Exchange part I

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Lisa g!p, no lean si no es de su agrado.

Lisa caminaba por la sala del aeropuerto buscando un letrero con su nombre, no conocía a nadie en Corea, pero eso no la hacía sentir intimidada; avanzó unos pasos más arrastrando su equipaje cuando vio un gran cartel que decía "Lalisa Manoban de Tailandia, bienvenida", sin pensarlo dos veces se dirigió hacia las personas que la esperaban.

-Buen día, soy Lalisa Manoban, un gusto- hizo una reverencia a modo de saludo.

-Bienvenida Lalisa, soy Elena Kim y él es mi esposo Alejandro Kim- se presentó la mujer –es un gusto también para nosotros al fin conocerte- le sonrió y luego sin que lo esperara la abrazó efusivamente a lo que Lisa solo espero a que se separara de ella.

-Un gusto Lalisa- Alejandro solo la saludó con un apretón de manos –permíteme ayudarte con tu equipaje- ofreció y tomó parte del equipaje.

-Se lo agradezco- fue lo único que dijo Lisa para seguirlos al auto cargando el resto de sus maletas.

Cuando acomodaron todo subieron al vehículo para partir a la casa de los Kim.

-Señora Kim- habló Lisa desde el asiento trasero.

-Dime dulzura- contestó Elena, le encantaba la idea de que la muchacha se quedara con ellos, tenía el presentimiento de que traería cosas buenas a sus vidas.

-Disculpe si soy irrespetuosa al preguntar esto, pero tengo curiosidad- comentó la pelinegra.

-¿Qué es cariño?- Elena trataba a la chica como si ya fuera parte de la familia y Alejandro que iba conduciendo solo sonreía por el entusiasmo de su esposa.

-¿Ustedes hacen esto por el apoyo que otorga el gobierno?- preguntó refiriéndose al programa para chicos de intercambio.

-Oh no, nosotros lo hacemos porque nos gusta ayudar a los jóvenes con sus estudios- comentó restándole importancia a sus buenas acciones –igual el gobierno nos tiene registrados, aunque no recibamos nada, es para asegurarse de que es una buena familia con la que vivirán los chicos- explicó.

-Entiendo, gracias por responder a mi pregunta- dijo cortésmente -tenía algo de inquietud por las anécdotas que contaron algunos de los chicos de mi escuela que estuvieron de intercambio- no sabía porque les contaba eso, pero sintió que era necesario.

-No te preocupes, Lisa- esta vez habló el señor Kim –a nosotros no nos interesa el dinero del gobierno, realmente nos gusta que estés con nosotros, es como adoptarte por unos meses- sonrió con cariño.

-Bien- asintió –si se me permite, tengo una pregunta más- pidió.

-Adelante- contestó Elena.

-¿Ustedes tienen hijos?- Lisa tenía que investigar bien el lugar donde viviría, no quería incomodar a nadie.

-Si, dos hijas- dijo alegre la Señora Kim –Jisoo de 10 años y Jennie que es de tu edad, estoy segura de que te llevarás muy bien con ella- se refirió a la mayor.

-De acuerdo- dijo sin más y guardó silencio el resto del camino mientras miraba el paisaje desde la ventana del auto.

Cuando llegaron a casa de los Kim, Lisa se dio cuenta del por qué no les importaba el dinero, prácticamente vivían en un palacio, lo cual la asombró, pero no lo demostró, siempre le gustaba permanecer imperturbable con su rostro serio y apacible, así no tenía que dar explicaciones de lo que sentía o pensaba, no sabía el momento exacto en que había comenzado a actuar de esa manera, pero ya era parte de ella, claro que nunca dejaba de ser formal en su trato hacía los demás, era rara la ocasión cuando no lo hacía.

El Señor Kim estacionó el auto frente la puerta principal donde estaban una castaña y una pelinegra esperándolos, bajaron y tomaron las maletas.

-¡Hola mis niñas!- saludó Elena a sus hijas –esta es Lalisa Manoban, la chica que se quedará con nosotros por un tiempo- la presentó con entusiasmo.

-Mucho gusto señorita Jisoo- saludó Lisa recordando que era la más pequeña haciendo una reverencia.

-No necesitas ser tan formal- se rio la niña –es genial que al fin podamos conocerte- levantó la mano y Lisa inmediatamente supo que debía chocar los cinco, esa niña definitivamente tenía su personalidad y era agradable.

-Es un placer señorita Jennie- se dirigió esta vez a la mayor haciendo una reverencia igual que con su hermana.

-También es un placer Lalisa- la castaña saludó cortésmente.

-Muy bien, ya que se han presentado- habló Alejandro –Jennie, por favor acompaña a Lalisa a la que será su habitación.

-De acuerdo- Jennie asintió y entró a la casa.

Lisa tomó sus maletas, agradeció a los señores Kim, se despidió de Jisoo por el momento y después siguió a Jennie.

Habían pasado algunos días desde la llegada de la tailandesa, la cual en ese momento se encontraba en la cocina leyendo un libro y haciéndole compañía a la Señora Kim solo con su presencia, el Señor Kim y Jisoo habían salido a jugar al jardín.

Estaba inmersa en la información que leía hasta que una joven castaña se apareció en el lugar y sin saludarla fue directo hacia su madre.

-¿Qué sucede, cariño?- preguntó Elena al ver la expresión de enojo que tenía su hija.

-Es Jin- comentó –me ha dicho que si Sana no le da una oportunidad entonces el me dará una a mí- explicó, la verdad es que Jennie ni siquiera sabía por qué querría salir con el chico.

-Que idiota- soltó Lisa sorprendiendo a las otras mujeres, había cerrado y dejado su libro en la mesa.

-¿Disculpa?- Jennie no sabía si hablaba con ella.

-Ese tal Jin- aclaró Lisa sin mostrar ninguna expresión –eres una chica hermosa no solo en el exterior sino también en el interior, si él no puede ver eso es un completo idiota, no te merece- terminó por decir y se puso de pie –muchas gracias por el panquecito Señora Kim, estaba delicioso- tomó el libro que había dejado –paso a retirarme- hizo una reverencia y salió de la cocina para ir a su habitación sin darle oportunidad a Jennie o Elena de decir algo.

-Deberías escuchar a Lalisa, ella tiene razón- aconsejó Elena a su hija.

-Lo haré, gracias mamá- sin decir más Jennie se fue de la cocina pensando en lo que la pelinegra había dicho.

Jennie subió las escaleras, pero en lugar de entrar a su habitación siguió hasta la de Lisa y abrió la puerta sin tocar, grave error... junto a la cama estaba Lisa solo con un bóxer y un sostén deportivo, la castaña alcanzó a ver el bulto que escondía la ropa interior de la tailandesa.

-Lo siento- dijo inmediatamente tapándose los ojos con una mano –debí haber tocado la puerta primero- se disculpó.

-Ya puedes mirar- habló Lisa, no parecía enojada, de hecho, no parecía mostrar sus emociones en ningún momento.

-Yo solo venía a agradecerte por lo que me has dicho- explicó Jennie –así que gracias- susurró con las mejillas sonrojadas tratando de no mirar esa parte de Lisa.

-De nada- Lisa asintió -¿necesitas algo más?- preguntó observando directamente a los ojos de la castaña.

-No, ya me voy- dijo Jennie y salió de la habitación, su corazón latía con rapidez, sentía que en cualquier momento le daría algo, corrió hasta su recamara y se encerró en ésta, ahí podría seguir muriendo de la vergüenza.

Lisa por su parte se quedó un momento de pie mirando a la puerta por donde salió la chica y luego continuó haciendo sus cosas con normalidad.

Jenlisa One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora