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Dean caminaba de un lado a otro en la habitación del motel. Sabía que Castiel estaba a punto de irse. El cura había venido a despedirse hacía apenas unos minutos. Deseando buena suerte a los Winchester y bendiciéndolos.


Pero Dean sintió que eso no podía terminar así.


Sam estaba empacando, y de vez en cuando miraba a su hermano, sabía que dudaba entre correr tras el sacerdote o quedarse.


—Ve— sonó de repente la voz de Sam, sacando a Dean del lío en su cabeza. Dean lo miró fijamente con ojos redondos: —Ve tras él, no lo volverás a ver. Así que ve.


Dean parpadeó:

—¿Estás loco? ¿Por qué yo...?


—Porque te preocupas por él— dijo Sam: —Mira, nunca te había visto así. ¿La forma en que lo miras? Eso es nuevo. Y se nota...


Dean tragó:

—¿Qué?

—Que estás loco por él— sonrió Sam: —Ve, lo peor que puedes conseguir es un no.


Dean miró a su hermano en silencio. Y luego se fue.


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Castiel estaba empacando las últimas cosas, tratando de ignorar el dolor en su pecho, cuando alguien llamó a su puerta.


El sacerdote la abrió y encontró a Dean muy nervioso parado frente a él. Castiel se estremeció.


—Qué…?


—No te vayas— pidió Dean. Y como el sacerdote fruncía el ceño confundido, agregó: —Quiero decir... ven conmigo.


—Yo... no puedo— respondió Castiel automáticamente.

Dean entró y cerró la puerta.


—¿Por qué? ¿Vas a vivir tu vida así?— preguntó Dean.


—¿Cómo qué?— Respondió Castiel, frunciendo el ceño.


—La forma en que vivías hasta ahora, como si estuvieras buscando algo que no puedes encontrar— espetó Dean, y Castiel dio un paso atrás, molesto.


—¿Cómo te atreves a decir eso? ¿Cómo te atreves a juzgar la forma en que elijo vivir?


—¿Sin amor? Sin nadie que se preocupe por ti, y te espere, y se despierte contigo, y... te haga el amor...— La voz de Dean se apagó, agarró a Castiel por los hombros: —Sé que no quieres vivir así.

SagradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora