Capítulo 4

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Capítulo 4
Salimos de la cafetería hacia los solitarios
pasilo -iAcaso nunca cambian el color de
las paredes? pregunté fijándome bien, era el mismo amarillo chillón que está en mi época.
-Nicole -Me lamó Martina, le presté
atención- Tengo que felicitarte, lo estás
haciendo muy bien.
-Bien? Mi mamá odia a Yuri y esta
ni siquiera recuerda el nombre de ella
¿Cómo se supone que lo estoy haciendo
bien? -Pregunté mirándola, alzando un
poco la voz.
-Tranquila, cariño, esto tarda, pero te diré
una cosa, tienes hasta la noche del baile
de bienvenida para juntarlas, ellas deben
besarse a las doce y diez, ni un minuto
más, ni un minuto menos, de lo contrario...desaparecerás.-Mi corazón dio un vuelco en una curva mortal, creo que estaba empezando a olvidar mi infancia.
-Dios ¿Cómo voy a lograr eso? Mi propia
madre me coquetea. -Le dije indignada.
-Es porque te pareces a Valeria.. claro, la
Vale que ella era esa noche. -Me dijo y
las palabras fueron desconocidas para mí.
-No entiendo.
-Claro que no, eres la hija de Yurielkys.-Dijo.
La miré con los ojos entrecerrados-.
Escucha, Vale era una chica tímida,
introvertida y asocial antes de esa noche,
esa noche Yuri la salvó.
-Recuerdo la historia; ella salió llorando del gimnasio y Yuri salió detrás de ella, se
besaron y bla, bla, bla. -Martina
negó con la cabeza ante mi reacción.
-Exacto, empezó a salir con Yuri y
cambió. -Miré al vacio recordado todas las peleas.
-No lo suficiente. -Dije nostálgica-
Martina ,¿Tú crees... que si lo hago diferente ellas...nunca se divorcien? -Ella me miró, levantó
mi mentón para que la mirara a los ojos.
-Eso nadie lo sabe cariño, eso es parte
del presente y les corresponde a ellas
arreglarlo. -Asentí con los ojos llorosos.
-Tengo que irme, ve, ve a hacer lo que
debes. -Escondí mi cara en mis manos y
seque las lágrimas. Cuando albrí los ojos ellaya no estaba.
El timbre sonó y una avalancha de gente
me azotó contra los casilleros; yo luchaba
por abrirme paso entre la gente, no veía amamá, empujaba personas por aquí y por allá hasta que al fin vi a mamá cerca de casillero.
-Ma... Valeria. -Salvé mi error.
-Oh, hola Nicole. -Ella metía todo sus libros a su casillero.
-Hola, eh... ¿Por qué metes todos tus libros al casillero? ¿No tienes más clases?
-No. Hoy ya no hay más clases, es viernes.
-La tía apareció de la nada.
-¿Lista? ¿Vamos a tu casa Mila? -Preguntó.
-Sí, ¿Quieres venir? -Me miró.
-Sí, igual no tengo a donde ir. -Me encogí de hombros.
-¿Qué quieres decir? -Preguntó. Me puse
viosa, no lo pensé bien antes de decirlo.
-¿Qué quieres decir? -Preguntó. Me puse
nerviosa, no lo pensé bien antes de decirlo.
-Ah... pues que... Soy huérfana! -Solo dije
lo primero que se me vino a la cabeza, cerrélos ojos dándome cuenta de la tontería que había dicho.
-¿Qué? -Preguntó mamá afligida.
-Pues... sí, y me han echado del orfanato
porque estoy grande y se supone que
debería ir con una familia adoptiva pero
he escapado -«Eso, mentirosa profesional»
pensé con sarcasmo.
-Dios, qué horror. Puedes quedarte en mi
casa todo el tiempo que necesites -«Bingo».
-¿En serio? Gracias. -La abracé, ella
correspondió el abrazo. Hace mucho que no abrazaba a mi madre-. Te quiero. -Le dije.
Pudo or como reía.
-Eres muy tierna. -Me alejé un poco.
-En serio gracias. -Le sonreí.
-Cuando quieras. -Ella sonrió con ese aire
de "Todo va a estar bien" parecía tener esa
cualidad, esa cualidad de decirte todo con
la mirada, mi madre sería una tonta si no
logra verlo.
-¿Ya nos vamos? -Preguntó tía Sami.
-Claro, vamos. -Dije.
En el camino a casa ellas hablaban de
cualquier tontería, jamás la había visto tan feliz, era hermosa cuando sonreía, tenía una vibra tranquilizante, pacifica pero divertida.
Llegamos luego de caminar unas cuantas cuadras, la casa de la abuela no estaba tan lejos de la escuela como mi casa. Entramos por la puerta de la cocina y ahí estaba la
abuela, horneando algo, el aroma a dulce
se olía desde lejos, ella se veía muy joven y
hermosa.
-Abuela. -Murmuré. No la había visto desde
los siete, murió de cáncer en el pulmón y
volverla a ver fue demasiado para mí. Unas
lágrimas se derramaron por mis mejillas.
-¿Estás bien? -Preguntó mamá.
-Sí, es solo que... nada, no me hagas caso.
-Sí, es solo que... nada, no me hagas caso.
-Sequé mis lágrimas y sentí el abrazo de
mi madre-, Gracias Valeria- Le dije, ella me
Sonrió.
-Mamá. -La abuela se volteó agitando su
hermoso vestido amarillo-. Ella es Nicole,
mi nueva amiga.
-Un gusto en conocerla. -Extendí mi mano,
la abuela la estrechó sonriendo.
-El gusto es mío, puedes llamarme Mireya. -Le
sonreí.
-¿Se puede quedar ella un tiempo con
nosotros... es huérfana y no tiene a donde
ir? -Le dijo, la abuela se afligió y me miró
con ternura.
-Quédate el tiempo que gustes, carifño.
-Acarició mi mejilla.
-En serio, gracias a ambas. Abracé a mi
madre y luego a mi abuela.
Siempre le había pedido a Dios un día
más para estar con ambas, juntas, como
en los viejos tiempos, jamás pensé que
fuera posible y menos de esta mnanera
pero al parecer mi deseo superó todas mis
expectativas.

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