Capítulo 24

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—Te equivocas— dice con la intención de corregirme y me dirige una mirada de reproche— el sindaco me ha ayudado bastante los últimos meses para poder controlar la situación que se vive en Verona, ha mantenido al margen a los Carusso para evitar que se metan en nuestros asunto, hace tiempo que no hemos recibido un ataque de su parte, gracias a Francesco.

—¿Como puedes llamar control a lo que se vive en Verona, padre?—cuestiono algo irritada, puede que sea una persona tranquila, no suelo meterme en problemas y claro jamás me atrevería a cuestionarle nada a mi padre, sobre todo cuando soy ajena a sus negocios, pero el hecho de que me mantenga al margen, no quiere decir que no me moleste y que no tenga el coraje para hablar con mi padre cuando claramente pretenden engañarlo y él no quiere verlo— ni siquiera cuando vivía aquí, había visto tantas peleas y conflictos entre los Carusso, como lo hay hoy en día. ¿Entiendes lo que te digo?

Mi padre niega con la cabeza y se frota la cien, tal vez algo frustrado de tener que escucharme.

—¿Acaso no confías en mí, Romy?—cuestiona mi padre y al menos por un breve instante me quedo en silencio. Claro que confió en él, pero no confió en ese hombre, no después de lo que le dijo a Julius—mi vida entera ha estado alrededor del negocio familiar, en Verona. Como tú, sé perfectamente el caos que hay alla afuera, pero si algo me ha enseñado mis años de experiencia en la mafia, es que las cosas podrían estar mucho peor.

—No cuestiono tu experiencia, papa, pero me gustaría que no depositaras toda tu confianza en él. Confiar demasiado puede destruirte y decepcionarte cuando descubras la verdad.

Aquello último suena bastante personal y quizás lo sea, quise confiar en Julius y termine decepcionada y con el corazón roto, apenas puedo procesarlo, por poco fui engañada y si mi padre lo supiera, seguramente no estaríamos aquí hablando del Sindaco, sino que él ya habría iniciado una guerra para limpiar mi honor.

—Te diré lo mismo que le dije a tu tía Marcella— admite con una media sonrisa mientras se levanta de su asiento, camina hasta llegar a mí y me toma por los hombros para frotarlos ligeramente— no por ser viejo, significa que la gente se aprovechara de mí, solo confía en mí ¿De acuerdo?

En mi mente imagino la reacción que tal vez su hermana tuvo al escucharlo hablar así, aunque parece estar más que confiado de sus acciones, aun pienso que confía demasiado en que la gente que dice estimarlo no lo va a traicionar.

En mi mente puedo ver a mi tía Marcella negar con la cabeza mientras suelta un suspiro y aunque no esta en su forma de ser, desistir de alguna sospecha, ella tuvo que dejar el tema por la paz.

—Esta bien—me digno a decir para terminar con esa conversación, pero no sin antes advertirle lo que temo que suceda— pero papa, por favor, ten cuidado. Alguien como tú, no debería depender mucho de la gente ajena a nuestra familia.

—Lo sé, Romy—dice, pero dudo que entienda a que me refiero— tu madre me lo advirtió muchas veces antes de que nacieras, sé como cuidarme y cuidar a nuestra familia. Jamás los pondría en peligro.

Deposita en mi frente un beso con mucho cariño para después dedicarme una sonrisa confiada, la misma que he visto durante años cuando pienso que las cosas se ponen difíciles, aunque por supuesto en aquellas ocasiones, se trataban de problemas de una universitaria. El problemas más grande que llegue a tener, fue llegar tarde a algún examen por culpa de la lluvia, esto que le esta pasando a mi familia es más que grave, pero mi padre quiere hacerlo parecer como algo tan fácil de solucionar que no me queda más que confiar en él.

Deposita en mi frente un beso con mucho cariño para después dedicarme una sonrisa confiada, la misma que he visto durante años cuando pienso que las cosas se ponen difíciles, aunque por supuesto en aquellas ocasiones, se trataban de problemas de una universitaria. El problemas más grande que llegue a tener, fue llegar tarde a algún examen por culpa de la lluvia, esto que le esta pasando a mi familia es más que grave, pero mi padre quiere hacerlo parecer como algo tan fácil de solucionar que no me queda más que confiar en él.

Le doy un beso en la mejilla, depositando en él toda mi confianza, aunque mis dudas y mis miedos me indiquen que debería hacer lo contrario, pero también pienso que si la tía Marcella ya le ha dado su consejo al igual que yo, sé muy bien que mi padre no podría tomar a la ligera nuestras sospechas, en primer lugar porque somos sus familia y no se atrevería a ignorarnos aunque estemos equivocadas. Queda en él, investigar sobre la verdad que hay detrás de nuestras advertencias.

—Entiendo— me limito a decir, aunque es mi padre, su presencia me hace sentir pequeña, aunque tal vez sea el hecho de que puedo equivocarme, porque puede que él ya hubiese contemplado ese inconveniente, después de todo es la cabeza de los Montteci, no es un hombre cualquiera y mucho menos un imbécil al que puedan fácilmente engañar—lamento mucho importunarte con mis dudas.

—No digas eso, de hecho, estoy feliz de que te intereses por el bien de nuestra familia. Por bastante tiempo creí que tal vez tendría que cederle mi puesto a tu tía cuando no estuviera aquí para cuidar de ustedes.

Levanto la mirada hacia él, puede que no le agradaran del todo mis cuestionamientos, pero parece estar satisfecho con mi interés.

—Seguro que la tía Marcella podría dominar a la perfección tu puesto—bromeo y él se ríe.

—Siempre pensé en ello, pero al menos desde que tengo memoria, esta familia jamás ha sido liderada por una mujer, pero supongo que eso va a cambiar tarde o temprano ¿Verdad?—me parece que menciona eso como si quisiera darme a entender que al no tener más hijos, soy yo, la única heredera no solo de todos sus bienes, sino también de la familia, en algún momento tendré que protegerlos y supongo que me enfrentaré a situaciones similares, en las que debo reflexionar y analizar en quienes debo confiar y también cuando debo sacar un arma de la espalda para defenderme en caso de que me traicionen.

—Eso espero—me veo obligada a decir, aunque en realidad no sé si realmente tengo la capacidad para hacer esto, siempre me creí neutral y hasta inocente de lo que mi padre ha hecho durante años.

En apariencias mi familia es buena o al menos eso es lo que yo quiero pensar, pero, por otro lado, esta esa oscuridad que la envuelve, donde ninguno es inocente y por supuesto, la ingenuidad es un pecado, porque confiar cuando sabes que no debes hacer sería una estupidez. Juzgue mal a mi padre al creer que podían engañarlo.

—Si me disculpas, me gustaría dormir un rato, el viaje devuelta a casa fue largo y desgastante—me informa y por su rostro sé que es verdad, tiene unas bolsas debajo de sus ojos, se nota que no ha dormido bien y supongo que es lo mejor.

—De acuerdo, estaré en mi habitación por si me necesitas—me digno a decir y él alza levemente la ceja.

—¿De verdad?— me parece que se burla de mí— desde que llegaste no has pasado ni un día entero en casa.

Me muestra una sonrisa y en respuesta, solo puedo imitarlo. Él camina en dirección hacia la puerta y yo le sigo el paso hasta el vestíbulo, donde le veo subir las escaleras con evidente cansancio.

—¿No vienes?—me pregunta cuando llega al quinto peldaño, se gira levemente hacia mí y me señala las escaleras.

—De hecho voy a la cocina a dejar el teléfono—expreso señalando que aún llevo en las manos el teléfono de la cocina y es que en realidad la Nonna puede necesitarlo, por lo que sé ella suele hablarle a todo el mundo desde ahí, hace que la casa funcione de modo a que nosotros no tengamos que preocuparnos por nada.

—De acuerdo— me dice y entonces con algo de esfuerzo en su rodilla derecha, retoma su camino hacia su habitación.

Cuando desaparece de mi vista no me queda más que suspira y confiar en que ahora que mi padre tiene conocimiento de que el Sindaco Francesco no es de fiar, podrá solucionar sus negocios.

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⏰ Última actualización: Nov 06 ⏰

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