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Karol S.

Siete de septiembre y yo apenas estoy pensando en qué hacer para el cumpleaños de Ruggero.

Es apenas el tercer cumpleaños que vamos a pasar juntos y mi mente ya no tiene recursos. Me siento la peor novia de todas.

Keyla golpea la mesa con sus nudillos negando ante cualquier opción que le doy. Ella ya lo hizo antes.

Y eso me frustra.

La parte mala de que tú hermana sea la mejor amiga de tu novio es esta; ella ya hizo por él todo lo que tú quieres hacer.

Eso es desastroso.

Muy desastroso.

Me recojo el cabello en una coleta mientras veo a Valentina sentarse frente a nosotros con una bandeja de galletas en manos.

—Se las acabo de robar a Gio, están buenísimas.

—Te digo, Hugo hace magia y nos enseña a hacerla. —musito tomando una.— ¿Y si le horneo un pastel con mis propias manos?

—Su madre ha hecho eso toda su vida. Que horrible. —musita Valentina.— ¿Qué tal si le regalas un viaje?

—Pero a un lugar especial, solo los dos, sin teléfonos, sin nada.

Me gusta esa idea...

—Y hornea galletas para él. —agrega Giovanna desde la cocina.— ¿Quieren chocolate caliente con bombones para acompañar?

—Dios, sí.

Me río y mientras ellas se entusiasman por el chocolate caliente, yo me dedico a buscar destinos de viajes.

Y Google es tan básico como mi mente; el primer destino sugerido es Grecia.

Pero, con la hermosa diferencia que me salva de una crisis. También recomienda un hotel que cuenta con habitaciones que tienen su propia piscina con forma de corazón.

Y sin pensarlo tanto, ingreso a la página a hacer una reservación.

¿Por qué no?

Aparte, tengo suerte de conseguir un espacio para el diez de septiembre. Dentro de tres benditos días.

Creo que está más que bien.

—¿No creen que este es un buen momento para hablar de amor?

Dejo de hacer la reservación para mirar a Valentina. Key se ríe de ella.

—Rubia, ya te dijimos que está bien. Que el matrimonio es exactamente igual a vivir con tu pareja y que no vas a sufrir en lo absoluto cuando des el sí en el altar.

Valentina rasca su nuca dudosa y me río por lo bajo.

Está tan confundida y asustada con la idea del matrimonio que no puedo dejar de creer que el día que den el sí, ambos van a tener crisis de ansiedad.

Aún así, se me hace demasiado lindo.

—¿Cuándo planean casarse ustedes?

La pregunta de Keyla me hace levantar la mirada. Me río.

—Nunca, Ruggero lo dijo el otro día.

Valentina asiente reafirmando lo que he dicho.

—¿Pero tú qué quieres?

Juntos o No.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora