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La castaña costurera, temprano, por la mañana, se dirigía a su taller, dispuesta a presentarle a la reina viuda aquel presente que había encontrado en su taller la noche anterior, pero, entonces nuevamente se hallaba algo sobre su mesa que no le p...

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La castaña costurera, temprano, por la mañana, se dirigía a su taller, dispuesta a presentarle a la reina viuda aquel presente que había encontrado en su taller la noche anterior, pero, entonces nuevamente se hallaba algo sobre su mesa que no le pertenecía, se trataba de un sobre de papel que, no sabía para quién era. Entonces, suspiró pesadamente, uno de sus secretos más grandes, por más intriga que le diera la carta, era que ella no podría leerla, porque no sabía hacerlo. A pesar de que se había criado en el castillo, directamente le criaron para trabajar y servir, nunca le enseñaron a leer o escribir. Puesto que el difunto rey Yoon, fue quien había dicho que le enseñaría personalmente, un tiempo después, falleció y nadie más quiso o pidió hacerlo.

Sabiendo que no podía entregar la carta a la reina, porque no sabía si era para ella o alguien más, la ocultó entre los patrones de las ropas del rey, centrándose ahora en llevar a la reina aquel paquete y la orquilla. Apenas salió, su andar se vio interrumpido por el pelinegro hijo de Yang Mi,quien miró a los alrededores, asegurándose de que nadie los mirase e hizo que la costurera volviera a entrar al taller junto a él. El pelinegro le sonrió dulcemente apenas estuvieron solos.

—¿A dónde lo llevas?, ¿Acaso no te gustó?

Ella se extrañó, frunciendo el ceño y mirando a este con confusión.

—¿De qué habla usted? —Cuestionó ella.

—El vestido y el binyeo.

Entonces, Nana se sorprendió, mirando lo que tenía entre las manos. ¿Esto se lo había obsequiado él? Estaba realmente sorprendida y, especialmente extrañada, el había actuado de forma tan distante y fría con ella, que esto le resultaba confuso. Pero, aún así, se sintió apenada ante lo que ocurría ahora.

—¿En serio? —Cuestionó, sorprendida.

—Por supuesto que sí.

Se sintió extremadamente avergonzada apenas recordó los comentarios de las mujeres del textil en la capital, seguramente él los había escuchado y, decidió comprarle un hanbok nuevo.

—¿Todavía no lo abrió?

Entonces, el pelinegro se sentó junto a esta a la mesa y, abrió la envoltura de seda donde se hallaba el precioso vestido que este sacó y, se lo extendió con una sonrisa dulce. Se sentía tan conmovida, era la primera vez que recibía un regalo tan bonito por parte de un noble.

—Le agradecería mucho que lo utilice el día de la ceremonía, me encantaría verle puesto este vestido.

Ella miró nuevamente el vestido que, ahora se encontraba en sus manos nuevamente, sonriendo alegremente y, abrazándose a la prenda, asintiéndole al pelinegro, feliz.

—Le aseguro que lo utilizaré ese día. Le prometo saludarle entre la gente ese día y apoyarlo todo el tiempo.

—Si hace eso, créame que tendré la fuerza suficiente para superar la primera prueba y, las demás —Le sonrió igual de encantado.

The Min Dynasty [Min Yoon-Gi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora