III

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Castiel miró a su alrededor, los adolescentes se estaban despertando.

—Estarán bien— dijo.

—¿Quién eres?— preguntó uno de los hermanos, acercándose.

Castiel se giró para ver al cazador, era joven y su rostro tenía muchas pecas, parpadeó:

—Yo, mi nombre es Padre Castiel Novak, ustedes dos deben ser los hermanos Winchester.

El hermano más altocaminó hacia ellos:

—¿Cómo sabes acerca de Azazel?

Castiel lo miró con el ceño fruncido:

—¿Cómo sabes de él?— Repitió intrigado.

Los jóvenes del equipo de fútbol se recuperaban lentamente, algunos de ellos los estaban mirando confundidos:

—No deberíamos estar hablando de esto aquí. Vámonos— Dijo el muchacho con pecas, y su hermano y Castiel lo siguieron.

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Una vez afuera, los hermanos caminaron hacia el Impala, pero el sacerdote no los siguió.

—Oye, padre, ¿vienes? Tenemos muchas cosas de qué hablar— exclamó Dean, pero presbítero parecía estar dudando si seguirlos o no.

Dean vio que Sam  frunció los labios:

—Los sacerdotes no se involucran con los cazadores, Dean— murmuró el menor, Dean lo miró de reojo.

—Lo sé, Sam, pero lo viste allí...— sus ojos se posaron en Castiel de nuevo: —Este no es solo otro sacerdote normal— se aclaró la garganta y luego gritó: —Oye, Cas, ¿vas a esperar aquí la noche entera?

Castiel se estremeció, ¿cómo se atrevía ese cazador a llamarlo así?

—Mi nombre es Padre...

—Lo sé, lo sé, youbsoy Dean y élnes mi hermano Sam— Dean agitó la mano con desdén: —¿Vas a venir o no?

Castiel se sentía realmente perturbado, nunca antes había conocido cazadores. Y ahora estaba confirmando toda la mala reputación que tenían. Este cazador era muy irrespetuoso. Arrugando la frente tomó su maletín y se acercó al auto.

Dean lo vio subirse al Impala, el hermoso sacerdote se quedó en silencio. Dean sonrió y se dio la vuelta para ver a su hermano con una cara triunfante. 

Sam puso los ojos en blanco y también se subió al auto. Sabía que su hermano tomaría todo este asunto del sacerdote como una experiencia divertida. Sam no quería ponerse a toda la orden exorcista en su contra.

Una vez en el auto, Dean le robaba miradas a Castiel de vez en cuando por el espejo retrovisor. El sacerdote se estaba quitando el cuello mientras lo metía dentro de su maletín. Realmente era impresionante.

—Padre, ¿cómo sabes acerca de Azazel?— preguntó Sam, ya se había dado cuenta que su hermano estaba babeando por el joven sacerdote, y había perdido el foco en la situación.

—He estado tratando de encontrarlo desde que noté que las señales demoníacas aumentaban— dijo Castiel, solemnemente: —He estudiado la posibilidad de un renacimiento del Príncipe del Infierno. Y ahora mis sospechas son ciertas. Él está viniendo.

SagradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora