Dulce de leche

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Y tú no recordarás nada.

...

La cabeza me da vueltas, cada vez que cierro los ojos solo veo la misma espiral y me sumerjo en un sueño sin sentido. Estoy a punto de caer, estoy débil, como si hubiera movido una piedra gigantesca. Ahora solo puedo caminar, eso hago, estoy siguiendo el sendero, no sé muy bien porqué estoy afuera, hace frío aquí y está  oscuro. Es de noche.
No estoy asustado, no, solo tengo la mente en blanco, de nuevo...

¿Por qué me sucede esto? ¡Yo no hice nada para merecerlo! Pero ahora mismo siento un dolor inmenso dentro mío. Impulsos. Ganas de ya no sonreír. Soy bueno, soy tan bueno, todo el mundo lo sabe, yo lo sé.

Y sin embargo estoy aquí, en frente tuyo y sin memoria. Sé que puedes oírme, tus ojos me lo dicen y me susurran a veces, me sonrien, se esconden y yo puedo estar tranquilo porque tú nunca te vas a ir. Yo nunca me iré. Así que por favor, ábreme la puerta, Home. Abre la puerta y hablemos, abre la puerta y dime porqué me arden las manos, porqué me siento así.

Tú sabes lo que me pasa, lo sé. ¿Por qué no me lo quieres decir?

...

Te veo tan tranquilo, sabes que no sería capaz de romperte la puerta, no. ¿Qué van a pensar los demás? Mis queridos vecinos, ¡El escándalo no es lo mío!  Me conoces muy bien. Tus ojos con la iluminación de la luna sobre ellos se ven hermosos, vidriosos, nunca me enojaría contigo. ¡Volveré! Ahora solo quiero descansar.

A cada paso que doy te volteó a ver otra vez. ¡Ahí vas! Me sigues con la mirada. Te odio. ¡Bueno no! Te adoro, los amo a todos, pero me los puedo imaginar a cada quien en sus casas, durmiendo, tan calientitos... Este lugar es tan tranquilo que a ninguno se le pasaría por la mente que yo estuviera aquí, solo, sin que mi propia casa me dejará entrar.
¡Es muy injusto! ¿Entiendes? ¿No puedes ser como Eddie? ¡Él es tan bueno! ¿Acaso yo no lo he sido?

...

Se debe de haber quedado en casa de Frank, debe estar con él ahora mismo, durmiendo a su lado, abrazándolo si tiene miedo o si siente frío, si está triste o si está enojado. También deben de estar bebiendo un té caliente, con mucho azúcar, como me lo preparó esa vez... Tan dulce, demasiado dulce para mi gusto, recuerdo que ni siquiera me lo terminé de tomar. Creo que me pasa lo mismo cada vez que lo veo, cada vez que hablamos, cada vez que me saluda con esa sonrisa por las mañanas y me entrega el correo.

Los recuerdos que tengo con él tienen un efecto extraño en mi que hasta ahora no he sabido descifrar. En momentos así, en los que prefiero tomar nada más que ese té lleno de azúcar o una galleta con muchas chispas de chocolate, suelo preguntarme qué estará haciendo, como estará, qué pensará... ¿Será feliz? No sé en qué momento se me hizo tan normal verlo frecuentar la casa de Frank, ni siquiera supe que eran pareja hasta que Julie y Barnaby me lo explicaron.

Y por primera vez entendí que la amistad no era el grado más alto al que se podía llegar ¡Fue un hecho revelador! Que por desgracia nunca parecí entender, porque cuando le propuse matrimonio a Home me dijeron que no debía de precipitarme. ¡Si, así lo dijeron: "precipitarme"! Como si el matrimonio fuese un abismo infernal al que podrías caer sin darte cuenta. Obviamente nunca me logré casar, el traje fue por gusto, pero la idea sonaba muy linda: compartir tu vida eternamente con alguien especial. Home me conocía, por dentro y por fuera, por arriba y por abajo ¿Por qué no casarme con ella si vivo prácticamente en ella? ¡De verdad que no lo entiendo!
Home no dijo nada, pero yo sabía que se estaba riendo de mi en el fondo, como ahora. Sabe que me molesta y por eso lo hace. Esa risita que podías oír si prestabas atención al rechinar de la puerta cuando se abría o se cerraba.

Sigo caminando y logro divisar una débil pequeña luz amarilla que proviene de una ventana: es de la casa de Frank. La coincidencia es inmediata y parece cobrar vida. Me asomo por la ventana, está tan fría. Él está ahí, dormido, de boca arriba, roncando suavemente con el sonido constante de tu interior inflamado, parece que se olvidó de apagar la luz de la lámpara a su lado, al otro extremo una figura grisácea de cabellos negros de espaldas lo acompaña, no lo vé ni lo toca,  pero duerme con la seguridad de que está ahí.
Yo pienso de inmediato que es un desperdicio, definitivamente. No voy a perder la oportunidad.

¿No escuchas, en la habitación, la ventana abriéndose desde el exterior? Una ráfaga de viento se cuela, suena como un silbido, apenas logro traspasar la mirilla la termino cerrando, las cortinas vuelven a su lugar, danzan con mi presencia y yo me acerco de puntillas.
Mis pasos no se oyen porque me quité los zapatos antes de entrar, antes de irrumpir sus sueños, sus dulces sueños reales.

Lo ví como si apenas lo acabara de conocer, su nariz cuadrada se parecía a un tomacorrientes y su cara naranja y redonda me recordaban a un mango, sus largas pestañas adornaban su cara con una simpleza algo atractiva, su pelo brillaba con la luz intensamente, parecía intacto, su pecho sobresalía, se inflaba y se desinflaba. Yo lo comparé con una almohada viviente.

¿Cómo llegué aquí? Entre pensamientos y el destino. Parecía una visión escondida.
Con cuidado muevo las sábanas que lo cubren, primero pongo una rodilla en la orilla del colchón, el sonido que provoca me retuerce en el oído, pongo ambas manos enfrente mío, rozando un poco a Eddie, luego subo la otra pierna y apenas puedo sostener el equilibrio.

Me quedo quieto un rato y me pregunto si esto puede significar alguna otra cosa.

No. Solo necesito algo dulce, lo necesito a él, necesito que me tenga entre sus brazos, que me abrace, que me haga feliz como a Frank, que me contagie con esa sonrisa de todas las mañanas cuando me entregaba el correo, con su atención puesta en mi, nadie más que en mi, con esos ojos negros y sinceros que me devoran el alma.

¿Por qué no puedo ser como tú? Así de dulce. Cómo dulce de leche para dormir.
¿De que hablo? Ni siquiera puedo dormir, no sé lo que se siente dormir, por eso sueño, imagino que sueño.

No, no me veas así, no me veas como un cachorro asustado, te acabas de despertar y pareces haberte atorado con tu propia saliva, te impides incluso respirar, tu expresión está para una broma de Halloween ¡Si tan solo tuviera una cámara! Me la guardaría de recuerdo, claro que la recordaré. Tú no.

Me deslizo como una serpiente sobre tu pecho, tu pulso se acelera y tomo tu brazo para que me abraces. Pareces entenderme y te mueves un poco para que me sienta más cómodo, me haces espacio. Frank parece dormir, no se entera de nada. Al final estiró un poco el brazo y apago la luz de la lámpara, la oscuridad vuelve a reinar y al verte fugazmente la cara escucho que susurras mi nombre con tu voz ligeramente grave y ronca, sé que quieres decirme algo.

Me estremeces. Déjame abrazarte, quedarme y quererte de esta forma que no entiendo.

La transmisión de calor me distrae y me relaja, me hace volver a mi estado de descanso habitual. Su abrazo es tan cálido.
No entiendo ni a los abrazos. Me dejo abrazar por costumbre, porque Barnaby dijo que es bueno, que se siente bien y que es una excelente medicina para curar la tristeza.
Hasta ahora no sé si es del todo verdad, porque ahora recuerdo haberle abrazado y él no dejaba de llorar... Ni siquiera me dijo el porque lo hacía y ahora ni siquiera recuerdo nada de lo que pasó luego de aquel abrazo.

Estoy durmiendo, estoy durmiendo, estoy durmiendo...

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Sigo vivoooo

No tengo excusas para mí desaparición, procrastino mucho 🐱. Esto es un extra, así que el capítulo 5 saldrá algún día, tal vez.

Solo es un mal momento (WallyxEddie¿)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora