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Mil ideas se arremolinaban en su mente, sobre cómo escapar de ahí. Sin embargo, cada una era más inverosímil que la anterior. Todas parecían terminar con su muerte, y sabía que no permitiría que su cachorro se quedase sin él. ¿No era mejor quedarse y verle crecer, aunque fuese cada mes?

Ahora comprendía a la perfección a su propia madre, que había elegido quedarse por verlos a ellos. Si lo pensaba, la forma de actuar de Wen Ruohan tenía muchas similitudes con lo que su padre había hecho.

Permitió que el cachorro se alimentara mientras él seguía en el suelo, con los ojos hinchados y el cuerpo helado por el largo contacto con el muro y el suelo. Cada vez que Wangji miraba a su hijo en sus brazos, dejando momentáneamente de fantasear con su huida, un nudo se instalaba en su garganta y las ganas de llorar volvían.

—Podré verte... Y... tú podrás conocerme — le dijo con la voz quebrada y temblorosa, entrecortada, mientras el cachorro le miraba con ojos atentos y curiosos — Te enseñaré sobre el amor... Y te hablaré sobre tu tío... y tu abuelo — sorbió por la nariz. —No dejaré que ese bastardo te transforme en un monstruo como él... Y te prometo que si encuentro una forma de sacarte de aquí... lo haré... aunque tenga que morir por ello.

El cachorro extendió su pequeño brazo y tocó la mejilla de su padre, como si estuviera diciendo "Todo estará bien". Wangji sujetó su mano y la besó.

Entonces sucedió un milagro.

—Psst, ¡Lan Zhan! — Una voz joven atrajo su atención a la puerta.

El pequeño niño que hacía meses le había visitado, Wen Jing, estaba asomado en la entrada, y le hacía señas rápidas con una mano.

Wangji frunció el ceño y fue hasta él, pegando a su cachorro al pecho.

—¡Lan Zhan, Lan Zhan, toma! — Dijo, tendiéndole una bolsa Qiankun, misma que tomó, aún confundido. —Mi mamá dijo que es tiempo de salir. ¡Ábrela!

El omega se levantó, dejando al bebé en la cama y abriendo la bolsa. Dentro estaban sus túnicas blancas de Lan, junto a su cinta de la frente, y su espada, Bichen. Alzó la mirada atónita hacia el niño. ¿Cómo había conseguido eso? Jing le guiñó un ojo y se cubrió los labios con un dedo.

—A mis hermanos y a mí nos dejan entrar en casi todos lados — Explicó, sonriendo abiertamente. —Hoy, después de la cena, A-Lian dejará tu puerta sin la llave puesta. También dijo que se encargará de asegurarse de crear una distracción.

—¿Por qué me ayudan?

—Mamá dice no mereces estar aquí, y mi hermanito tampoco.

Wangji bajó la mirada, profundamente conmovido por las palabras del pequeño.

—¿Qué tengo que hacer después?

Si tenía una oportunidad, la tomaría.

*

La oscuridad contempló a una figura descalza vestida de blanco escabulléndose por los pasillos apenas iluminados con sencillas lámparas de papel, con un bulto sujeto por un remanso de tela a su pecho, y una espada en su mano.

Wangji se detuvo en cada esquina, echando un vistazo primero, escondiéndose entre las sobras, evitando ser visto. Su objetivo era salir del palacio principal, donde habitaba Wen Ruohan, junto a su esposa y las concubinas, según Jing había dicho. Debía atravesar el gran salón, y después de las puertas seguían las escaleras, dando paso a un gran espacio abierto. Luego debía correr por entre los demás edificios, hacia la entrada principal de Ciudad sin noche. Entonces una mujer pediría ayuda, argumentando que un intruso había irrumpido en el lugar. Así Wangji podría burlar a los centinelas que velaban y escapar.

The dark red roses - Xianwang.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora