieren y me apoyan. He crecido mucho interiormente en el contexto de mi fe y ha sido una fuente de aliento e inspiración a la que he recurrido toda mi vida. Cuando me siento mal y frustrada por no haber conseguido un papel, cuando me equivoco en mis líneas durante un rodaje o cuando tengo un desacuerdo con un amigo, me recuerdo a mí misma que debo rezar para volver a conectar con Dios y tener la seguridad de que hay un plan mayor más allá. Desde que tengo uso de razón, la oración ha estado presente en mi vida y me ayuda a sentirme segura cuando me siento incómoda. Me siento mucho más inspirada cuando estoy en contacto con mi fe. Mi fe es el núcleo de mi amor y de mi fe en mí misma.

UNA ORACIÓN ES UN MANTRA ES UNA FORMA DE CENTRARTE, INDEPENDIENTEMENTE DE LO QUE CREAS

Conecto con mi fe a través de la oración. Me encanta que se pueda hacer en cualquier lugar y en cualquier momento libre. Cuanto más rezo, menos siento que el universo esté en mi contra. No hace falta ser religioso ni creer en una práctica espiritual concreta por encima de otras. Rezar es sentarse en silencio, con calma, contigo mismo y con tus pensamientos. Te permite conectar contigo mismo y con lo que sientes y considerar lo que te estorba, te estresa o incluso te anima. Puedes expresar tu gratitud por tu familia o tus amigos o por cualquier cosa que aprecies en tu vida.

ABRE LOS BRAZOS PARA ACEPTAR A LOS DEMÁS

Los principios de mi fe dicen quién soy cada día y cómo trato a los demás. La idea de "ama a tu prójimo como a ti mismo" es importante para mí y es algo que intento mantener en mi vida. En estos momentos, todo está dividido en nuestro país. Los prejuicios contra distintos grupos de personas por su sexo, raza, religión y orientación sexual nos están dividiendo. Mi fe y mi religión me han dado la capacidad de aceptación, y no miraré a nadie de forma diferente por sus creencias, sus historias o su forma de vivir la vida. Mi fe me ha ayudado a tener una mentalidad abierta, a aceptar a los demás y a tratarlos con respeto, aunque hayan tomado decisiones diferentes a las mías.

Cuando digo "ama a tu prójimo como a ti mismo", lo que realmente quiero decir es "actúa desde el amor". Se trata de no tratar a la gente con falta de respeto por su forma de vivir la vida. Intento valorar cada conexión que establezco y apreciar al individuo y la oportunidad de aprender nuevas perspectivas de la vida. Mi fe me anima a formarme y a escuchar a personas con visiones del mundo distintas de la mía.

MANTÉN TU FE CERCA, ESPECIALMENTE EN LOS MOMENTOS EN QUE TU VIDA ESTÁ SOBRECARGADA

La parte difícil de la fe es que tienes que hacer de ella una prioridad. Definitivamente hay momentos en los que me pierdo de la luz de Dios y me olvido de permanecer cerca. Esto siempre ocurre durante periodos de distracción y mucho estrés laboral, cuando la inseguridad me lleva al límite. He comprobado que alejarme de mi fe me hace sentir peor conmigo misma, más insegura y aislada. Pero cuando le doy prioridad, todo vuelve a su sitio.

Mientras grababa la tercera temporada de Stuck in the Middle, mi rutina se volvió mucho más ajetreada de lo habitual. No rezaba y me sentía desconectada del mundo que me rodeaba. Mi ansiedad empeoraba. Finalmente, me senté con mi madre y lloré. Le dije que no me sentía yo misma. Me hizo sentarme durante diez minutos sin hacer absolutamente nada, sólo respirar. Luego me preguntó qué había hecho durante ese tiempo que estuvimos en silencio, y le dije que estaba pensando en todas las cosas que tenía que hacer. Ella me preguntó: ¿por qué no has rezado? Aquello me chocó y me hizo darme cuenta de que estaba perdiendo este fundamento de mi vida.

A partir de entonces, hice de la oración una prioridad cada noche, para mantener mi fe cerca durante los momentos de estrés. Los momentos difíciles son inevitables, pero nunca olvidaré aferrarme a mi fe.

It's All Love: Reflections for Your Heart & SoulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora