Capítulo 8

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—Ya estoy lista—dice Vittoria echándose sobre mi cama, tiene puesto una pijama rosa, la que antes usaba al venir a dormir conmigo.

Al verla con eso puesto, no puedo evitar recordar los buenos tiempos, tiempos en que Vittoria no era tan arriesgada como para salir de su zona de confort, pero ahora, después de esta noche he de admitir que tal vez ya no la conozco tan bien como pensé.

—Aun te queda—menciono y ella inclina la mirada para ver a que me refiero. Esboza una sonrisa amarga y luego arroga los labios para hacer un puchero

—Deje de crecer a los diecisiete años.

Suelto una carcajada, yo no soy mas alta que ella, pero su queja me hace reír. Los italianos son bastante altos y no suelen tomar enserio a chicas tan bajas como nosotras o al menos eso ha pasado con chicos que conocemos, por ello Vittoria es tan coqueta y atrevida, porque de no serlo, jamas saldría con nadie.

—Por lo que sé, los hombres también, solo que depende de su genetica—le expreso mientras termino de abotonarme la pijama.

—Aja—dice ella, tal vez no muy interesada de hablar sobre un tema tan trivial. Debe estar bastante decepcionada, la noche prometía ser bastante divertida para ella.

Voy al baño, ya que ella parece estar sumida en sus pensamientos, me quedo sobre el lavabo y me sujeto el cabello con una liga para lavarme la cara.

Abro la llave y me echo agua con las manos, luego me enjabono el rostro con un jabón facial de espuma y vuelvo a echarme agua.

—¿Y estas flores?—dice de pronto. Me quedo sobre mi sitio recordando quien me las regalo, algunas gotas caen debido a la gravedad devuelta al lavabo.

—Las compre—miento, no sabría como explicarle que me encontré con Julius sin saberlo, seguro se burlara de mi así que me concentro en ponerme un poco de exfoliante, el masaje le sienta bien a mis mejillas, las cuales por alguna razón decidieron enrojecerse estos dos ultimos días mas de lo que lo han hecho en toda mi vida.

—Son enormes—continua mientras vuelvo a enjuagarme el rostro— son bastante aromáticas, es una lastima que ningún chico te las hubiese regalado.

—¿Acaso es lo único en lo que piensas? ¿Chicos?—protesto al tomar una toalla para mi rostro, lo seco con delicadeza y salgo de nuevo a la habitación.

—¿Que tiene de malo?—protesta mirándome de la cama mientras me dirijo al banco de mi tocador, la veo a través del espejo.

—Ya no somos un par de adolescentes para hacer de los hombres el centro de nuestras vidas, hay mucho mas que eso—le recuerdo—¿No dijiste que querias salir de Verona y explorar el mundo?

—Eso fue mucho antes de darme cuenta de que Verona es una ciudad bastante turística. No hace falta salir de ella para ver el mundo, de hecho, es el mundo el que viene a Verona—dice con orgullo.

—¿Que hay de tu trabajo?—insisto, debe haber algo que le interese mas a Vittoria que los chicos.

—La verdad es que lo odio, no fui yo quien lo consiguió sino mi mama—expresa cruzándose de brazos— no me sentía lista para buscar un trabajo, pero ella insistió.

—¿Hay algo mas que te guste aparte de los hombres?—expreso mientras me pongo un tonico humectante y mi crema de noche.

Ella medita mi respuesta, parece dudarlo, pero al final sonríe.

—Me gusta dibujar, de hecho, Julius poso para mi—dice con una gran sonrisa, lo que me hace girar y negar con la cabeza, no entiendo como es que en cada conversación siempre tiene que haber un hombre de por medio— por cierto, te vi salir con Julius hacia el jardín. ¿Que te dijo?

Romy & JuliusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora