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"SOLO DÉJAME INTENTARLO", insistió Freya, tratando de quitar el balde rojo que contenía hongos de las manos renuentes de Amy. "Si vomito, entonces son veneno, pero si no, finalmente tenemos comida que no es un pescado repugnante".
"¿Y si te mueres?" Amy replicó, abofeteando las manos de Freya. "Shane podría arrestarme".
"Bien", Freya cedió con un suspiro exasperado. "Realmente no me gustan los champiñones de todos modos".
"Yo tampoco", respondió Amy, sacudiendo el balde. "Pero la comida es comida ahora, ¿verdad?"
"Correcto", estuvo de acuerdo Freya, saludando a Dale, quien les estaba sonriendo desde lo alto de la casa rodante.
"¿Alguna suerte?" preguntó Lori, sonriéndoles mientras se acercaban a ella. Levantó un tazón pequeño instando a Amy a vaciar los champiñones recolectados en él.
"¿Cómo sabemos si son venenosos?"
"Eh...", Lori vaciló. "Solo hay una forma segura que conozco".
"Ya me ofrecí", dijo Freya, sentándose en el tronco junto a Amy. "Ella dijo que no."
Lori frunció el ceño a su hija. "Y tenía razón. Uno de estos podría matarte."
"De alguna manera, la muerte parece más atractiva que otra noche de pescado viscoso", murmuró Freya.
"No seas ingrata", le advirtió Lori. "Tenemos suerte de tener comida, lo aprecio".
Es difícil apreciar algo tan viscoso. Freya juntó las manos y apoyó la barbilla sobre ellas. No estaba tratando de ser desagradecida, pero nunca nada debería ser tan viscoso. Aunque se sintió como una eternidad desde la última vez que se sentó alrededor de una mesa con una comida caliente, solo habían pasado ocho semanas. La última cena que había comido en casa había sido un guiso suave que les había enviado el vecino tres puertas más abajo. La noticia del estado de su padre se había difundido rápidamente y los civiles se apresuraron a enviar sus condolencias. Los muchos admiradores de Rick Grimes enviaron platos de comida interminables.
Amy colocó las manos sobre las rodillas y se inclinó para mirar a Lori. "¿Podrías preguntarle a Shane cuando regrese?"
Lori recogió el balde ahora vacío. "Lo entendiste."
"¿Adónde vas?" preguntó Freya, mirando a su madre con recelo.
