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Lo que se supone iba a ser una grandiosa noche terminó siendo una mierda.

Evidentemente estoy de mal humor. Y aunque disfruté de la ceremonia y hasta terminé llorando porque es extraño ver qué la niña que me robaba el desayuno se casa, no me siento del todo bien.

Es que Ruggero está molesto conmigo, y después del famoso baile sorpresa, no hemos vuelto a cruzar palabra.

Él está feliz tomándose fotos con sus amigos y yo estoy intentando tranquilizarme mientras hablo con Giovanna y su esposo. Que feliz estoy porque hayan podido venir.

—Y nada, tengo una lista entera de nombres pero sigo sin saber cuál usar.

—Y eso que ni siquiera sabemos si va a ser niño o niña. —termina Pasquale causando mi risa.

—Pues yo siento que sin importar qué sea o el nombre que elijan, va a ser un niño feliz porque va a tener a los mejores padres. —les aseguro.— E insisto, su historia de amor es muy linda, me encanta.

—Funciona cuando confías en los planes de Dios.

Eso lo tenía más que claro.

Sin embargo, existen ocasiones en las que me canso de esperar que sea mi turno de amar y ser amada, y siempre termino pensando exactamente lo mismo;

¿Por qué al resto sí y a mí no?

Una relación perfecta, es todo lo que pido.

Es muy sencillo, querido Dios.

Mi conversación con ellos se ve interrumpida cuando Giovanna musita que quiere bailar y por supuesto, su esposo la invita a la pista.

Me quedo mirándoles sonriente.

Lucen tan lindos juntos que inevitablemente deseo algo así. Exactamente así.

—¿Bailas conmigo?

Le sonrío a Mateo mientras dejo mi copa sobre la mesa y asiento. Por supuesto que quiero bailar.

Y aprovechando que el ritmo es movido, entablo una agradable y amistosa conversación con él mientras bailamos. Me gusta la parte de las bodas cuando lo único que haces es bailar o comer.

Cuando la formalidad pasa, en realidad.

Aún nos falta el sorteo del ramo pero esa ya no es una preocupación. Es obvio que me quiero casar.

Pero por el momento no tengo con quien así que me voy a tener que conformar con la idea de no tener el ramo conmigo esta vez.

—Y cuéntame, ¿Tienes novio?

Una risita se me escapa mientras asiento.

No es mi novio todavía, pero lo será. Básicamente ya lo es.

—Lástima, es decepcionante saber que llegué tarde.

Mi risa se intensifica mientras niego.

—¿A poco te gusto?

—Pero ya no estás a mi alcance.

Bueno, si lo decía un poco antes, tal vez y sí tenía mucho más que una oportunidad de conocernos.

Pero, estas son cosas que pasan cuando no te atreves a hablar con la verdad. Cuando ocultas las cosas que sientes.

Personalmente, siempre intento decir lo que siento y pienso. Aún cuando sé que probablemente voy a salir rechazada.

Prefiero eso a tener que estar suplicando por amor silenciosamente.

No soy ese tipo de chica.

Cuando la música acaba, le agradezco a Mateo antes de alejarme buscando una bebida. Me muero de sed.

Juntos o No.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora