Capítulo 9

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Me santiguo cuando termina la celebración eucarística, solo entonces puedo suspirar deseando que por favor el día termine de una buena vez.

La gente comienza a salir de la iglesia mientras tanto mi padre y la tía Marcella se aproximan al sacerdote, quizás para invitarlo a la fiesta de bienvenida que no sabia que tendría el día de hoy, porque de haberlo sabido habría escapado de aquí.

Comienzo a caminar por uno de los pasillos laterales contemplando el sitio, hace años que no vengo al Santuario de la Madonna di Lourdes. Observo los vitrales que pretenden contar sin palabras el paso del señor en la tierra.

El ambiente en este sitio ya sea lleno o vació es extraño, muy quieto y tranquilo e incluso me atrevería a decir relajante. El aroma que predomina en este lugar es el olor a gardenias y jazmines, ademas del incienso.

—¿Donde diablos estará Alessandro?—le escucho decir a Vittoria y debido al silencio que hay en el lugar, sus maldición es bastante audible.

—¡Callate!—murmuro haciendo una señal con el dedo. Miro de reojo en la dirección donde se encuentran nuestros padres, ellos continuan hablando con el sacerdote el cual no reconozco, asi que me vuelvo hacia Vittoria.

—No exageres—me dice volviéndose hacia una figura de un santo en la que nos hemos detenido, se santigua y da un par de pasos hacia adelante, se vuelve y con la mano me indica seguirla para salir de ahí.

Me apresuro a seguirle el paso hasta que salimos hacia el atrio de la iglesia. Vittoria mira hacia todas direcciones buscando a alguien, entonces recuerdo enseguida lo que dijo adentro, estaba buscando a Alessandro y por lo que él me dijo el otro día, recuerdo que se supone él esta asistiendo al párroco de esta iglesia, pero no estaba en misa.

—Ese tonto—masculla Vittoria cruzándose de brazos—seguro se le olvido.

—¿Porque no me sorprende?—pronuncio.

—¿El que?—dice ella como si no supiera a que me refiero.

—Que me guardes secretos—digo refiriéndome al hecho de que sabia que habría una fiesta e incluso se atrevió a invitar a Alessandro.

—Sabes bien que yo no gusto de ocultarte nada, pero mi madre me amenazo con quitarme el auto si te decía algo, así que no tuve mas opción—se justifica y conociendo el pavor que le tiene a su madre, supongo que no tuvo mas opción que obedecerle.

Suspiro, supongo que ninguna puede hacer nada para evitar esa autoridad que tienen nuestros padres sobre nosotras y aunque el ocultarme una fiesta de bienvenida en realidad no es nada, ambas sabemos que detrás de las sonrisas que nos muestran hay cosas bastante turbias.

—Romy—escucho la voz de la tia Marcella. Tanto Vittoria como yo, nos volvemos buscando el origen de su voz.

Ella esta en compañía de mi padre, su hermano. A simple vista no parecen ser parientes, pero conforme se aproximan, es facil distinguir los ragos que comparten, como por ejemplo el color de ojos, la sonrisa e incluso la forma de caminar.

—Me alegra mucho verte, querida—dice acercándose lo suficiente para darme un beso en la mejilla.

El aroma de su perfume es para mi bastante amargo, así que una vez que se aleja yo intento crear distancia entre las dos para evitar ese aroma.

—Lo mismo digo, tía Marcella—le respondo con una sonrisa.

—Veo que te queda bastante bien el vestido que te regale el año pasado—expresa mirándome de arriba abajo y aunque no suelo usar este tipo de vestidos, debo darle la razón.

—Es bastante lindo—me limito a decir—solo que no había tenido oportunidad de ponérmelo, hasta ahora.

—Sabia que te gustaría—asiente y sonríe complacida— me pareció adecuado ya que era el color favorito de tu madre. ¿No es verdad, Federico?

Romy & JuliusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora