Mantener la fe

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LA VIDA NO SIEMPRE SUCEDERÁ COMO ESPERAS. ACÉPTALA DE TODOS MODOS.

He aprendido que la vida es impredecible y que es mucho más sano dejarse llevar y tener fe en que las cosas saldrán como tienen que salir. Cada vez que tengo miedo y veo que me dejo envolver por pensamientos sobre los peores escenarios posibles, mi fe me ancla. La fe me ayuda a dejar de controlarlo todo. Mientras sepa que he hecho todo lo que estaba en mi mano, mi fe me tranquiliza cuando la inseguridad intenta colarse. Este es un pensamiento especialmente cómodo para mí porque, por lo general, tengo la necesidad de controlarlo todo, desde las situaciones sociales hasta la trayectoria de mi carrera, y si ocurre algo que no entra en mis planes, se desencadena mi ansiedad.

TODOS ESTAMOS AQUÍ PARA ALGO

He tenido muchos caminos que podría haber tomado, me han interesado muchas cosas. Pero mi atracción por la actuación empezó pronto: compartiendo historias y creando personajes que conectan e incluso inspiran al público. A través de las historias, de la risa y del entretenimiento he tenido la oportunidad de difundir el amor y la luz que tanto aprecio. Actuar me ha dado la plataforma y la oportunidad de usar mi voz para el bien: para concienciar sobre causas nobles y compartir consejos poderosos con mis seguidores. Si algo no funciona como tú querías, es porque aún no es tu propósito y lo encontrarás con el tiempo. Ten fe.

REZA CON EL CORAZÓN ABIERTO Y LAS INTENCIONES PURAS

Cada vez que alguien me dice que rece por algo que me beneficiará, siempre soy sincero conmigo mismo sobre mis verdaderas intenciones. He sido testigo de cómo muchas personas se dejan llevar por el movimiento de ser religiosas y rezar, pero sin dedicarse verdaderamente a ello. La oración es una forma de ampliar tu fe a través de la conversación y la comprensión profunda. Intento rezar desde un lugar de autenticidad y gratitud, adoptando una mentalidad abierta en mi búsqueda de enseñanzas.

Cuando era más joven, mi madre nos animaba a mí y a mis hermanos a rezar todas las noches. Yo lo descuidaba. Empecé a rezar por cosas que no valían necesariamente la pena, como un par de zapatos nuevos o una buena nota en un examen. Se convirtió en una lista de deseos. Mi madre me recordó un día que no tenía que pedir nada cuando rezaba. Podía simplemente mantener una conversación con Dios. Al mes siguiente, me propuse rezar todas las mañanas y todas las noches. Le contaría a Dios mi día, compartiría mis buenos y malos momentos y consideraría en qué necesitaba que me guiara. Al final de ese mismo mes me sentí más cerca de Dios que nunca en mi vida.

It's All Love: Reflections for Your Heart & SoulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora